La salud cardiovascular de los jóvenes se convierte en un foco de creciente inquietud. Los problemas cardíacos, una vez asociados predominantemente con la edad avanzada, están emergiendo como una preocupación alarmante en generaciones más jóvenes. Un estudio reciente llevado a cabo por el Colegio Estadounidense de Cardiología ha arrojado luces sobre esta perturbadora tendencia.
Las estadísticas muestran que los jóvenes de hoy en día están experimentando problemas cardíacos a un ritmo más elevado en comparación con décadas pasadas. El estudio, que abarcó a una muestra representativa de individuos de edades entre 18 y 45 años, reveló que las tasas de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2 y la obesidad, han aumentado considerablemente entre este grupo demográfico en los últimos años.
La obesidad, en particular, se ha convertido en un factor de riesgo significativo. Los estilos de vida sedentarios y los hábitos alimenticios poco saludables han contribuido a un incremento en la obesidad entre los jóvenes. Esto a su vez aumenta las probabilidades de desarrollar afecciones cardíacas a edades más tempranas.
Además, el estrés y la falta de sueño se han identificado como factores que podrían estar exacerbando el problema. El ritmo frenético de la vida moderna y la constante exposición a dispositivos electrónicos pueden tener efectos negativos en la salud cardiovascular de los jóvenes.
Aumentan los infartos en adultos jóvenes
las investigaciones sí demuestran que los ataques al corazón, también llamados infartos de miocardio, están aumentando en los jóvenes. Los síntomas más frecuentes son dolor o molestias en el pecho, dolor irradiado a la mandíbula, el cuello, la espalda o los brazos, dificultad para respirar y sensación de debilidad o desmayo.
Un estudio de más de 2000 adultos jóvenes ingresados por infarto de miocardio entre 2000 y 2016 en dos hospitales estadounidenses descubrió que 1 de cada 5 tenía 40 años o menos, y que la proporción de este grupo ha aumentado un 2% cada año durante la última década.
El estudio, publicado en 2019 en el American Journal of Medicine, también encontró que las personas de 40 años o menos que han tenido un ataque al corazón tienen las mismas probabilidades que los adultos mayores de morir de otro ataque al corazón, accidente cerebrovascular u otra razón.
“Los jóvenes no son inmunes al paro cardiaco o al infarto, y sin embargo muchos piensan que sigue siendo una enfermedad de mayores”, dice Ron Blankstein, cardiólogo preventivo senior del Brigham and Women’s Hospital y profesor de medicina en la Harvard Medical School de Boston (Estados Unidos) a nationalgeographic.es.
“Pero lo realmente importante que deben saber los individuos jóvenes es que las enfermedades cardiovasculares, en su mayor parte, pueden prevenirse si se toman las medidas adecuadas”.
Factores de riesgo
Los principales factores de riesgo son la hipertensión, la diabetes, el colesterol alto y la obesidad, que pueden obstruir y dañar las arterias y los vasos sanguíneos que transportan la sangre rica en oxígeno al corazón.
Aunque algunas de estas afecciones pueden ser genéticas, lo más frecuente es que se deban a años de hábitos poco saludables (como una dieta inadecuada y un estilo de vida sedentario) que suelen comenzar en la infancia, afirma Eugene Yang, cardiólogo preventivo y presidente del Consejo de Prevención de Enfermedades Cardiovasculares del Colegio Americano de Cardiología.
En cambio, la COVID parece tener un efecto más inmediato en la salud cardiovascular. Un estudio de 2022 publicado en el Journal of Medical Virology descubrió que las muertes por infarto de miocardio aumentaron un 14% durante el primer año de la pandemia. El mayor aumento se produjo entre los adultos de 25 a 44 años.
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Según Yang, se sabe que la COVID activa respuestas inflamatorias en el organismo y hace que la sangre sea más espesa y pegajosa, lo que puede hacer que las personas infectadas sean más susceptibles a la formación de coágulos sanguíneos que pueden obstruir las arterias y provocar un infarto de miocardio. Sin embargo, aún no está claro por qué los adultos jóvenes parecen ser más vulnerables a las complicaciones cardiovasculares de la COVID.
Otros factores, como el consumo de tabaco, cocaína, marihuana y alcohol, también se han asociado a un mayor riesgo de infarto en adultos jóvenes.
¿Qué hacer si soy menor de 40 años y cuento con factores de riesgo cardiovascular?
Acudir a un especialista en Cardiología es el primer paso en la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Uno de los puntos más importantes a tener en cuenta a este respecto es que si una persona menor de 40 años padece un ataque cardíaco ya debe prevenirse de padecer otro. De hecho, cuando ya una persona ha padecido una cardiopatía isquémica o un infarto de miocardio tiene muchas más probabilidades de volver a padecerlo o, al menos, de desarrollar cualquier otra enfermedad cardiovascular.
Esto hace que la prevención sea un punto clave entre estas personas. Por ello, los expertos recomiendan que en estos casos los pacientes se realicen un chequeo cardiológico completo periódicamente. La única forma de prevenir con eficacia que se produzca otro evento cardiovascular es cambiar los hábitos de vida y realizar revisiones cardiológicas cada cierto tiempo.