Por Malena Ferrer
Pixar ha publicado el teaser de su siguiente largometraje llamado Luca. Se estrenaría este verano y en el avance puede verse a dos niños mitad humanos/ mitad monstruos marinos tratando de sobrevivir en un pueblo de la costa italiana.
Luca me ha hecho dibujar de nuevo. Las imitaciones de los personajes de Disney fueron mi primer acercamiento al dibujo. Invertía mucho tiempo en replicar las referencias de las revistas, libros para colorear o juguetes que tenía de La Sirenita o Pocahontas.
Creo que solo tengo un par de dibujos de Pixar, ambos regalos para mi mamá, por cierto: Merida (Brave, 2012) con la reina Osa; y Kevin de Up (2009). Caí en cuenta cuando después de ver el teaser tuve que dibujar al niño monstruo (¿tritón?). “Tuve”, fue una necesidad.
Entonces recordé algo más. Tengo una incomprensible fascinación por el mito de la sirena. Cuando aprendí a leer tomé de la biblioteca el único libro que cabía en mis manos, una pequeña edición en papel periódico de Lo que el Viento se Llevó. Mi abuelo se dio cuenta y cambió con velocidad de ilusionista aquel panfleto por otro ejemplar, Clásicos juveniles: Cuentos de Andersen. Tenía que usar mis dos manos y abrirlo sobre una mesa para leerlo. No hace falta decirles que aún lo tengo.
La sirena es una potente imagen transfigurada; ni una cosa ni la otra, para el humano de pies en tierra. Es el último cuento del libro y mi favorito. Eso se ha reiterado con cada versión que cae en mis manos (ojos): Ariel, Ponyo, Lu Over the Wall, etc.
La profesora peruana – francesa y experta en animación, Aïda del Solar, entiende a La Pequeña Sirena como una proyección de la propia vida de su autor danés Hans Christian Andersen (1805-1875). En un contexto restrictivo donde su vida romántica corrió de forma epistolar y célibe, solo quedan las cartas apasionadas hacia sus amigos y amigas, en un gesto que para del Solar puede ser incluso reflejo de una no correspondencia de su cuerpo y sus deseos.
Apenas se ha estrenado el avance y #filmtwitter ha enloquecido, identificando el paisaje y a los pequeños monstruos como una ligera versión del film Call Me by Your Name (Luca Guadagino, 2018). Se tejen relatos minuciosos y casi conspirativos relacionando info que pueda soportar esta teoría. Más allá de los memes, parece que hay una necesidad de que el espectro de personajes cinematográficos y -sobre todo animados- sea cada vez más amplio. Aunque no creo que este sea el caso de Luca.
La sirena es -en el canon más clásico (y patriarcal)- la voluminosidad sexual y el peligro específico que la mujer sensual representa para el hombre heterosexual que debe tapar sus oídos y resistir, resistir y resistir (just like Ulyses did). Lo contrario a resistir es ser devorado por el monstruo femenino. La última versión cinematográfica de esta aproximación se encuentra en The Lighthouse (Robert Eggers, 2018).
Esta aproximación ya es muy graciosa para mí, porque es reduccionista y demodé.
Además, son tantas y tantas las mujeres ficcionadas y peligrosas que bueno, NEXT.
Me interesa más la noción monstruosa de la sirena en sí misma, es decir, por su cuerpo, por como luce. Fuente de terror para los humanos en la costa cuyo rechazo inmediato le da estatus de entrañable incomprensión. Y además fuente de rechazo propio, pues en las versiones más populares la sirena genuina y desesperadamente quiere ser humana. Es ahí donde las adaptaciones animadas infantiles han elaborado sus relatos.
Lo diferente produce miedo, al menos cautela. Sebastián no para de decirle a Ariel que terminará en una sartén y en el avance de Luca hay de hecho, un guiño a la famosa escena del chef cortando un pescado violentamente; esta vez ante los ojos de dos niños pequeños. Es en esa coincidencia que entra Luca en mi imaginario infantil.
Ariel es un monstruo que puede pasar como humana sí y solo sí se auto mutila entregando su voz, nada más y nada menos. Al parecer, Luca y su amigo tendrán que ocultar sus verdaderos colores y mantenerse alejados del agua para mitigar su naturaleza (o el hechizo que los haya dejado así). Mientras el Monstruo de la Laguna Negra (1954) y el Hombre Anfibio de The Shape of the Water (2017), no son semi humanos, la nueva película de Pixar parece haber encontrado en el equilibrio del half acuatic monster / half human, una forma de volver a metaforizar las diferencias entre los seres humanos con un diseño de personajes maravilloso a cargo de Deanna Marsigliese.
Las ideas que se vehiculan a través del argumento de los pequeños monstruos marinos camuflados entre personas intolerantes, es tarea de cada espectador. Confío (espero) que Pixar no sienta la necesidad de ser explícito y pedagógico y metabolice la potencia de la fantasía clásica a través de su técnica impecable y entrañable. Porque ha sido esa potencia visual la que me llevó a colorear de nuevo.