domingo, noviembre 24, 2024
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La publicidad degradante de un Toyobobo

El video de Luxury Armor no es un hecho aislado, un pequeño desliz creativo, fuera de contexto, tal como quieren hacer ver las beatas del periodismo nacional, quienes solo critican al sensacionalismo, cuando no lo practican ellas o lo ignoran por simple conflicto de interés.

Me gustaría sufrir de un ataque selectivo de falta de memoria para seguir la línea editorial de nuestras hipócritas mediáticas, cuyos amagos de rectitud y probidad, pues no me creo, ante el nuevo derroche de mal gusto de la comunidad influencer del país. 

Estoy acostumbrado, como espectador y crítico, a recibir agresiones audiovisuales por el estilo, desde los años ochenta. 

¿Cuál verdadero nivel?

Puedo así establecer una conexión entre la degradación mercadotécnica del Toyobobo de Instagram y una larga serie de chapuzas normalizadas por la sociedad criolla del espectáculo: la Coconaza, los gratuitos desfiles de bikinis de Bienvenidos y Cheverísimo, las movidas del cuadrito de Joselo, las operaciones colchón de los canales, la industrialización de la vagina en los concursos de belleza, los orgasmos de Norkys, las propuestas cutres de Micro teatro, los chistes malos de las Bendecidas de Marco Música, las películas piratas del Conde del Guacharo, la prostitución VIP del Miss Venezuela, la mirada pedófila del Club de los Tigritos, la actual santificación civil de los emprendimientos pornográficos de la Sirena 69, como si fuese una especie de embajadora sifrina, de salvadora y redentora de un género maldito, bien condenado si pertenece al gueto de la “marginalidad”.

Por tanto, existe una doble moral en la forma de evaluar y cuestionar el obvio disparate de la cuña de la modelo con la comionetota y el imposible hijo chaborro de papi. Naturalmente, son cosas trilladas y superadas, estancadas y resultantes de una Venezuela con un grosero índice de analfabetismo audiovisual.

En otro lugar del mundo, la cuña sería realmente una excepción a la regla, un caso único de estudio, una manzana podrida. Hoy, en la república bolivariana del culto a la fealdad, el video de Luxury Armor constituye uno de tantos síntomas de una enfermedad general, sin remedio y vacuna a la vista.

El chavismo terminó por destruir a dos generaciones enteras de compatriotas, bajo el yugo de una política salvaje de desinformación y desmontaje institucional, contra los valores de la familia, la propiedad y la integridad de los derechos humanos. Así la sociedad involucionó a un grado mayúsculo de infantilismo, al punto de depender para todo de un papá estado improductivo, inútil y represor.

Por ende, el populismo se adueñó de la dieta miserable de la programación amarillista de Tves, del matoneo de La Hojilla y Con el Mazo Dando, del emplazamiento de sellos y marcas truchas, vendidas con el primitivismo de una campaña del Drácula La Cava.

¿Qué revela el video de Luxury Armor? El vacío, la nada y la flojera discursiva de unos mercenarios de la mediocridad algorítmica, al servicio de las peores ideas y postores.

El protagonista es el típico cabeza hueca, coco seco, supuesto hijito de papi, en permanente estado de celo, incapaz de disimular su onanismo estéril.

He leído bastante a Freud, Jung y Adler, para entender que semejantes exhibiciones de fertilidad y falocentrismo desatado, solo esconden un fuerte complejo de inferioridad, por no hablar de otras disfunciones. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces.

En consecuencia, el Toyobobo resume la condición de un bolichico, de un nuevo rico, de un materialista histérico, de un hijo de la ex patria que cree legitimarse en la ostentación de signos y símbolos de una bonanza absurda e inconcebible en tiempos de dictadura castrocomunista.

Quiere ser una parodia jocosa de un enchufado, pero al final reafirma el estereotipo a través de un humor autoindulgente. Él se permite estar rodeado de escoltas, pagar por una caja fuerte, ser un banco andante, pimpear su máquina a lo Rápido y Furioso. ¿Pero de dónde sale la plata?

Hasta lo que sé, en Venezuela las camionetas con escoltas se reservan para una élite minúscula de corruptos, porque la política y el crimen son los motores del ascenso rápido e impune en el país de Luxury Armor. Claro que se copian las imágenes prostituidas por los videos de regetón, las alusiones baratas al mundito del primer Bad Bunny, los reciclajes y las deudas con la tendencia narco de los lujos gansta. La burbuja cuatro por cuatro, el apéndice de una mujer objeto menospreciada, la hipertrofia de la comunicación, el hedonismo y la gratificación de una vida corta.

La chica no tiene entidad, relato, voz, más allá de posar como “un juguetico” del bebé consentido por el morbo de una cámara indiscreta.

Planificado, “brifeado”, grabado, editado y publicado, no me creo el control de daños que emite el comunicado de la empresa, a modo de disclaimer, una vez que el despropósito se instaló y viralizó.

La publicidad degradante de un Toyobobo

“El contenido se escapó de la revisión y verificación del equipo interno”.

¿Cómo se escapó, por la puerta de un carro?

Definitivamente nos subestiman. Aquí algunos piensan que todo lo pueden resolver posteando unos párrafos llenos eufemismos y justificaciones bipolares.

Lo lógico es que pidan disculpas y que procedan a reparar el desperfecto causado a la comunidad. Al menos así funciona en el resto del planeta civilizado.

Hagan un mínimo de trabajo social, inviertan en una campaña de fomento de buenas prácticas, costumbres y principios.

De otra manera, el círculo vicioso no se cortará y veremos un nuevo video así en las próximas horas, días o meses.

Por Sergio Monsalve, Director Editorial de Globomiami.

4 COMENTARIOS

  1. Que grato leer un artículo como este, hace tiempo no me tocaba con esta narrativa, encontraron un nuevo lector. Totalmente de acuerdo con lo dicho, realmente bajo pero tan lamentablemente justificado ese show barato que expusieron.

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