lunes, noviembre 25, 2024
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Édgar Ramírez debió decirle “no” a “Yes Day”

Por el bien de su carrera en Hollywood, Édgar Ramírez debería tener un “no day” para los guiones chimbos y piratas que recibe de Netflix.

Le convendría, por ejemplo, haber rechazado la muy pobre cinta “Yes Day”, un subproducto ligero para toda la familia que no está a la altura de los largometrajes que labraron su fama en la industria como “Carlos” y “Joy”.

Ni que se coma 25 arepas en ella, me la voy a tragar.

Entiendo que es cuarentena, que hay que mantenerse activo y vigente en la meca, pero no a costa de cualquier proyecto, pues la marca de la estrella empieza a deteriorarse, a perder credibilidad y consistencia.

El mundo del cine no es fácil para nadie, menos en la actualidad del Covid 19.

No obstante, cumplo con enviarle un mensaje al actor criollo por aquí, que estoy seguro que le llegará por la cantidad de amigos en común que tenemos. 

Él es intérprete y su trabajo consiste en seleccionar libretos que calcen con su imagen, que potencien su obra y le permitan evolucionar.

Mi chamba es monitorear y ejercer el oficio del periodista crítico, que observa y opina con conocimiento de causa.

No es la primera vez que cuestiono una pieza protagonizada por el llamado Cacique.

He publicado, con anterioridad, mis reservas y refutaciones ante bodrios nacionales como “Cyrano Fernández” y “Punto y Raya”.

Por tal motivo, su productor, Pedro Mezquita Arcaya, afirma que soy el “insultador del cine nacional”, dedicándome derechos a réplica por diferentes medios.

Yo le respondería que refrendo mi profesión, a mucha honra, y que recuerde que también elogio y reconozco, cuando hay mérito para ello.

No es el caso, por supuesto, de “El Libertador”, una película de derroche de 50 millones de euros que nos sigue dividiendo, al quemar un presupuesto que pudo invertirse en cuestiones más necesarias y urgentes para el país, como la salud y la comida.

Tampoco coincidimos en “Yes Day”, la tercera mala creación de Netflix que incorpora y lidera el histrión vernáculo, tras las fallidas “Los últimos días del Crimen” y “La Red Avispa”, el panfleto de propaganda castrista que complace al espectador progre en la parrilla de la plataforma de streaming de la N grandota.

“Yes Day” se padece en la pantalla chica, como una especie de lección moralista de autoayuda, para padres y madres desesperadas del confinamiento, que han sido desbordadas por los avatares de la crianza de los chicos.

Desde ahí, la escritura del guion perfila nada más que clichés y estereotipos, peor puestos en escena por el realizador del encargo, un Miguel Arteta que rueda con prisa y sin mayor personalidad, quedando diluido entre una nube espesa de venta de humo.

Han dicho por ahí que da risa, que desarrolla gags magníficos, y demás cosas que postean los colegas por demagogia o ceguera, para adaptarse a la tendencia de los bots de Twitter.

En realidad, “Yes Day” no se sostiene por cinco minutos, a merced de un libreto chato, de una ejecución trillada, de una completa sensación de pena ajena que despierta el resultado audiovisual del trámite.

Son interminables las secuencias y desesperantes las faltas de timming, la verosimilitud se cancela al instante, el cringe domina el desarrollo de unos personajes que terminan siendo simples marionetas y figuras de punching ball para darse golpes y tortazos, cual comedia primitiva de jardín de infantes.

El humor es cosa compleja y no sale fácil. Las personas lo subestiman y creen que es un género sencillo.

Viendo “Yes Day”, uno respeta a Will Ferrell, uno piensa que pudo haber sido un filme para el lucimiento de Mark Wahlberg y su pandilla, o que las chotadas de Adam Sandler no son tan malas, después de todo.

El cameo de H.E.R. fue lo único que me salvó la función en el desenlace.

Antes y luego, “Yes Day” me exige y obliga a decirles que claro que no se las voy a recomendar, ni como placer culposo. Es una hora media que pueden emplear actualizándose con las nominaciones al Oscar.

Ni hablar de Jennifer Gardner y su histérico rol de mamá pasivo agresiva, que es uno de los múltiples esquemas caducos que esboza la trama, donde la mujer vuelve a ocupar un lugar de incómoda represora y dictadora del hogar, tal como se viene manufacturando en los tiempos de “Wanda Vision”, como una reacción ante la ola de descontento femenino, a raíz del Me Too.

En cualquier caso, estimo que el casting ya cobró, que no es más que un paycheck, y que Édgar Ramírez sí que nos llenará de orgullo, el día en que regrese a su versión de talismán del cine autor, optando por premios serios.

Lamentablemente “Yes Day”, si acaso, apenas garantiza nominaciones para los premios Razzie, las frambuesas de oro que agrupan a lo peor del año.

Por Sergio Monsalve. Director Editorial de Globoamiami.

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