En Venezuela todo, absolutamente todo, se puede pagar en dólares: un chocolate, la gasolina, un taxi. Y aunque estuvo proscrito durante 15 años, el billete verde gana cada vez más poder en un país golpeado por años de recesión e hiperinflación.
Nadie quiere bolívares, la debilitada moneda nacional.
Pero el líder del régimen Nicolás Maduro aseguró el martes que “en Venezuela no hay una dolarización de la economía porque la moneda oficial no es ni va a ser nunca el dólar”.
Estimó que este modelo de “dolarización de las actividades comerciales ha sido una válvula de escape” dentro de una “economía de guerra y resistencia” en medio de una avalancha de sanciones, que incluye un embargo petrolero de Estados Unidos, al que responsabiliza por la crisis.
Más del 65% de los pagos en efectivo que se hacen en Venezuela son en dólares, dijo a la AFP Asdrúbal Oliveros, economista y director de la firma Econoalítica.
“En Venezuela hay una dolarización transaccional bastante avanzada. Puede que lleguemos a dolarización financiera en la que los bancos entren”, sostuvo.
Los bancos nacionales pueden abrir cuentas de ahorro en dólares, que no generan intereses ni tienen un fondo de garantía. Pero además, el Banco Central de Venezuela (BCV) prohibió instrumentos electrónicos de pago en divisa.
Las transacciones en dólares en efectivo o entre cuentas extranjeras son más frecuentes.
¿Dolarizar es la solución?
Más allá de que por ahora Maduro la descarte, ¿es una dolarización formal la solución a la crisis?
La economía venezolana, que transita su séptimo año en recesión, se redujo a la mitad y la inflación a 12 meses cerró en noviembre en más de 4.000%, según el Parlamento opositor, que divulga sus propias cifras ante la demora constante del BCV para publicar indicadores económicos.
Oliveros considera que una dolarización completa como hizo Ecuador sería una “camisa de fuerza” que Maduro no estaría dispuesto a llevar.
“Se puede tener una dolarización avanzada sin renunciar a tu moneda”, apuntó. Maduro “no va a renunciar jamás a emitir moneda porque ese es un grado de libertad muy importante para él”.
El gobierno perdería la capacidad de imprimir su propia moneda, un mecanismo que hoy le permite solventar gastos públicos, aún a costa de presionar la inflación al alza.
Oliveros explicó que el estado actual de las arcas venezolanas, con la caída exorbitante de los ingresos petroleros, impide además dolarizar sueldos públicos y pensiones.
Por ende, la mayoría de la población no recibe ingresos en dólares y está excluida de esta nueva dinámica, señaló.
El salario mínimo subió a 1,2 millones de bolívares más un bono de alimentación por más o menos el mismo monto, después de un aumento que no fue nunca formalizado en Gaceta Oficial. Equivale a unos 2 dólares, mientras la canasta alimentaria es de casi 200 dólares, según la ONG Cenda.
Pablo Lucio Paredes, director del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), estimó que dolarizar “no puede resolver todos los problemas, sino que da una base de estabilidad para poder enfrentarlos”.
Es un proceso que “necesitan países que se manejan de manera indisciplinada en el campo monetario y fiscal (…), donde se ha perdido la confianza en la moneda local”.
El gobierno ha eliminado ocho ceros al bolívar en dos procesos de reconversión monetaria.
¿Y las sanciones?
Steve Hanke, profesor de la universidad Johns Hopkins e involucrado en los procesos de transformación monetaria de Ecuador y Montenegro, explicó a la AFP que este mecanismo inicia con una decisión unilateral del país, sin necesidad de pedir autorización a Estados Unidos.
Por lo que con las sanciones “el régimen de Maduro probablemente no podría comprar billetes y monedas directamente de la Reserva Federal, pero eso es totalmente irrelevante”, indicó. “El total de billetes y monedas en circulación fuera de Estados Unidos asciende a 1,4 billones de dólares, por lo que el Banco Central de Venezuela podría fácilmente comprar de ese vasto fondo internacional”.
Hanke ya había propuesto esta opción para Venezuela desde que fue asesor del expresidente Rafael Caldera en 1995-96.
Y “como Venezuela está altamente dolarizado extraoficialmente” en la actualidad, “será más fácil moverse a una completa dolarización”, insistió.
Pero por el momento es un proceso descartado por el gobierno, y el venezolano seguirá moviéndose entre el bolívar, casi inexistente en efectivo, y el dólar, para el que nunca hay cambio y es rechazado si tiene el más mínimo defecto.
Fuente AFP