viernes, septiembre 6, 2024
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Mis diferencias con Javier Hala Madrid

El humor de Javier Hala Madrid nunca me ha causado la menor la gracia, sobre todo cuando ofende y hostiga a grupos sensibles y vulnerables, haciendo chistes malos contra sectores que históricamente han sufrido de acoso y abuso por su condición de minorías.

Es una forma de bulliying que solo en una parte de “venecozuela” pasa por ocurrente, pero que en verdad, poco o nada aporta al mundo real de la generación de contenidos trascendentes.

En horas recientes, Alex Tienda le contestó a Javier Hala por hacer un video donde habla de la “realidad de Venezuela”, refiriéndose a Maiber Mena, el pobre chico que limpia parabrisas para sobrevivir.

Tiene 14 años y sus sueños fueron frustrados por el chavismo.

La respuesta del mejicano no solo fue ejemplar, sino que desenmascara el perfil polarizante y dicotómico que desarrolla el “influencer” criollo a través de sus cuentas en redes sociales, al plantear siempre esquemas cerrados y binarios de un pensamiento generalmente populista en su radicalidad.

A pesar de disentir de Javier Hala, hay dos cuestiones en las que podemos coincidir: nuestro abierto enfrentamiento a la dictadura y el socialismo, así como el derecho a defender la llamada primera enmienda, desde la amplia extensión de la palabra.

Defendería, por tanto, la libertad de expresión de Javier Hala y de cualquier ser humano, independientemente de que no comparta sus posiciones o que las considere equivocadas.

No olvidemos que Javier Hala salió del país, porque tuvo el “guaramo” de satirizar a los burócratas del comunismo caviar, convirtiéndose en blanco de ataques, censuras y cacerías de brujas.

Por ende, su origen político merece recordarse y no sacarse de contexto, al momento de hacer los balances correspondientes.

Como millones de coterráneos, Javier debió emigrar y buscar un espacio en Miami, ganándoselo por el propio esfuerzo de sus polémicas rutinas.

Luego afuera, pronto devino en una especie de “QAnon” veneco, de oportunista instrumentador de las agendas conservadoras y republicanas, que inspiran sus videos más tóxicos y “hater”, exponiendo a personas y grupos por el simple hecho de pertenecer a la comunidad LGBTI.

Una suerte de “Breitbart” por Tik Tok e Instagram, que refuerza una paranoia de ultraderecha, que no es suya, que pertenece a unos Think Tanks que empezaron investigando seriamente en las Universidades, para luego ser explotados por los partidos y movimientos más extremistas en su esquema libertariano.

Dicho tono de amenaza autoritaria, en plan de superioridad moral y mainsplaining, es lo que me separa por completo del personaje zuliano, al encarnar varias formas de lo que se denomina “falacia argumental”, reduccionismo y violencia del pensamiento.

Pienso que Javier Hala tiene potencial para evolucionar en su mirada crítica ante la tiranía del castromunismo, sin que por ello termine comportándose como un demagogo homofóbico y misógino de la Cuba, bloqueada y sancionada como la ex patria.

Espero que aproveche sus millones de seguidores, para acercarse a la filantropía que predica Alex Tienda, poniéndose del lado de los venezolanos que sufren.

Al final, Javier Hala es tan venezolano como cualquiera de nosotros.

Si ha cometido un auténtico error, no seremos nosotros quienes lo juzguemos.

Creo que está a tiempo de dejar a un costado los paños en la cabeza, colgarlos en el baño para secarse y poco más, trabajando por la causa común de liberar a Venezuela de las ideas que la atrasan y la atan al pasado, como la burla estereotipada y la humillación de pran farandulero, frente al débil.

Igual con la chanza floja de las vocecitas y los suéteres. Una rutina pasada de moda. 

Hay que ser empáticos ante el dolor de los demás, como decía Susan Sontag.

Hay que ser menos egocéntricos, en el sentido de desarrollar una comedia excesivamente autoindulgente y autoreferencial, para abrazar las complejidades del mundo que nos sobrepasan.

Espero ver una conversa adulta entre Javier, Maiber Mena y Alex sobre Venezuela, sobre cómo podemos superar nuestras diferencias, para liberarnos del yugo de los que nos reprimen y nos condenan al exilio.

Sergio Monsalve. Director Editorial de Globomiami.

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