En Globomiami hemos tenido el gusto de conversar con Francisco Toro, administrador, padre de familia, realizador audiovisual experto en diseño sonoro, actualmente residenciado en DF de México, donde lidera un estudio de arquitectura e interiorismo con su esposa y socia, Helena Lillo Thill.
Las reflexiones de Toro son las de un venezolano de la diáspora, que sueña con regresar a su país, pero que nos permiten entender el pensamiento de una parte importante de los miembros del exilio criollo. Por eso, en lugar de compartir una entrevista completa con él, preferimos dividir un cuestionario que le hicimos, en varias entregas que publicaremos semanalmente.
Hoy los invitamos a descubrir a un ciudadano de bien, amigo de la casa, que vivió y sufrió las inclemencias del marxismo en el país, para luego abrazar las ideas del liberalismo como una cuestión de lógica, supervivencia, reinvención y adaptación pragmática a la realidad contemporánea.
Por un tiempo estuve tentado a pensar que “izquierda y derecha“ eran categorías agotadas. Ya no servían para explicarnos las realidades que vivimos, y que en algunos casos padecemos.
Hoy creo más bien que es un espejismo, producto del resurgimiento de un populismo demagógico.
Hay una distorsión tremenda. Por ejemplo, el gobierno de AMLO enarbola las banderas de la izquierda pero en sus políticas ambientales va a contracorriente, promoviendo energías muy contaminantes. Esto desconcierta.
Despejada esta neblina, no queda duda que el debate entonces sigue siendo entre izquierda y derecha, con sus matices, claro está.
En estos días leí un tweet que decía: “la revolución francesa está sobrevalorada mientras que la revolución americana está subvalorada“.
Agregaría la revolución gloriosa, ocurrida en Inglaterra entre 1688 y 1689, aún más subvalorada que la americana, a pesar de habernos dejado lecciones cuyos resultados en perspectiva histórica han sido muy exitosos.
Pareciera a simple vista ser una apreciación muy superflua y maniquea, propia de estos tiempos de posverdades, pero guarda algo muy cierto.
Las ideas que produjeron estos tres cismas están más vigentes que nunca.
Es la génesis del debate político moderno que dura hasta nuestros días. Teniendo en su recorrido histórico varios capítulos, algunos de ellos muy oscuros.
Hoy me ubico en la centro derecha. Después de lo que hemos vivido los venezolanos, es casi un deber estudiar y abrazar las ideas de la libertad.
Debemos partir de sus pilares fundamentales; sin lugar a titubeos pero sin dejarle espacio tampoco a dogmas y panfletos.
Diría que es un compromiso aun mayor para los que hemos crecido en hogares donde el socialismo marxista era sacralizado, mientras todo lo demás llevaba la marca de la bestia.
Roger Scruton señala en sus trabajos, que la libertad está enmarcada dentro de una comunidad, donde las leyes y la moral son faros para el desarrollo de todas las relaciones de co pertenencia que en ella se generan.
En ese sentido me siento muy cerca de algunas ideas conservadoras. Considero imprescindible la prudencia ante los cambios y valoro más que nunca las experiencias previas que han reportado bienestar.
Ambas características de las sociedades más exitosas.
En Venezuela echamos por la borda 40 años de bienestar que costaron mucho, muchísimo. Un experimento liberal exitoso, capitaneado por políticos de nación. Hombres de probidad al servicio del país ¿Fue imperfecto? Por supuesto.
En mi apreciación, lo más problemático, el rol preponderante del Estado como ente rector de la organización socioeconómica. Una sociedad tutelada, con todos los vicios que eso conlleva y con los inciertos caminos que en definitiva ha abierto.
El resultado de lanzarnos a la aventura de concretar abstracciones está a la vista, un proceso que no ha dejado otra cosa que destrucción.
Asimismo creo plenamente en el mercado como único mecanismo para generar y distribuir riqueza. Más no tengo una visión economicista de éste. Los mercados exitosos y funcionales están regidos por decisiones éticas. Sostenidos en un sistema robusto de leyes y administración de justicia.
De otra forma no pueden operar cabalmente y producir los resultados esperados, en sincronía con su máximo potencial
¿Cómo llegamos a ello? Educación, no hay otro camino.
Concluiría afirmando que me siento a gusto con el liberalismo y el conservadurismo. No hay contradicción en ello. En consecuencia no me cabe duda que los asuntos de estado necesitan abordarse con pragmatismo.
Suena obvio, pero miremos alrededor, pareciera que van ganando aquellos que promueven utopías y visiones unidimensionales.
Producido y editado por Sergio Monsalve, Director Editorial de Globomiami.