Por Sócrates Serrano

¿Cuántas veces has rechazado oportunidades retadoras para preservar tu área de comodidad? ¿Has dejado de relacionarte amorosamente con alguien por temor a salir herido? ¿Postergas actividades que podrías disfrutar por miedo al fracaso?

El miedo es una emoción autorregulatoria. Nos protege de los estímulos amenazantes en nuestro proceso inicial de explorar y relacionarnos con el mundo desde que nacemos. A lo largo de nuestro crecimiento va asociándose a situaciones negativas más complejas y a detalladas elaboraciones cognitivas.

Pasa de ser una emoción que nos protege de las amenazas del entorno a ser un fuerte sentimiento que en ocasiones puede impedirnos tomar riesgos o desempeñar ciertas conductas específicas para avanzar en nuestras vidas.
Identificar los estímulos amenazantes que nos atemorizan y su verdadera carga negativa es una de las tareas más retadoras en cualquier proceso de crecimiento personal.

Entender que el miedo persistente o extremo está constituido principalmente por nuestra percepción y vivencia íntima de la situación atemorizante, o por experiencias que nos han marcado, es la única manera de abordarlo sanamente.

Aceptarlo, incorporarlo, desmontarlo, entenderlo como parte de nuestras emociones básicas en su justa medida para que no resulte paralizante, puede ser un largo trabajo que requiera apoyo de un especialista en el área de la psicoterapia.
Nuestra mente permanentemente genera órdenes y comandos de acción que se traducen en conductas y reacciones, la mayoría de las veces inconscientes o automáticas.

De esta manera si nos programamos para temer, nuestros comportamientos cotidianos se instalarán en función a este patrón de desempeño.

En el momento que transitamos, rodeados de amenazas reiteradas a nuestra salud y a nuestra integridad física y estabilidad emocional, más que nunca resulta fundamental entender la raíz y significado de nuestros miedos y trabajar sanamente con ellos para “experimentarlos” en la forma más equilibrada posible, minimizando su capacidad de anular o interferir el desarrollo de nuestras vidas que continuarán acechadas por nuevas y múltiples variables.
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Por @socratesserrano