El Pacto Unitario salió al ruedo ante el escepticismo de propios y extraños. Como la semana pasada hicimos un análisis de la imagen de María Corina Machado, hoy proponemos revisar el contenido audiovisual de la última campaña del presidente interino.
Específicamente tomaremos el video de su presentación pública, en Hacienda La Vega, el día lunes siete de septiembre, donde encabezó una asamblea abierta con un grupo de diputados. Todos con mascarilla y respetando el protocolo del distanciamiento social.
Si eres impaciente con la lectura o definitivamente el tiempo no te sobra, compartimos de inmediato una de las nueces, uno de los conejos de pascua de nuestro estudio de campo: el trabajo audiovisual de Juan Guaidó es el más estilizado y robusto de la oposición, independientemente del fondo discutible de su mensaje.
Puedo incluso asegurar, como crítico profesional, una cuestión evidente. El miembro de Voluntad Popular adelanta al resto de sus pares de la disidencia y el desgobierno rojo, en materia de diseño de publicidad.
En su contra se argumentará el presupuesto del que dispone para crear, grabar y postear.
La práctica demuestra, al comparar con la dictadura, que el dinero no es lo todo a la hora de ponderar el impacto mediático del joven líder de la Guaira.
Desde su inesperado lanzamiento en enero del 2019, el cual cubrimos para la televisión francesa, hasta el registro viral de su salida de una reunión misteriosa con suéter de capucha, la estrategia de Juan Guaidó ha develado la implementación de unos criterios de ruptura e insurrección, poco frecuentes en la demagogia conservadora de los viejos partidos.
Al ser un nativo digital, el presidente millenial sabe captar y manejar con soltura los códigos de una generación de relevo que no había conseguido un interlocutor genuino en la cúpula de Asamblea Nacional, generalmente dominada por los dinosaurios y caudillos de las castas socialdemócratas de la nación.
Mientras María Corina y Capriles se agotan en señalamientos mutuos desde el espacio cerrado de unos encuadres fijos y narcisistas, Juan Guaidó afirma poder de convocatoria y riesgo al desplegar un plano general, delante de los representantes del congreso que lo apoyan.
Obviamente, hay claras deserciones, omisiones, abstenciones, figuras de relleno y varios desertores de la junta.
Aun así, en un tiempo de registros egocéntricos y divorcios sonados, destaca la disposición de tejer redes, sumar esfuerzos, recuperar un sentido de la unidad que perdimos.
De nuevo, es libre usted de objetar y mirar el asunto con espíritu crítico, en virtud de los múltiples desatinos y yerros del interinato, a saber, la aventura del 30 de marzo, el fiasco de la operación Gedeon, la opacidad en la administración de los recursos públicos, los escándalos nunca aclarados.
Por tal motivo, contemplamos una conclusión. La pantalla de Juan Guadió suele ignorar y encubrir los conflictos que sacuden al interinato, funcionando como un pote de humo, como un esquema de propaganda.
Por ende, existe una disonancia entre lo que se anuncia con fanfarria y lo que se oculta deliberadamente para proteger los intereses del estado paralelo.
Juan, ciertamente, es bueno como influencer y youtuber, pero no ha logrado concretar una sola idea de un mantra que lo ata de pies y manos, que erosiona su credibilidad frente a una audiencia que le cuenta los minutos, exigiéndole medidas contundentes.
El video del Pacto Unitario es prolijo, muestra orden y compromiso, declara un proyecto de concertación que recuerda a Punto Fijo y al nacimiento de la MUD, de una MUD diezmada, atomizada e implosionada por las detenciones, torturas y supuestos indultos.
Además, la imagen reposa y descansa en valores democráticos, como la reconciliación y el derecho a concebir un futuro de transición.
No obstante, la escena se resiente por las ausencias de verdaderos oponentes dentro del gobierno interino.
La exclusión de María Corina del cuadro, de la foto de conjunto, así como de otros actores con los que debemos contar, denotan la fragilidad comunicacional y política del Pacto Unitario, que no es tan pacto y unitario como aparenta en el guion.
Contrasta sí la valentía de dar la cara en un acto público, cuando los demás se quedan en casa o grabando sesiones de Zoom.
Capriles denuncia un gobierno de internet, sin romper con su cámara de eco de Periscope.
Guaidó les responde con una acción diferente y simbólica, como es su costumbre.
El punto es que la gente requiere no ya de una narrativa, de una película, de una coreografía inspiradora, como de un logro cierto, una victoria auténtica.
A falta de éxitos, Juan se fabrica un relato de protector de héroes de la salud, repartiendo fondos públicos en plan de misión Covid 19. Nada distinto a lo que cuestionamos del populismo chavista. Se entiende el origen del gesto.
Naturalmente, con dádivas y regalos mesiánicos de plata, no vamos a resolver el problema de fondo.
Tampoco lo haremos repitiendo la consulta del 16 de julio, en un mandato que no se acató, porque conocemos el resultado de antemano.
El 90 por ciento de la población, cuidado si más, detesta al régimen y lo quiere fuera, lo queremos superado y enjuiciado.
Por consiguiente, vayamos al grano y no posterguemos la agonía, en otro ejercicio ciudadano, en otra finta, en otro ritual para justificar la gestión al infinito del interinato.
Estimo que hay que producir una gesta más honesta, después de todo. Ni siquiera una épica, ni siquiera un video o un comunicado más.
Necesitamos que nos digan la verdad, aunque duela, que no nos traten como espectadores pasivos.
Requerimos de una mesa completa, no de unas mesitas dispersas y enfrentadas, de acuerdo a sus orientaciones y direcciones personales.
Les guste o no, se tendrán que poner de acuerdo, pues divididos son presa fácil de las trampas y peines del régimen.
La abstención, el llamado a una elección paralela para seguir trabajando, la convocatoria a un pacto de un sector de la oposición, no son propuestas novedosas, sino una sumatoria de caliches y refritos.
Parece que el pacto unitario se escribió con retazos de cosas probadas y manidas, que por ser previsibles permiten que el enemigo las anule o desactive con maniobras distractivas.
A los políticos les queda el trabajo de enmendar la plana y pavimentar un camino realmente sólido.
Nosotros seguiremos atentos y pendientes para respaldar un plan inteligente y serio de reconstrucción.