sábado, noviembre 23, 2024
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Felipe de Edimburgo: el hombre de las manos atrás

Desde luego soy un republicano convicto y confeso a quien le cuesta entender la idea de la monarquía, más cuando la banalidad de algunos monárquicos es la mayor causa de aversión a la monarquía entre el pueblo llano.

Puedo entender la idea de la monarquía pero entiendo más a los monárquicos sociales porque bien visto, la Reina Isabel II y su esposo el Duque de Edimburgo gozan de mi mayor admiración y respeto.

El sustento de la Monarquía es conservar a la dignidad como un valor social y que el monarca sea un ejemplo moral para todo su pueblo en estos tiempos mediáticos. Amén de simbolizar la Unidad de una Nación o de su Imperio aunque ellos no gobiernen.

He reiterado antes mi admiración por la nonagenaria reina Isabel II, que va para los 70 años reinando con su esposo al lado, un paso atrás y siempre con las manos detrás de la espalda.

Felipe de Edimburgo: el hombre de las manos atrás

Me lo imaginaba estoico, con la corbata apretándole el cuello y vestido correctamente, así hubiese preferido caminar por el parque vestido con una ligera chaqueta y agarrado de la mano con la reina, digamos por Hyde Park o dándole la vuelta al Támesis como un británico más y pidiendo un fish & chips en el terminal, cosa que siempre procuro hacer en esa encantadora ciudad.

Pero no, esos gustos pequeño burgueses le están vedados por su seguridad y su imagen inaccesible. Ni siquiera puede mostrar mayor simpatía por un equipo de futbol por encima de otro, o no se puede bajar en una taberna de Kensington Road, salir del carro y decirle al tabernero: epa Yeyo, dame una lisa bien fría y ponme unos tequeños de tapa. No, eso es imposible, perder así el glamour.

Ni que Kensington fuera la avenida Baralt. Al fin ahora el Duque de Edimburgo podrá reposar en paz y dejar de trabajar porque ellos trabajan cada día. No tiene que cargar pico y pala, pero asombra que la reina Isabel II nunca haya tomado vacaciones, aunque salga de vacaciones porque su rol es como el de Dios, todos los días, todo el día y en todas partes del Imperio.

Y como pueden dejar de regir, me pregunto, si los descendientes a quienes legar el imperio van de disparate en disparate, como si ellos fueran unos pequeños burgueses adinerados de vida muelle y anónima.

Los Privilegios siempre acarrean Deberes, que parece que no gustan. Además bajo la acuciosa mirada de los periódicos del cotilleo cotidiano, donde los ingleses son los peores súbditos.

Ni siquiera la suma de la ETA, el IRA y todo el terrorismo radical islámico trata de destruir tanto a las instituciones británicas como esos reyes de cotilleo amarillista y los herederos que las tienen al hombro.

Vaya con Dios Felipe de Edimburgo, y descanse por fin en paz, después de una larga vida de compromiso y de trabajo bien hecho. Dios Salve a la Reina.

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