Hablamos de “Freaky: este cuerpo está para matar”, la película de terror más cool y siniestra del último año.
Un filme inspirado en el Wes Craven de “Scream”, pero con ganas de masacrar la corrección política de los chicos de cristal, quienes son las principales víctimas de la cinta, como ajuste de cuentas.
Se trata de una típica cinta de la casa de Jason Blum, el nuevo Roger Corman de Hollywood, que fabrica éxitos de taquilla con micropresupuestos irrisorios, para los números de la meca, como el caso de la franquicia de los huevos de oro, “Actividad Paranormal”, una saga que él montó sobre la idea de replicar el fenómeno de “El proyecto de la Bruja de Blair” dentro de una quinta de chicos de clase media, bajo un empaque más estilizado y trendy.
A Jason Blum lo amas o lo odias, porque bien puedes acusarlo de empaquetar el género para el target millenial, o en caso contrario, picarle el quesillo por patrocinar monstruosidades como “The Purge”, “Sinister”, “Get Out” y “Whiplash”, la oscarizada ópera prima del golden boy, Damien Chazelle.
Su nuevo trabajo como productor, “Freaky: este cuerpo está para matar”, lo asienta en el Olimpo de los últimos maestros del pánico anglo, trabajando secretamente para honrar el legado de John Carpenter, Brian De Palma y el mago del suspenso de “Psicosis”, todo aliñado con la sensibilidad picante del humor negro más ochentero en la tradición de John Hughes, al punto que vemos a Allan Ruck, el pobre niño rico de “Ferris Bueller’s Day Off“, en el papel de un insoportable profesor al que lo descuartizan a placer en una mesa de cortar madera.
Una desmesura, una caricatura, por tanto, no apta para los estómagos delicados y despiertos de la generación woke, cuyos representantes reciben los tormentos, las crueldades y las conmociones del extraño asesino de la movie, interpretado por un cínico e imprescindible Vince Vaugh, cada vez menos interesado en agradar a la academia y a cualquier sistema progre de encasillamiento de estrellas.
El chiste del guion consiste en intercambiar los cuerpos de una suerte de Jason Voorhees, de “Viernes 13“, con la perfecta estructura ósea de una final girl, de una Barbie en estado de depresión por la muerte de su padre, mientras su madre ahoga las penas en alcohol y su hermana trabaja incansablemente como policía, siendo la que lleva los pantalones de la familia disfuncional.
El asesino siembra el caos en un típico condado suburbial, donde ataca a los jóvenes por motivos netamente irracionales.
Aquí percibimos una divertida lectura, entre líneas, de la crisis del macho alfa, convertido en una basura blanca, como de turba de QAnon.
Por supuesto, hay una obvia influencia de charcuteros de élite como Freddy Krueger y Michael Myers, pasando de un mutismo irónico a la exclamación de pequeñas frases pegajosas y mordaces.
Una noche el asesino toma un puñal azteca para clavárselo a la prota del asunto en un campo de fútbol americano. La situación provoca un entuerto feroz, al darse la transferencia de almas a la manera de Chucky, el muñeco infernal.
Por ende, la jevita absorbe el espíritu diabólico del criminal, al tiempo que Vince Vaugh asume el rol de la chica, estimulando las risas del personal y los gags de la comedia gore, bajo la dirección de Chistopher Landom, al que conocimos por la estupenda “Feliz día de tu muerte”, un clásico producto indie de los niños terribles de Blumhouse.
Véanla sin complejos, acaso como un placer culposo. En lo personal la disfruté como una venganza creativa que toma el género de terror, cada temporada, para hacer catarsis de nuestras fobias y miedos.
Aquí está clara la metáfora y merece disfrutarse con combo de cotufas y refresco, desde casa.
Descubran qué pasa con los personajes, en su proceso de erigirse en símbolos de la época de la transgenericidad.
Decía Chris Rock en su último stand up, disponible en Netflix, que los bullys nos ayudan a crecer.
Precisamente valoramos el cine que propone “Freaky: este cuerpo está para matar”, pues enseña a las chicas a empoderarse, sin sentirse víctimas.
LEA TAMBIÉN: Datos que debes saber de WandaVision, la nueva apuesta de Marvel