En unas elecciones marcadas por la polarización, la pandemia y una histórica crisis económica, el presidente Donald Trump se proclamó ganador, denunció un fraude y amenazó con acudir a la Corte Suprema, pese a que ambos aspirantes van cabeza a cabeza.
“Nosotros ganamos esta elección”, dijo el mandatario en un discurso en la Casa Blanca al despuntar el miércoles. “Este es un fraude (…) Queremos que la votación se detenga”, dijo, dando a entender que quería congelar los resultados y excluir las papeletas aún no escrutadas, algo que lo beneficiaría especialmente en Pensilvania, donde llevaba ventaja con resultados parciales.
El presidente denunció además que le parecía muy “extraño” que aunque anoche estaba liderando sólidamente en varios estados, en la mañana de este miércoles los resultados comenzaron a cambiar a favor de su contrincante.
“Comenzaron a desaparecer mágicamente, uno por uno (los estados), a medida que se contaban los vertederos sorpresa”, escribió en Twitter, donde luego fue silenciado.
La campaña de su rival demócrata Joe Biden rechazó las declaraciones de Trump y las calificó de “indignantes” y “sin precedentes”. Además, su equipo legal dijo “listo para actuar” si el presidente trata de detener el recuento.
“Es un intento deliberado de privar a los ciudadanos estadounidenses de sus derechos democráticos”, dijo la campaña demócrata, y aseguró estar dispuesta a “luchar” judicialmente si Trump va a la Corte Suprema.
Continúa el conteo de votos con Biden a la cabeza y 6 estados clave aún por confirmar
La amenaza de Trump de intentar invalidar las papeletas porque no se contaron el día de las elecciones también causó un fuerte impacto entre los republicanos.
“Este argumento no tiene fundamento, no”, dijo el republicano Chris Christie, exfiscal federal y exgobernador de Nueva Jersey, que asesoró al mandatario en la preparación de los debates presidenciales.
Joe Biden, de 77 años, desde su feudo en Wilmington, Delaware, se declaró “optimista” y llamó a los estadounidenses a tener “paciencia”. “¡Mantengan la fe, ganaremos!”, prometió. “Esto no se acaba hasta que cada voto sea contado”.
El espectro de una batalla judicial acecha ahora a la principal potencia mundial, ya sacudida por la pandemia y la recesión.
Suspenso en varios estados clave
El nombre del ganador está en suspenso en varios estados clave, lo que implica un escenario potencialmente mucho más caótico que el de 2000, cuando las elecciones dependían del resultado de Florida.
En aquel momento, fue la Corte Suprema la que puso fin, más de un mes después, a la contienda, terminando con los recuentos y dando ganador al republicano George W. Bush sobre el demócrata Al Gore.
Una cosa es cierta: la ola demócrata “azul”, esperada por algunos en el bando de Biden, que empezaron a soñar con victorias históricas, por ejemplo en Texas, no se produjo.
Según las proyecciones de los principales medios, Trump se quedó con Florida y Iowa, donde ganó en 2016; con Ohio, en el que desde 1964 ganaron todos los candidatos que llegaron a la Casa Blanca; y con Texas, bastión republicano desde 1976.
Como ocurrió hace cuatro años con Hillary Clinton, Biden puede ganar el voto popular y perder la Casa Blanca si no consigue los 270 votos electorales necesarios, de un total de 538 que integran el Colegio Electoral según el sistema de sufragio universal indirecto.
Hasta ahora, Biden acumulaba 238 votos electorales con Arizona, frente a los 213 de Trump.
Biden podría imponerse en varios estados. Algunos medios lo dieron ganador en el crucial estado de Arizona, que Trump ganó en 2016, aunque el conteo aún no está completo. El demócrata parecía también estar bien posicionado en Nevada.
Si esto se confirma, Biden tendrá que ganar al menos dos o tres de los estados del norte industrial (Pensilvania, Michigan, Wisconsin) y del este (Georgia, Carolina del Norte). Trump se impuso en todos ellos hace cuatro años.
En Wisconsin y Michigan, Biden tenía una leve ventaja. En Pensilvania, Trump lograba casi 700.000 votos, pero faltaban contabilizar 1,4 millones de votos por correo, y Biden recibía el 78% de los sufragios anticipados escrutados hasta el momento.
Es en este estado en particular en el que a Trump le gustaría involucrar a la Corte Suprema, a la que ya habían acudido infructuosamente los republicanos antes del comicio para evitar el recuento de las boletas enviadas por correo.
Pero, si el resultado es muy cerrado, el alto tribunal deberá intervenir y decir si invalida o no las papeletas recibidas entre el miércoles y el viernes.
Con información de la AFP.