domingo, noviembre 24, 2024
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El macartismo puritano de Twitter

No a las listas negras de los radicales de la izquierda y la derecha.

Twitter era censurada por los dictadores y ahora asume un papel paragubernamental de tumbar cuentas y contenidos, como si fuese un apéndice de la Conatel chavista, a nombre de la supuesta paz social y en contra del discurso hater.

La empresa ha adoptado los mismos códigos de prohibición hipócrita y puritana de la revolución bolivariana, al punto de tener su propia ley antiodio, un reglamento absurdo que se usa de forma discrecional para suspender a Trump en vez de cancelar la propaganda tóxica de Maduro, un presidente verdaderamente sancionado y buscado por la comunidad internacional.

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Así funciona el doble rasero de la corrección política en el milenio.

Les comento que no soy, precisamente, un fanático del último Donald que desconoce, sin pruebas, al sistema electoral de Estados Unidos.

Tampoco apruebo la pataleta de show que montó en Washington, para que los equivalentes white trash de Mario Silva y Cabeza de Mango asaltaran al Congreso como un círculo del terror.

Sin embargo, a pesar de las diferencias con su enfoque, estoy dispuesto a defender su derecho a expresarse con libertad y a que asuma las consecuencias judiciales de lo que afirma ante la historia, la institucionalidad y la Corte Suprema.

Si es intolerante y responsable por los hechos del asalto al Parlamento, pues no lo decidiré yo sino los fiscales y magistrados de los entes correspondientes.

Por tanto, Twitter no debe abrogarse el rol de un organismo estatal, a la hora de emprender una insólita cacería de brujas contra la audiencia del poder ejecutivo, del todavía candidato y líder del partido republicano.   

De nuevo, no es un asunto de coincidir o no con las posverdades del polémico vocero de la Casa Blanca.

El tema real se define en la posibilidad de discrepar, de establecer una comunicación adulta con seres humanos que piensan distinto.

En efecto, Twitter nació para dar espacio a los disidentes, a los críticos, a los molestos, a quienes los canales tradicionales ocultaban y subestimaban.

De tal modo, surgieron las insurrecciones de la primavera Árabe, los movimientos por los derechos civiles de las minorías, las luchas de la democracia nacional ante el régimen del castrocomunismo, los fenómenos de la resistencia digital de la generación de Yoani en Cuba, las reivindicaciones del Black Lives y el Me Too.

Por igual, Facebook, Youtube y Twitter permitieron el ascenso de Trump, hasta ocupar el puesto de conductor de la primera potencia del mundo.

Naturalmente, hay discusión sobre su polémico método populista, el alcance de su gestión, el desenlace de su mandato, el futuro de su carrera.

En lo personal considero que prometió, para nuestro país, más de lo que cumplió con el interinato de Juan Guaidó. De paso cometió errores de todo tipo en el manejo de la pandemia, que le costaron la elección.

Al menos fue un dolor de cabeza para Nicolás y su combo, cosa que los criollos le agradecen.

En consecuencia, Twitter se equivoca al bloquear la mensajería del controvertido personaje.

Es obvio que la compañía quiere evitar la citación del senado demócrata, alineándose pragmáticamente al cambio de gobierno, como si se tratara de un periódico regional de una república bananera, que vive de la pauta publicitaria que le concede el paternalismo burocrático de turno.

Entonces, una mentalidad corrupta y clientelar ha terminado por dominar al ambiente de los creadores de las redes sociales, quienes prefieren traicionar sus ideas anarcolibertarias, sus utopías y proyectos de redimir a la civilización, antes que jugársela por los designios de la primera enmienda, comprometiéndose a servir como una plataforma imparcial.

Explotada su burbuja de facto, Twitter pierde su esencia y credibilidad, provocando un cisma y una inevitable migración.

Seguiré ahí compartiendo lo que pienso, como una acto de manifestar disenso en tiempos de oscuridad.

Ya miles se inscriben en Parler e imaginan abrir nuevas aplicaciones.

La censura es cosa inútil, vale recordarlo, y aquí continuaremos apoyando tu opción de razonar como te lo dicte la conciencia.

Serán los árbitros universales los que determinen si estamos en lo correcto o si cometimos un delito de opinión.

No a las listas negras de los radicales de la izquierda y la derecha.     

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