La verdad es que disfruto mucho mi casa, en especial mi biblioteca pero ya estoy un poco harto de este aislamiento y cada día démosle gracias a Dios por la existencia de la computadora y de internet que nos permite estar comunicados de todas maneras.
Amén de que me meto en subastas inimaginables para ver precios y ver si consigo buenos negocios que están apareciendo con más frecuencia como consecuencia de la crisis económica y los precios están disparatados, pues se mueven hacia arriba y hacia abajo de manera asombrosa.
Por ejemplo un gran cuadro de Jean Michele Basquiat se acaba de vender por encima de los 300 millones de dólares en una subasta, cuando hace pocos años su precio no pasaba de treinta mil dólares.
Incluso un cuadro de Jean Dubufett el gran informalista francés de la post guerra europea que intenté comprar en la Pace Gallery de Nueva York en los años ochenta en pocos dólares y hoy uno de la misma serie se vendió en cuatro millones de dólares, por supuesto el negocio mío no fue cerrado porque hubo que cambiar el cuadro por el abrigo de piel de algún animal que no recuerdo.
Ese tipo de cosas me demuestra que Dios no le da cacho a burros, pero la vida sigue y nunca lloro sobre el agua derramada.
Mientras eso sucedía, humildemente el suscrito consiguió por veinte dólares un afiche callejero de latón de Old Colony, un refresco que circuló en nuestros país hacia los años cuarenta del siglo XX. Por supuesto tiene algunos rasguños pero esos son como las arrugas del tiempo para las cosas.
Ayer hastiado de este encierro llamé a un par de amigos especialistas en las enfermedades infecciosas para preguntarles sobre las vacunas que debíamos ponernos de modo de hacer un pote para traer un lote entre varios.
La respuesta fue para sintetizar la siguiente: en Venezuela no hay vacunas, pues ni el gobierno las trae ni hay garantías de conservación en el transporte de las mismas si se pudieran traer por canales no oficiales y que las sabotearían.
Presumiblemente los enchufados del régimen se trajeron extra oficialmente unos lotes de las europeas para ellos y sus familias pero no más.
Hay además unas vacunas chinas pero son vacunas que todavía están en su fase experimental de investigación y no se sabe aún sus efectos secundarios indeseables; por lo que se recomienda mantener la cuarentena porque esta segunda ola es mucho más peligrosa que las anteriores.
Por supuesto, como Nicolás Maduro y su combo siempre mienten y no hay ningún médico chavista competente, la versión oficial no tiene valor. Y en cuanto a la calle, esta semana que es de cuarentena estricta, la gente está en la calle sin hacerle caso al aislamiento y no vimos a ningún policía vigilando el cumplimiento de tal cuarentena que no se está acatando.
Por favor cuídense que esta ola del virus chino está fuerte y no se ve en el horizonte una solución a un plazo razonable.