México inició la campaña para una elección intermedia precedida por el asesinato de decenas de políticos, quienes eran clave en el proyecto del presidente mexicano
Andrés Manuel López Obrador.
Con el oficialismo como favorito, unos 94,4 millones de mexicanos están llamados para votar el 6 de junio por 500 escaños de la Cámara de Diputados federal y casi 20.000 cargos estatales, incluidos 15 de 32 gobernadores.
El camino hacia la elección en México se ha teñido de sangre. Desde septiembre del año pasado, cuando arrancaron las primarias de los partidos, fueron asesinados 15 precandidatos y un candidato, según la consultora Etellekt.
En ese lapso también murieron otro medio centenar de políticos, de acuerdo con el gobierno, que atribuye estos hechos a narcotraficantes y demás grupos delincuenciales.
López Obrador, en el poder desde 2018, evoca incluso la existencia de un “partido del crimen organizado” que buscaría ampliar su poder a golpe de homicidios, secuestros y financiación de campañas.
En México operan una decena de carteles del narcotráfico y bandas dedicadas al robo de combustible, la venta de droga al menudeo y el tráfico de migrantes, entre otros.
El analista político Hernán Gómez Bruera estima que todos los partidos estarían infiltrados por la delincuencia, sobre todo a nivel municipal, sin que necesariamente sus máximos dirigentes estén implicados.
“En algunos estados o municipios (…) el crimen organizado sin duda tiene sus ‘candidatos’ y por eso estas disputas”, explica.
Las elecciones de 2018 dejó 48 precandidatos y candidatos asesinados, de acuerdo con Etellekt.
Mayoría en juego
En los comicios de junio estará en juego la actual mayoría absoluta del partido oficialista Morena (la mitad más uno de los diputados), que le permite aprobar leyes ordinarias.
Pero López Obrador requiere mayoría calificada (dos tercios) para pasar eventuales reformas constitucionales que ampliarían el rol del Estado en sectores estratégicos como energía e hidrocarburos.
Aunque con aliados logra mayoría calificada, el partido Verde rechaza algunos proyectos, debido a lo cual el mandatario busca reducir esa dependencia.
“De ellos (los aliados) depende que el proyecto de López Obrador continúe adecuadamente o quizá frustrarse”, dijo a la AFP el historiador y politólogo José Antonio Crespo.
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Será la elección más grande en la historia de México, tras modificaciones para que converjan comicios federales y estatales.
El Senado mantendrá su composición actual hasta 2024, y aunque Morena también tiene mayoría absoluta, está obligado a negociar con opositores.
“Están apostando incluso con candidatos que hasta hace poco eran críticos de López Obrador e incluso políticos con un pasado turbio y de corrupción”, anota Gómez Bruera.
Entre los más polémicos está Félix Salgado, señalado de abuso sexual y que pelea en tribunales para mantener su candidatura a la gobernación de Guerrero (sur).
Pero Gómez Bruera estima que al final pesará más la popularidad del mandatario, con 63% de aprobación según un promedio de encuestas realizado por la firma Oraculus.
Morena mantendría el control de la Cámara de Diputados con 42% de los votos, por encima del conservador Acción Nacional (PAN, 17%) y el exhegemónico PRI (16%), estima Oraculus.
Aunque se ha unido alrededor de varios candidatos, la oposición luce “desdibujada” y difícilmente podría dar la sorpresa, observa Crespo.
Sin embargo, “de aquí a (las presidenciales de) 2024 pueden pasar muchas cosas. Los últimos tres años de un presidente son los más complicados”, añade.
Además de la violencia, otro desafío será desarrollar la elección en plena pandemia de covid-19. En México, de 126 millones de habitantes, se vota de forma presencial y en una única jornada, lo que podría acentuar el abstencionismo habitual en la intermedia.