domingo, noviembre 24, 2024
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Trump versus Biden: Decisión dividida

Terminó la pelea. Nadie ganó por nocaut. Los rounds se repartieron y equilibraron a lo largo de la batalla. Se evidencia la fractura, la victoria del pensamiento binario radical.

Por tanto, se perfila un desenlace apretado que llenará el algoritmo con spam populista y partisano.

En el mundo del boxeo lo llaman “decisión dividida”, antes que “por unanimidad”. Lo lógico es que gane la mayoría.

Lastimosamente, no hay veredicto en lo inmediato, y se considera una opción invocar a los jueces.

Escribo a las ocho de la mañana del día después de la elección más crucial de Norteamérica en el siglo.

Pero no es una jornada de cantar victoria, como es costumbre en la potencia global, sino de vivir el sentimiento de incertidumbre ante la espera de definición en estados claves, donde todavía se recuentan los votos por correo.

El retraso nos enseña que la nueva normalidad introdujo un factor de caos y de inseguridad, que ha minado el desarrollo institucional de Estados Unidos.  

Mientras Trump asegura vislumbrar un fraude, Biden se aferra a la ilusión de ganar por estrecho margen.

En cualquier caso, no será por ahora que conozcamos los resultados definitivos, al calor de las últimas tendencias. 

Los venezolanos vemos el problema a la distancia. Sin embargo, preocupa la ralentización del proceso, seguramente por los asuntos que conciernen al momento inédito del Covid 19. 

La cuarentena impuso el dilema social que ahora nos mantiene en ascuas: cerrar las urnas el día martes o aguardar por las papeletas que llegan vía mail, a consecuencia de las molestias que supone el virus chino.

Es obvio que un agente externo, la influencia letal de la pandemia, ha provocado el actual cuello de botella.

Según todos los portales y expertos, Donald hubiese arrasado en el 2020, por la fuerza natural de su desempeño económico, hasta mediados de marzo, cuando comenzó la pesadilla del lockdown, de la cual no se hubiese recuperado nadie.

Sin embargo, llama profundamente la atención el que Trump haya logrado guapear y conservar en alto sus aspiraciones presidenciales, a pesar de las voces agoreras que le pronosticaron una paliza por el efecto del manejo del confinamiento.

Los pronosticadores de oficio han sido los grandes derrotados de la noche, pues anunciaron una diferencia de 8 y diez puntos a favor de Joe, que todavía no se grafica en el mapa.

De hecho, daba “cringe”(pena ajena) observar las caras de traste y de terror de los corresponsales de CNN y Telesur, intentando explicar los primeros exit polls, que a las claras mostraban que el mito del muro azul se derrumbó.

Los canales chavistas hacían toda suerte de piruetas verbales y demográficas, para ocultar que la Florida se alineaba con los republicanos, en otro estado decisivo del futuro democrático de USA.

Más temprano, la propaganda socialista especula con un empate técnico en la región latina de la costa este.

Desde la izquierda se subestima y mininiza el impacto de la comunidad venezolana en la elección.

Ciertamente la voluntad de los coterráneos no cambia la ecuación. No obstante, las tendencias indican que el voto venezolano, favorable a Trump, puede consolidar la victoria republicana en Florida, conservando a Donald en la Casa Blanca.

De momento, notamos que se vuelve a plantear la paradoja del 2016, con algunas excepciones a la regla.

En tal sentido, la América silenciosa de las periferias y los condados del centro, prefieren identificarse con las políticas de Trump, al frenar los movimientos migratorios y replantear el formato Nixon de la contención del enemigo interno, a través del mantra de la ley y el orden.

Aquí no funciona la programación lefty de Netflix y Amazon, cuyos documentales y ficciones parodian y critican a los electores de Trump, en una jugada problemática que no soluciona el conflicto de la grieta y de la brecha.

Paralelamente, Biden confirmó el matrimonio de los estados cosmopolitas y globalizados, como Nueva York y California, con el ideario del partido demócrata.

Trump se aferrará a su proyecto de invalidar los votos por correo. Por el contrario, Biden amarrará su estrategia a ellos.

Con un final de fotografía, en pleno suspenso, resta por saber qué pasará con Michigan, Wiscosin, Pensilvania, Nevada, Carolina del Norte y Georgia.

Los abogados, de lado y lado, se preparan para defender sus causas en mesas cerradas, y tribunales, de ser necesario.

El fantasma del litigio circunda la elección, así como el espectro de la tensa calma, al borde del ataque de nervios.

No es cuestión de horas, es una cosa de días, aseguran los especialistas.

Por los vientos que soplan, puede repetirse el escenario de la elección de Bush con Gore.

La corte suprema tendría que tomar una decisión. Y ahí Trump cuenta con mayoría.

Biden, por su parte, no reconocerá tan fácil. Tiene una chance matemático que impide declarar a un ganador legítimo.

Si me preguntan, esta paralización, esta crisis no es buena. Siembra dudas y sospechas, alimenta las flamas de un clima encendido y crispado, brinda margen de maniobra para los conspiradores y hackers, que operan a las sombras.

Pero es lo que tenemos.

Confío en que Norteamérica encontrará su destino, al margen de los pactos mafiosos, respetando la voluntad de los votantes.

A bajarle dos. A elaborar la paciencia.

Mucha la diferencia con Venezuela, donde te roban las elecciones, apenas las convocan y cuadran los circuitos. 

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