viernes, noviembre 22, 2024
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Diego Maradona: amado u odiado

El 22 de junio de 1986 en el estadio Azteca de Ciudad de México tuvo su gran gesta. Allí Argentina venció a Inglaterra en cuartos de final del Mundial, con su legendaria "mano de Dios" y después con el "Gol del Siglo". El argentino ganó el Mundial de 1986 y perdió la final de 1990. En total disputó cuatro torneos y marcó ocho goles.

Un personaje como Diego Armando Maradona generaba, para bien o mal, pasiones. La gente lo amaba o lo odiaba, con él no había medias tintas. Lo que no se discute es que su calidad con un balón en la pierna zurda lo convirtió en uno de los mejores futbolistas de la historia.

Su estado de ánimo arrastró a todo un país en 1986 hacia la Copa del Mundo. Cuatro años más tarde, sin una uña y con el tobillo hinchado ayudó para que la Albiceleste llegara a la final de 1990, pero ser suspendido por uso de sustancias prohibidas en el torneo de 1994 dejó a sus compañeros sin alma.

Fue elegido director técnico de Argentina en octubre de 2008. Entre muchas opiniones de apoyo y de detractores, logró un sufrido pase con la Albiceleste al Mundial Sudáfrica 2010 y, como le gustaba plantearse retos, entonces dijo: “Si ganamos el Mundial, me paseo desnudo por Buenos Aires”. Perdieron con Alemania en Cuartos de Final y no se paseó sin ropa.

Tres veces tuvimos la oportunidad de coincidir con el astro argentino. Las primeras dos en el Suramericano sub-17 en 2005 y la otra en la Copa América de 2007. Era un personaje: a veces se comportaba y contestaba como un niño malcriado, otras como un argentino “sobrado”.

No se quitaba el lastre de haber usado drogas. En el torneo juvenil disputado en 2005 en Venezuela dijo: “yo sé que me equivoqué, usé drogas casi hasta matarme, es más estuve muerto… pero estoy aquí porque eso es lo que no quiero que pase a ningún joven”, dijo el excampeón mundial.

Maradona agregó: “Lo que quiero que los muchachos entiendan es que sin necesidad de drogas pueden llegar lejos. Yo gané un Mundial estando limpio de sustancias, luego llegaron amistades, relaciones y caí en donde nunca debí, pero lo importante es que Dios me dio el chance de renacer y no lo voy a desperdiciar”.

Sobre el torneo de 1994, cuando fue suspendido por el uso de efedrina, argumentó: “Yo solo tomé medicamentos prescritos. A mí me querían cortar las piernas y lo lograron, lo hicieron a propósito porque siempre he dicho los errores de la FIFA a gritos. Me duele porque ese equipo estaba para ser campeón”.

La cita mexicana

En el Mundial México 86 vivió su mejor momento, luego de una prematura eliminación en España 82. Recordaba que aquel equipo “era maravilloso. Nos entendíamos al pie de la letra, yo jugaba casi sin ver porque sabía que cuando a mí me cayeran a patadas, solo tenía que soltar la bola porque de un lado me llegaba (Jorge) Valdano y del otro (Jorge) Burruchaga”.

En efecto, un pase profundo suyo a Burruchaga sirvió para concretar el 3-2 final en el estadio Azteca contra Alemania Federal y celebrar el campeonato. “Cuando me dieron la Copa, sentí todas las emociones en un instante: por mi familia, por mis viejos (padres), el momento había llegado”, señaló “el Pibe”.

Le consultamos sobre el partido de Cuartos de Final contra Inglaterra, cuando convirtió “la mano de Dios” y un gol desde la media cancha recortando a toda la defensa rival. “Ese día fue especial. Sentí que cobramos venganza porque los ingleses estaban matando muchos compatriotas nuestros en las Malvinas (guerra librada entre Argentina y el Reino Unido por el archipiélago del mismo nombre)”.

