La quinta “Casablanca” del Bosque, en Caracas, permanece atada a mis recuerdos de infancia y juventud. Conozco a su constructor y a su familia desde los años ochenta. De hecho, nos vincula una relación que más de amistad, es casi de familia. “Casablanca” es una joya de la arquitectura que construyó el arquitecto, Ricardo Pérez Quintero, quien vivió allí con su esposa Beatriz Febres Cordero y sus hijos, Juan Carlos y Daniel. Ahí crecieron y se desarrollaron, bajo el influjo de un espacio mágico, donde el diseño se conjuga con la creatividad y el sentido de la estética que la emparenta con la historia de las grandes casas de Caracas, a la altura de hogares museo como el Cerrito de Gio Ponti. A propósito de su memoria y de su historia, queremos compartir un artículo escrito por su creador, en el marco de sus cuatro décadas de nacimiento. Los invitamos a recorrerla con nosotros, con fotos y relatos que hablan de una familia de constructores, de emprendedores ejemplares del país.
“Arte y arquitectura: cuando los arquitectos diseñan y construyen sus propias casas” por Ricardo Pérez Quintero.
Nuestra “Casablanca” cumple 40 años de construida. Fue diseñada con el entusiasmo y el potencial de probar ideas libremente, explorar sin restricciones creativas exigidas por un determinado cliente. Así se pudo crear espacios donde he vivido etapas muy importantes de mi vida con mi familia.
Concebida bajo criterios, referencias y los principios fundamentales del funcionalismo y la modernidad, influencias adquiridas de mis primeros maestros, los mexicanos: José Villagran García, Ricardo Legorreta en la UNAM y posteriormente en el taller del maestro Carlos Raul Villanueva en la UCV.
Todos ellos contribuyeron en mi formación como arquitecto.
Confieso que diseñar y construir Casablanca, fue una experiencia enriquecedora, pero sumamente difícil y compleja.
Se conjugaron mis conocimientos con las ganas de crear lo que siempre había querido hacer, con las dificultades económicas y su proceso constructivo. Pero todo lo viví con gran pasión y lo disfruté a plenitud.
Formalmente Casablanca se conforma por un conjunto de volúmenes rectos que definen tres niveles diferenciados por cada una de las actividades. Se estructuran en un espacio vacío de triple altura, vinculados por una escalera de caracol, que vincula todos niveles de la casa.
La cotidianidad, la convirtió en el espacio más importante.
Nuestros hijos Juan Carlos y Daniel, llegaron a Casablanca durante el proceso de fundaciones, tenían 3 y 4 años. Visitaban la obra frecuentemente.
Son muchas las anécdotas. Allí crecieron, disfrutaron de sus piñatas, fiestas de adolescentes, graduaciones y sus matrimonios. Siempre bajo el icónico espacio central y su mítica escalera de caracol.
Casablanca con su carga de buena vibra, siempre ha sido cálida, generosa y espléndida con nuestros amigos y afectos.
Atraídos por la curiosidad muchos colegas, durante su construcción y posteriores encuentros, se acercaron y me daban sus acertivos consejos y opiniones.
En donde quiera que estén, va mi agradecimiento y afecto entrañable para los maestros: Carlos Cruz Diez, Domingo Álvarez, Henrique Hernández, Martin Vegas, Graciano Gasparini, Jorge Castillo, por haber sido tan consecuentes con nuestra amistad.
Después de cuarenta años entregué la batuta a Juan Carlos arquitecto, quien realizó una intervención de rehabilitación integral.
Con gran satisfacción me ha permitido reflexionar con detenimiento la integridad de Casablanca y así relaciono el arte con la arquitectura.
Algunos elementos de la casa como la escalera de caracol prefabricada en hierro fundido(circa 1895) actúa como un elemento escultórico.
Las ventanas de los dormitorios orientadas hacia el vacío central son partes recicladas cargadas de historia, son elementos de arqueología urbana.
Todos ellos forman parte integral de la composición y siento que se comportan como un ensamblaje.
Me he preguntado hasta que punto esta técnica ha influenciado mi desarrollo como artista plástico?
Quizás me arriesgo afirmar que Casablanca constituye el ensamble a gran escala que jamás haya elaborado hasta el momento.
Texto de Ricardo Pérez Quintero.
Editado por Sergio Monsalve.