La Política no tiene límites como si la moral o la práctica de la caballerosidad y eso significa poseer un mínimo de pudor.
Por ejemplo el Libertador era un hombre muy cruel, pero como era hombre educado se podía dar el lujo de ser un caballero, tanto que el mariscal Morillo en su testamento años después dejo la orden que sus documentos de la época fuesen enviados a Venezuela para que reposaran junto a los del Libertador y eso significa que pese a la crueldad de la hora, ambos eran unos caballeros.
La impudicia es sinónimo de infamia moral, de la ausencia de valores éticos individuales porque en política hay que hacer con frecuencia cosas que a uno no le gustan, pero con sevicia se agrava más la situación.
Por ejemplo, si usted necesita fusilar a alguien va y lo hace, pero no se presenta borracho para burlarse del que va a morir porque hacer eso además de crueldad innecesaria, es impudicia y eso es solo propio de los canallas.
Exactamente sucede lo mismo con el régimen y la venta de gasolina, pues ellos controlan a las gasolineras y ahora exigen que se les pague en dólares y por el otro lado anda por allí despotricando de los norteamericanos, pero lo peor es que se nieguen a recibir bolívares en las estaciones de servicio, que es quiérase o no, la moneda nacional que ellos emiten y eso si es impudicia y sevicia.
Si alguien está obligado a recibir pagos en bolívares es el gobierno que emite esa moneda, o acaso él puede pagar así pero no lo acepta en sus cobros porque es una moneda sin valor?
Si quiere cobrar en dólares, entonces que emita dólares, si es que puede, pero mientras no pueda, entonces que cobre en bolívares.
Muestra de la degradación moral del régimen es haber traído al merenguero dominicano Bony Cepeda para que le cante a maduro, no por criticar a Cepeda que actuó por los churupos que le pagaron, que ahora no son poca cosa por esto del coronavirus cuando los espectáculos musicales están de capa caída.
Ignoro los honorarios profesionales del dominicano y la cobertura de los gastos ocasionados, pero tampoco es para crucificar al merenguero. Mal puedo hablar de la música del señor Cepeda, a quien nunca he oído y desde luego, estoy lejos de ser un experto en merengue dominicano, que si bien suena muy alegre y tiene una letra muy simpática y pegajosa, me recuerda mis noches en Santo Domingo en el Hotel Jaragua hace varias décadas y porque las dominicanas lo bailan alejando lo más posible las caderas durante el baile, o sea que menear bailando a las dominicanas es misión imposible, ni que uno sea Juan Luis Guerra.
Pensé que Cepeda era de Puerto Rico por el apellido, pues de allá era aquél maravilloso pelotero llamado Orlando Peruchín Cepeda de los gigantes de San Francisco en los años sesenta y hoy en el Salón de la Fama en Cooperstown, hijo de otra estrella del beisbol boricua de los tiempos de Maricastaña.
Al contrario, le agradezco al señor Cepeda que haya puesto en evidencia la calaña moral del régimen y lo desubicados moralmente que están, lo que muestran con esta acción la impudicia desde el poder y su borrachera, mientras el salario básico es una miseria y los venezolanos se están muriendo de hambre y de mengua.
Vainas propias de la corrupción socialista, por lo pronto el Bony se jacta del billete por sus servicios, y no es como Danny Glober, al que el difunto dio 18 millones de dólares a cuenta de su afición al socialismo pero nunca ha justificado ese dinero, no obstante también pretende como todo buen socialista, darnos lecciones de moral revolucionaria socialista.