Como Venezuela sufre de amnesia selectiva y ha sido condescendiente al regalarle un millón de dólares a los hermanos Primera, debo responder y honrar mi trabajo como periodista crítico, recordando por qué no me gustan ellos, y tampoco a una buena parte del país.
Hoy comparto cinco razones para justificar y argumentar el disenso contra unos músicos de dudoso origen, a quienes recientemente les montaron un concierto digital para financiarles su operación durante el confinamiento.
Los hermanos Primera protagonizaron telenovelitas infumables y cursis, de puro cringe, como de “Sol a Sol”, un éxito de rating porque la audiencia suele respaldar la degradación de los enlatados basura, producidos desde la explotación del target juvenil. También estelarizaron otro bodrio de César Bolívar llamado “Muchacho Solitario”, una vulgar cuña de un refresco, un informercial antes que una película. Parte de nuestro cine de la frivolidad.
- Pertenecen a una dinastía de propagandistas del socialismo y el comunismo, empezando por las canciones pavosas de Alí Primera que siguen acompañando las campañas electores y los programas del chavismo, terminando en las posiciones entreguistas y colaboracionistas de Florentino. La familia ha respaldado culturalmente a la toxicidad del régimen a través de toques en cadena nacional. Razón suficiente para cancelarlos, de por vida, de mi playlist.
- Su música no me interesa en lo más mínimo. Hablemos claro sin hipocresías. En una nación despedazada y ruinosa, jamás escuché a los hermanos cantar sobre la miseria y el desastre de los últimos años, sobre la represión feroz y las masacres de estudiantes, sobre la pobreza y la corrupción.
- Los hermanos Primera siempre entonaron himnos rosas y edulcorados, dedicados al amor, el romance y el escapismo, en un opio que apacigua a las masas carenciadas, sirviendo de cortina de humo para que la gente evada sus problemas. Crecí en una época donde Servando y Florentino eran tenidos por un productico de diseño, absolutamente inocuo e inofensivo. Han sembrado un mal ejemplo y una escuela de la cohabitación y de aceptación de los códigos mediocres de la música nacional. Prefiero cualquier grupo punk de auténtica resistencia.
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- Nunca evolucionaron, cantando con el mismo tono agudo de Salserín. Son un par de pavos viejos, quedados en la nota, que me dan cringe. La estética de los dos es tan estereotipada y acomodaticia, tan demagógica, como su fulano arte.
- Por último, los Primera hicieron un concierto digital con un plano horrible de una mujer, de una fanática que duerme detrás de ellos en una cama. Se brinda, entonces, una imagen cosificadora y de subestimación hacia el género femenino, poniéndolo en pose de espera para el acto sexual o en fase de pasividad, de sueño eterno, donde los hermanos encarnarían la fantasía de las fans enamoradas.
Mientras se habla de empoderamiento femenino, los hermanos Primera se siguen poniendo de primeros, en su visión pasada de moda.
El concierto ha funcionado para hacer la caja de los hermanos, en el tiempo de la cuarentena. Una parte de Venezuela es nostálgica como la chica de la cama en el cuarto de los Primera.
He publicado esta lista, supongo, para despertar o al menos contribuir al debate sobre la muy refutable obra de los hermanos, que no están para que les hagan un homenaje virtual, sino una revisión cuestionadora de su carrera.
Dado que hemos entrado en una etapa de normalización radical y de relativismo ante el expediente chimbo del marxismo cultural, conviene entender que no podemos negociar una cuestión de simple lógica.
No nos van a vender que celebremos a una familia que tiene muchas dudas y manchas en su trayectoria.
No me presto para lavarles la imagen.
Por Sergio Monsalve, Director Editorial de Globomiami.