Con cuernos ondulados, la robusta cabra de Istria adorna orgullosa la bandera nacional de Croacia, pero este animal de pelaje blanco brilla por su ausencia en los pastos.
Durante siglos fue el principal alimento de los campesinos pobres y da la bienvenida en los carteles a los visitantes atraídos por la belleza de esta península del Adriático pero la cabra ha sido víctima de las vicisitudes de la historia y, actualmente, se encuentra en grave peligro de extinción.
A mediados del siglo pasado había varios miles de ejemplares de estas robustas cabras blancas, con fama de ágiles e inteligentes, pero solo quedan unas decenas. Por eso las autoridades locales lanzaron un programa para salvarlas.
“Es crucial preservar la cabra de Istria porque es una especie autóctona”, afirma Ivan Milohanic, de 32 años, delante de su rebaño. “También hay un gran interés en productos naturales de verdad” como la leche y la carne de cabra, asegura, y afirma que es beneficiosa para la salud.
Como muchos en la Istria rural, este habitante del pueblo de Veleniki tiene varios empleos.
Es conductor de autocar, cultiva aceitunas y vino y acoge turistas en la granja en la que vive con sus padres, su esposa y su hijo de tres años.
Es uno de los pocos que posee cabras de Istria y espera poder crear una fábrica de queso.
LEA TAMBIÉN: Las empresas multinacionales en Birmania, ¿irse o quedarse?
“La vaca del pobre”
El animal llegó a Istria antes del comienzo de nuestra era al mismo tiempo que los soldados romanos y se convirtió en la salvación de los campesinos demasiado pobres como para tener vacas, que necesitan más comida y un establo.
“Prácticamente no había una granja que no tuviera algunas cabras”, cuenta a la AFP Boro Mioc, profesor de la facultad de Agronomía de la universidad de Zagreb.
En tiempos de guerra o hambruna, la “vaca del pobre” ayudó a la gente a sobrevivir en tiempos difíciles. Aquellos que se vieron obligados a huir pudieron llevárselas con ellos.
“La cabra siempre ha simbolizado la pobreza, pero también la preservación de la familia”, dijo a la AFP Gordan Subara, de la Agencia para el Desarrollo Rural de Istria, encargada del programa de rehabilitación.
La muerte de una cabra era una tragedia para muchos, pero esto no impidió que el imperio austrohúngaro prohibiera estos animales en 1884 con el pretexto de que eran responsables de la destrucción de los bosques.
Las cabras vivieron unas décadas de tranquilidad después de la Primera Guerra Mundial pero quedaron prohibidas de facto en la década de 1950 por la Yugoslavia de Tito
Escudo de armas en Istria
Había cada vez menos. Tener una cabra se convirtió en un signo peyorativo de “pobreza y de lo primitivo”, declara el profesor Mioc.
La desertificación rural y el desarrollo del turismo como otra fuente de ingresos fueron el último clavo al ataúd de un animal aún consagrado en el siglo XIX por su inclusión en el escudo de armas de Istria.
Pero desde la independencia de Croacia en 1991, una pequeña cabra amarilla con cuernos y pezuñas rojas ha aparecido en la bandera nacional.
Se permitió volver a criar cabras y Croacia posee unas 83.000. Las de Istria son raras. El programa de rescate se lanzó en 2010 para determinar primero si realmente era una especie. Después fue registrada en la lista nacional de especies autóctonas y protegidas.
Deuda
Las autoridades ahora quieren duplicar la población cada año hasta alcanzar los 1.000 ejemplares en diez años, sobre todo gracias a la inseminación artificial. Con este fin estudian el ADN de una treintena de animales reproductores para evitar un empobrecimiento del patrimonio genético de la especie.
“El objetivo más importante es pagar nuestra deuda con este animal, tachado de perjudicial sin justificación”, recalca Gordan Subara.
Las autoridades regionales también prevén comprar los cabritos a los dueños para evitar que sean sacrificados por su carne.
El turismo también puede ayudar. Las vastas tierras de Olgica Skopac, de 66 años, se extienden entre el pintoresco pueblo de Labin, en lo alto de una colina, y el balneario de Rabac.
Hace unos años adquirió dos cabras y un macho cabrío para desbrozar los campos.
Junto con su marido, alquila apartamentos, cultiva olivos y posee una veintena de ovejas, varias cabras y tres burros.
“Estamos renovando la casa rural tradicional” en plena naturaleza, declara, con un cabrito en brazos. Cuando los turistas no van a la playa, pueden pasear por estos caminos.
Los visitantes aprecian los animales. “Hacen preguntas, así que contribuimos a la notoriedad de nuestras cabras de Istria”.
El profesor Mioc está convencido de que esta cabra “tiene futuro”. “Pero primero tenemos que salvarla”.
Fuente: AFP