domingo, noviembre 24, 2024
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Hotel Transylvania Humboldt

El complejo fue originalmente montado por otro dictador, Marcos Pérez Jiménez, quien lo elevó como caballo de Troya de su estrategia de construcción política

Los asquerosamente ricos del chavismo desfilan por los pasillos del Hotel Humboldt, un botín preciado de las arcas del estado en quiebra.

El complejo fue originalmente montado por otro dictador, Marcos Pérez Jiménez, quien lo elevó como caballo de Troya de su estrategia de construcción política.

No en balde sigue sirviendo de base militar, ahora controlada por los sapos de la última tiranía roja. Los chavistas, por tanto, llegaron al final de todo, para expropiar un símbolo ajeno, cuya imagen será corrompida ex profeso por las garras de los bolichicos, a través de sus videos, historias y fotos de Instagram. La movida no resulta casual.

En días recientes, filtraron fotos y reels de la inauguración de un restaurante dizque gourmet, con pretensiones de atender a la aristocracia del mal gusto.

Prepararon tragos con sondas llenas de jugo de arando, recreando una fantasía hospitalaria de transfusión sanguínea en el tiempo del covid 19.

Así, el círculo vicioso del coronavirus cierra en Venezuela, pasando del murciélago contaminado del mercado de Wuhan, a la explotación de la estética de la pandemia, para saciar la sed de consumo aspiracional de los dráculas sancionados y bloqueados.

Los vampiros en la habana crean la crisis y después gestionan la operación del reparto clientelar de los negocios, entre las manos de los burócratas favorecidos por el partido comunista.

Es la misma teoría aplicada en Cuba por la familia Castro.

Toman el control de los lugares emblemáticos del país, proceden a administrarlos dentro de su cogollo exclusivo, clausuran el espacio al público de a pie, comercian y trafican con los restos de las ruinas, cual piratas del caribe.  

Los miserables deben mirar de lejos, mientras la casta de privilegiados paga las cenas más caras del continente, sin apenas inmutarse.

El cash circula como en un episodio de la serie Narcos, erigiendo una ruta de dinero opaco y mal habido. Las generaciones de relevo darán la carita, en el arduo trabajo de limpiar las culpas y lavar el dudoso linaje de las familias enchufadas.

Ellos son buenos para nada, gastan como príncipes sauditas, asisten a los salones del turismo groseramente elitista.

A escasas jornadas de celebrarse el fraude electoral, cantan victoria de la tendencia irreversible garantizada por los hackers del CNE.

El robo quedará en el seno de la dinastía Maduro, permitiendo a sus amigos de la Zurda Konducta festejar a lo grande en el fin de año del Hotel Humboldt.

Lástima por la memoria de los diseñadores fundacionales de la obra, como Don Tomás Sanabria.

Lamentable por la historia y el nombre de Alexander Von Humboldt, el ilustre padre de la geografía universal, convertido por los estafadores locales en sinónimo de vagabundería, amoralidad, rapacidad y derroche ante la peor depresión de la república, bajo el síndrome de la cuarentena.

De hecho, el confinamiento facilita el desarrollo de las transacciones dolosas y opacas, a espaldas de la comunidad internacional y de los observadores extranjeros.

El Hotel Humboldt se reserva el derecho de admisión de periodistas críticos, de reporteros incomodos, de cualquier interesando en abrir investigaciones.

A falta de transparencia, invitan a espías rusas, con acento de madrileña progre, para documentar el lanzamiento del Hotel Humboldt.

Luego hablaremos de la emperatriz de Rusia Today, Irina, consentida por el sistema oficial de medios. Es la nueva Eva Golinger de los Juan Planchartd del 2020.

Por ende, con ella vuelve a manifestarse la hipocresía nacional, cuando se trata de lidiar con los venidos de otras latitudes. El supuesto anticolonialismo cae rendido a los pies de los aliados de las potencias mafiosas. Se les hospeda en las mejores habitaciones, brindándoles acceso total.

Por el contrario, a los periodistas venezolanos se nos excluye, censura y desaparece. Una lista importante terminan alojados en las mazmorras del Sebin. Así funciona el doble estándar de la seguridad interna.  

La izquierda caviar es experta en el arte de saquear bienes de la nación, para el provecho de su rosca dulce de ricos bobos y coco secos.

A tal efecto, abrieron un casino en el Hotel Humboldt, donde se venden las almas, a cambio de moneda fuerte.

Mi spoiler y pronóstico es el siguiente. Esto no tiene futuro. Antes de colapsar, Babilonia y Roma se entregaron a fingir la perpetuación del pan y circo. Las bacanales y orgías buscaron cancelar el tiempo, pero en realidad aceleraron el declive y la extinción.

No será mañana o en enero.

Confío en que nacerá una civilización que resurgirá, como un ave Fénix, de entre las cenizas del siglo XXI.

El Hotel Humboldt resistirá y volverá a ser apto para todos, como lo era cuando nuestros padres pasaban allí su luna de miel, sin tanto drama, alarde y trámite oculto.  

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