Sobre los goles, dijo: “La mano fue cosa de un momento, sabía que no le llegaba con la cabeza, me cayó en el puño y le di un toque. Yo pensé que lo invalidarían, cuando hice el gol yo miraba al árbitro y al juez de línea y vi que ellos no se dieron cuenta, así que celebramos”.

Sobre el tanto anotado desde mitad de cancha, comentó que “todo lo pensé en fracción de segundos, yo miraba a los ingleses y les calculaba el movimiento… sabía a qué lado se lanzarían y los esquivaba hasta que quedé solo frente a (Peter) Shilton, me lo quité de encima y la metí”.

1990 y 1994

Le preguntamos cuán lesionado estaba en el Mundial Italia 90, sin una uña y con el tobillo izquierdo inflamado.

“Yo apenas podía caminar, incluso contra Yugoslavia (en Cuartos de Final), le pedí a Carlos (Bilardo, el entrenador) el cambio y me dijo: ‘vos quedate quieto, que mientras estés en la cancha, ellos tienen dos hombres menos que estarán marcándote. Es más, ofreceles la camiseta para que no te suelten hasta el final'”, dijo riéndose.

Sobre la pita que recibió el himno argentino en la Final ante Alemania en Roma, recuerda: “Yo entendía que fueran a Italia y no a nosotros, pero no perdono que nos pitaran el himno”. El problema comenzó cuando en la Semifinal pidió y consiguió que en Nápoles, donde era ídolo, apoyaran a Argentina por encima de los azzurri.

Luego de una suspensión por utilizar drogas en la Serie A, regresó para el torneo mundial en 1994 disputado en Estados Unidos. “Ese equipo era excelente. La delantera con (Gabriel) Batistuta y (Claudio) Caniggia era espectacular. Pero la FIFA me salió con el cuento de las sustancias prohibidas y eso fue terrible para todos”, recordaba con frustración.

Un heredero

Ante la aparición de Lionel Messi y las constantes comparaciones entre ambos, comentaba que “es un jugador excepcional, puede tocar con las dos piernas, ha crecido en un club grande (Barcelona de España), lo que le permite manejar la presión. No sé si se parezca a mí, pero sí puedo decir que va a ser uno de los mejores de la historia”. Razón no le faltó.

Le solicitamos la opinión sobre tres personajes con los que había polemizado históricamente. El primero, Daniel Passarella (quien le tuvo que ceder la capitanía para la Copa de 1986): “un gran defensa”. En cuanto a Ramón Díaz (con quien sostuvo enfrentamientos después de ganar el Mundial Juvenil de 1979 y por pedido suyo fue marginado de la selección): “no es mi amigo”. Y sobre Pelé (en la eterna disputa de cuál de los dos fue mejor): “un tipo que habla de más”.

Decía que tres momentos marcaron su vida: “como futbolista, ganar en México 86; como hombre, el nacimiento de mis niñas y, como individuo, haberme levantado de ese hueco en el que caí por usar drogas y del que me sigo levantando cada día”.

No fue capaz Diego de plasmar como entrenador en Sudáfrica 2010 el liderazgo que tuvo como jugador y capitán, pero siguió siendo un héroe indiscutido.

Entre 2011 y 2012 dirigió al Al Wasl de Emiratos Árabes Unidos. Luego entre 2017 y 2018 estuvo en el Al Fujairah del mismo país. Pasó por México con los Dorados de Sinaloa, de Segunda División entre 2018 y 2019.  Actualmente era técnico de Gimnasia y Esgrima de La Plata en su país.

Visitó Venezuela varias veces por su afinidad con el régimen del fallecido Hugo Chávez. Incluso llegó a sonar como posible técnico de la selección Vinotinto, hecho que nunca se concretó.

Con 60 años de edad y después de estar internado en una clínica de la capital argentina por anemia, deshidratación y un “bajón anímico”, fue operado de un hematoma subdural. Pero este 25 de noviembre sufrió un paro cardíaco y falleció.

Jesús Enrique Leal
Jesús Enrique Leal
Periodista egresado de la Universidad Cecilio Acosta. Analista de deportes.

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