Groenlandia celebra el martes elecciones al Parlamento, unos comicios con tintes de referéndum sobre un polémico proyecto minero y sobre la diversificación económica de la isla más grande del mundo, especialmente golpeada por el cambio climático.
La situación geográfica de Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca, supone un verdadero desafío para las grandes potencias, como quedó patente en 2019 cuando el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, se ofreció a comprarla.
Y es que, si bien Groenlandia no está en venta, su gobierno local intenta atraer a inversores extranjeros, elemento clave de cara a una posible independencia.
En febrero, la cuestión de la explotación de unos yacimientos de tierras raras y de uranio de Kuannersuit, en el sur de la isla, por parte de una empresa australiana con capital chino, provocó una crisis política que dio lugar a la convocatoria anticipada de elecciones, en las que siete formaciones se disputan los 31 escaños del Parlamento local, el Intsisartut.
Por un lado, a favor de la explotación del yacimiento está el mayor partido, Siumut, formación socialdemócrata que ha gobernado de forma casi ininterrumpida desde que la isla obtuvo su independencia, en 1979, pero que está a la zaga en los sondeos.
Por otro, el partido Inuit (IA), de izquierdas y ecologista y al que las encuestas dan como ganador, se opone a esa explotación, sobre todo por razones medioambientales.
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“No a la mina”
“Hay que decir no a la mina y permitirnos desarrollar nuestro país a nuestra manera. En Groenlandia tenemos aire puro, una naturaleza bien conservada, vivimos en armonía con la naturaleza y no vamos a contaminarla”, afirmó a la AFP la diputada de IA Mariane Paviasen, quien vive en Narsaq (1.500 habitantes), donde se explotaría la mina durante 37 años si las autoridades aprobaran el proyecto.
Groenlandia tiene competencia sobre sus recursos mineros desde 2009. Un año después, Greenland Minerals obtuvo una licencia de exploración del yacimiento, pero todavía falta una autorización de las autoridades locales y nacionales.
Para Erik Jensen, presidente del Siumut, la mina “significaría mucho para el desarrollo de la economía de Groenlandia”, al permitirle diversificar sus ingresos.
Con todo, el proyecto, situado en el único territorio agrícola de Groenlandia, despierta pasiones encontradas.
“La población de Narsaq […] tiene la impresión de que se vería obligada a marcharse, así que la cuestión pasa a ser: ‘¿cómo legitimar el cierre de una ciudad?’, lo que recuerda a la época colonial”, explicó la politóloga Nauja Bianco.
En cuanto a los nuevos recursos financieros, “no es una solución milagro”, subrayó Birger Poppel, profesor de la Universidad de Groenlandia.
Aunque el proyecto podría reportar cerca de 200 millones de euros (235 millones de dólares) de recursos presupuestarios, según Greenland Minerales, también haría que Dinamarca redujera su subvención anual a la mitad, pues los ingresos se compartirían con el Estado danés, explicó el especialista.
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Desarrollo económico de Groenlandia
Copenhague asegura que no se opone a la independencia, pero emanciparse totalmente privaría a Groenlandia de los generosos subsidios daneses, más de 520 millones de euros anuales (611 millones de dólares), es decir, un tercio de su presupuesto.
Sin embargo, Groenlandia podría optar por otros proyectos para impulsar su desarrollo económico, como la exportación de arena o de abonos naturales, el turismo o la agricultura en el sur, recordó Mikaa Mered, especialista en los polos de SciencesPo Paris.
La pesca, que actualmente representa el grueso del PIB local, y el 90% de sus exportaciones, continúa creciendo. El sector, próspero, parece beneficiarse del cambio climático, gracias a una diversificación de las capturas.
“Me encanta ser pescador independiente”, declaró a la AFP Lars Heilmann, de 27 años, que pesca fletán para exportar. De las elecciones sólo espera “que aumenten las cuotas en el fiordo de Nuuk”.
Mientras que en su día a día el cambio climático todavía se ha “manifestado poco”, los cazadores y las pequeñas comunidades costeras lo están sufriendo, pues afecta a los desplazamientos de los animales salvajes.
Desde los años 1990, el cambio climático es dos veces más rápido en el polo Norte que en otras partes del globo. Sin embargo, el territorio no firmó el acuerdo de París sobre el clima, algo que el partido Inuit prometió hacer si llega al poder.
Los sondeos acreditan al Inuit un 36% en la intención de voto y lo ven como ganador, mientras que el Siumut obtendría un 23,2%. Pero el resultado de las elecciones sigue siendo incierto, pues al mismo tiempo habrá comicios municipales y el Siumut tiene arraigo en las regiones.
Fuente: AFP