Ayer vi una noticia escalofriante y aterradora que debe de llenar de tristeza y preocupación a cualquier gobernante o ciudadano venezolano de bien como lo es el incremento de los casos de suicidio en la población de jóvenes menores de 18 años.
Se nos informa en los Run Runes de Nelson Bocaranda quien verifica sus noticias antes de publicarlas, que durante el período de maduro la tasa de suicidio entre los jóvenes se ha incrementado ocho veces en ocho años cuando eso debería ser una constante social.
O sea que por cada suicidio juvenil de antes ahora hay ocho suicidios llevados a cabo por las víctimas jóvenes y eso, aparte de ser una epidemia muy preocupante, es una monstruosidad, pese a que Albert Camus, el gran existencialista de los años 1950 disertara sobre él en El Mito de Sísifo y proclamara que el Hombre es un animal con conciencia de la muerte, y de allí su desapego a la vida.
Por supuesto, maduro y su claque no han comentado la información, y al revés tratarán de ocultarla con algún show o acusando a Nelson de manipulador. Pero Nelson está citando a fuentes policiales y forenses.
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El tema del suicidio es un tema de difícil consumo para las sociedades católicas, pero hasta algo normal, incluso honorable en otras sociedades como las sociedades del Lejano Oriente. Sin embargo, desde los tiempos de Sócrates ingiriendo cicuta antes de Cristo, o Hitler en el bunker de Berlín, o como en casi todas las novelas escritas bajo los regímenes socialistas en Europa se describe esa situación de suicidio como epidemia empezando por el gran poeta ruso Maiakovsky por el fraude que era el comunismo.
En nuestra sociedad democrática donde nunca se escondieron las estadísticas oficiales, el suicidio entre jóvenes era algo excepcional, más referido a tendencias familiares del occiso, y en ancianos sufriendo enfermedades terminales. Los suicidios en jóvenes eran muy extraños y más como intento frustrado que como consecuencia de una decisión fatal y asociado a desamores a lo Romeo y Julieta. Así que el incremento de estas muertes también deben ser adosadas a la estadística criminal de maduro y su banda. Son seres deprimidos e inducidos a la muerte por el socialismo, que es lo habitual.
Mal puedo especular sobre los detonantes de una decisión tan brutal, no sé si es la imposibilidad de ver un futuro promisor, o la desesperación por las pésimas condiciones existenciales de vida, o por la desintegración del núcleo familiar, o por rupturas amorosas a lo Madame Butterfly.
La otra razón para que no fuéramos una sociedad suicida debe ser la naturaleza mestiza de nuestra nación, donde los crímenes atroces son más provocados proporcionalmente por los blancos, según investigaciones de Herrera Luque en nuestros hospitales psiquiátricos.
En la foto, que compartí, vemos un pabellón del hospital psiquiátrico de Anare hacia 1948 tomada por el doctor José Ortega Durán, psiquiatra fundador, entre otros, de la Escuela de Psicología de la UCV y creador de los comedores escolares y populares durante el primer gobierno de Rómulo Betancourt en 1945.
Tengo en mi colección varias fotos referidas al tema de hoy, pero se recomienda no publicarlas por la salud mental de todos, y más en este tiempo de fragilidad emocional colectiva inducida por las dos razones ligaditas: el socialismo y el virus chino.