La más reciente obra y best seller Los hermanos siniestros: la codicia y el odio en el confort del horror, de la periodista y escritora venezolana Ibéyise Pacheco, retrata a Jaime y Betty Ramírez, dos políticos venezolanos con sed de venganza que buscan con sus propias manos justicia por el asesinato de su padre tras ser torturado en la cárcel al ser involucrado con el secuestro de William Frank Niehous, empresario estadounidense y presidente de Owens-Illinois.
Pero no es justicia a través de las leyes, sino mediante acciones de control, persecución e implantación de un sistema político que llevó a Venezuela a una crisis histórica.
Con esta última obra en el género novela, Pacheco está satisfecha con los resultados, a pesar que el libro cayó en manos inescrupulosas que lo distribuyeron gratis sin su autorización.
La escritora -fuerte crítica a los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro- ha dado al país otras obras como Bajo la sotana. Las confesiones del padre Pablo (2006), Sangre en el diván: el extraordinario caso del doctor Chirinos (2011), El grito ignorado (2012) y Las muñecas de la corona: los crímenes y las perversiones del chavismo en el poder (2017).
“Después de entregar Los hermanos siniestros estoy en la terapia de postparto, porque es un proceso como parir. Estoy muy contenta, muy agradecida, por la profundidad de lectura que ha logrado y las trascendencia del mensaje que realmente era mi objetivo urgente, dibujar ese infierno que se vive en Venezuela de manera cotidiana”, comentó al programa FoMO de GloboMiami.
El libro es un aporte para que el venezolano salga de la autocompasión y la resignación producida por el chavismo, al lograr que los ciudadanos se sientan “poquita cosa”.
“Y lo está”, comenta Pacheco, “porque está desvalido, porque no tiene derechos, porque es agredido constantemente, porque se le agotaron las herramientas, porque no hay comida o combustible. Ante un escenario hostil es importante la visión de quienes no estamos en Venezuela y en lo que podamos ayudar.
-Jaime y Betty hacen referencia a los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez, ¿por qué no llamarlos por su nombre?
-La lectura de que son ellos la estás haciendo tú no yo. Sí en términos rigurosos, bajo el ejercicio del periodismo, escribiera un reportaje de investigación que sería la otra óptica como ocurrió con Sangre en el diván, en el cual tuve que entrevistar a Edmundo Chirinos porque se le acusaba de asesino, debería hacer lo mismo en este caso. Insistí por varios meses y lo logré por fortuna, pues sin la entrevista de Chirinos, sería un trabajo incompleto. La obligación de nosotros como periodista al denunciar a alguien es procurar tener la versión de quien es señalado. En este caso, serían Delcy y Jorge.
En la novela hay elementos de la realidad, pero también de ficción. “Hay técnicas en la que yo cambio el ritmo, utilizo arbitrariamente -de acuerdo a mi preferencia narrativa- algunos tonos, fechas… le doy coherencia, ensamblo e interpreto sin el rigor que implicaría hacer un reportaje de investigación”, comenta.
“Por eso, si ustedes encuentran elementos para identificarlo, es mera coincidencia”, dijo Pacheco en la entrevista.
– ¿Quiénes son Jaime y Betty Ramírez?
-Son unos hermanos que a partir de la muerte de su padre, que es el punto de arranque de su coartada, empiezan a crecer como víctimas de otras víctimas. Que son víctimas de la democracia, de todo lo que se movió incluyendo el crimen por el cual pagaron unos responsables y crecieron protegidos por una sociedad que se sentía culpable. Que tuvieron los privilegios que otros de su clase social no tuvieron, estudiaron en la Universidad Central De Venezuela, desde donde comenzaron a tener incursión política, especialmente él (Jaime), al ser presidente del Centro de Estudiantes de Medicina y luego de la Federación de Centros Universitarios.
– Jaime y Betty toman provecho de su padre, pero en su cotidianidad lo rechazan, incluso no le tienen simpatía
-Sí, a pesar de que es un argumento constante la referencia al padre y tratar de plantear que es un acto del amor el recuerdo, no lo quieren. Tiene un reclamo que los había abandonado desde antes, porque ciertamente, vivió muy poco con ellos, pues hacía política desde la clandestinidad. Cuando él muere ellos estaban pequeños, Betty tenía 5 años y Jaime 10. El contacto entre ellos fue poco.
-¿Cómo es su súper ego, esa estructura familiar que influye en figuras políticas, pervirtiendo a su entorno social más inmediato, haciendo un trabajo político tóxico negativo…
-Ellos son tóxicos per se, es decir, que hagan lo que hagan bien sea en la rama de la medicina (Jaime el psiquiatra) o el derecho (Betty la abogada), son unos personajes siniestros, el adjetivo les calza a la perfección. No me venía otro en la medida que iba construyendo el personaje. En ellos destaca la amoralidad, la codicia y ese sentimiento de odio constante que permea en algunos sectores más que en otros al encontrar en el chavismo un caldo de cultivo perfecto. Es una situación de la que se han aprovechado y nutrido, porque se han encontrado a personajes tan siniestros como ellos, aunque se los han llevado por delante uno a uno, ejecutando un plan muy ambicioso que es terminar con el control máximo del poder en Venezuela.