¿Hacia dónde va la oposición en el 2021? ¿Tiene futuro la estrategia de Guaidó? ¿Qué fue de la vida de la consulta? ¿Finalmente María Corina Machado asumirá la conducción del liderazgo político en el país? ¿Qué quedará de la mesita arruinada después del pan y circo de la nueva asamblea del chavismo?
En Caracas, la gente amanece enratonada, formulándose las preguntas del 2021.
El diciembre secó el bolsillo del venezolano, dejando las calles y negocios vacíos de la economía ficticia de los bodegones.
Otra vez entramos en el modelo especulativo del siete más siete, para encubrir lo obvio: la falta de todo, pero en especial de gasolina, agua, luz y recursos mínimos de la cesta básica.
Va siendo normal escuchar historias de amigos y panas que despiertan, tras el simulacro del cañonazo, con la certeza de vivir en las condiciones de un caserío, de un pueblo fantasma en Caracas.
A la gente le cortan la electricidad, le explotan los transformadores por ausencia de mantenimiento, y les cobran vacunas en dólares para restablecerles el servicio.
No hablo solo del barrio o del oeste, sino de un lugar común de zonas pudientes, otrora privilegiadas.
Por ende, la plaga del socialismo corroe las entrañas del tejido urbano, desarmando cualquier sentimiento de contención y seguridad en una burbuja.
La única abundancia es la de la incertidumbre, el desconcierto, el desamparo, el pesimismo, el desencanto, la desinformación, el terror. Todos elementos potenciados por la doctrina del shock de la dictadura, cuya estrategia rusa y cubana descansa en la administración de golpes y estados de sitio, de conmoción.
Así han desgobernado al país por 20 años, desde el algoritmo de los hackers rojos.
Anualmente organizan elecciones para dividirnos, a diario fabrican matrices que nos devuelven a un escenario virtual y decimonónico de guerra civil.
Es a Maduro que le conviene vernos peleados, agrietados, rotos, desconfiados, paralizados.
Ellos saben que el miedo descoloca, que la distribución de la escasez genera pánico y regresión infantil.
Por tanto, la desesperación conlleva a conductas irracionales y absurdas, como pasar el feliz año en una cola de gasolina, esperar que algún iluminado nos salve, cual desenlace de una película de Rambo.
Por meses, una cierta disidencia decidió renunciar a la lucha interna, por hacer campaña a favor de Trump. Naturalmente agradecemos a Donald el hecho de apoyarnos con las sanciones y el bloqueo a los negocios de la red del lavado bolivariano.
Sin embargo, nunca se debió frenar el esfuerzo doméstico o hipotecarlo en función de la victoria de un candidato en un sufragio de Estados Unidos.
La narrativa de venderlo como el momento decisivo del 2020, en lo político, insufló unas expectativas demasiado altas, que se pagaron caro con la derrota y el subsiguiente fracaso en las urnas, independientemente de si el fraude puede probarse.
Desde entonces, la paradoja tomó por asalto al pensamiento colectivo, dándole una oportunidad enorme al adversario.
Por supuesto, el Foro de Sao Paulo celebró y se adjudicó la victoria de Biden como propia, para fragmentar aún más la unidad intelectual y cultural de la región.
Cancelada la ruta de Trump, por lo pronto, el cuadro de oposición luce afectado y resquebrajado, en busca de sentido y relato.
Ideológicamente volvimos a ser engolosinados por el espejismo del hombre rudo, del mesías, del Avenger que nos conduciría a la libertad, en una gesta heroica de rescate humanitario.
Una superproducción del Pentágono, en modo Día D, que solo nos invitaría a comprar las cotufas y contar los minutos en la dulce espera del desembarco de los marines por las playas de la Guaira.
De inmediato, encendieron las luces de la sala, cortaron la proyección a la mitad, y nos mandaron para la casa con unas explicaciones y justificaciones de nuestro insólito universo.
Los influencers de moda intentaron encontrar alguna respuesta en una ventolera de razonamientos consparanoides, a la manera de un charlatán de Youtube.
Tomando el contexto de referente, la oposición ahora requiere de un replanteamiento de sus bases, de una refundación, de un arco dramático que le permita protagonizar antes que encasillarse como víctimas de las intrigas y los protocolos de la comunidad internacional.
Con el establishment multilateral de los expertos, se puede contar para apoyos morales y resoluciones de papel. Pero jamás para provocar una transición seria y contundente.
A las claras, el camino prudente exige y demanda el acuerdo entre las fuerzas vivas de los sectores de oposición, alrededor de un plan coherente.
La batallita de egos merece cesar, pues con vedetismo y mesianismo seguiremos entrampados en el reality show del concurso frívolo de personalidades.
El asunto no es si Leopoldo, MCM, Capriles, Juan o Ramos Allup, encabezan las encuestas del descontento, hegemonizan y rivalizan para opacar al resto.
El periodismo miope centra el problema en el dilema mentiroso de seleccionar a un ungido, por encima de los demás.
Tampoco se trata de enfocarse exclusivamente en la chambita fácil de posar con corbata, hacer gira de medios, dedicarse al exhibicionismo de los aburguesados burócratas de la oposición.
El interinato colgó los guantes, para trabajar como una rosca de políticos inofensivos de salón que luchan por cambures y curules, posponiendo la definitiva liberación de Venezuela.
De tal manera, continuaremos enfrascados en la reyerta de los lobbies y de los comandos del mercadeo de cada tolda, de cada fracción, atomizando al frente amplio.
Nicolás atizará el fuego de la desintegración, en pos de su juego de eternizarse.
De ahí que prepare una próxima elección de gobernadores, para gestionar la disolución de los partidos caza renta.
En efecto, Vente Venezuela ya recoge los malos frutos de la segmentación, por no mencionar a PJ, VP, COPEI y AD, actualmente desmembrados.
Convengamos que Biden será laxo y lento, con lo cual o la oposición corre por una salida propia o se encarama a la tortuga de Joe en una gestión demócrata que no tiene a Venezuela como prioridad.
Recomendaría ser pragmáticos hasta con el uso de las palabras, evitando excederse con el bluff de soluciones abstractas, con siglas incomprensibles.
¿Cuál es el alcance real del Tiar y del R2P? El humo, la demagogia de los populistas que lo promocionaron como la solución.
Es hora de un pacto de oposición, en pleno.
Una reunión ampliada que convoque e integre a las voces de la disidencia, para unificar criterios y objetivos.
De lo contrario, la comunicación brindará la imagen de dispersión y esterilidad que nos enseña en los inicios del 2021.
A empoderarse y superar el papelito de los loosers, del clan mete la plata.
Solo juntos le meteremos un susto al enemigo, redescubriendo una senda de justicia, redención e independencia.