Al ver los esfuerzos de las autoridades rusas para convencer a la población de que se vacunara contra el coronavirus, Serguéi sospechó que la presión se intensificaría sobre quienes como él, desconfiados, rechazan la inyección.
Al no tener ninguna intención de ceder, incluso en caso de obligación, este treintañero residente en la región de Krasnodar encontró en internet un vendedor de falsos certificados de inoculación, le envió su información personal a través del correo electrónico Telegram y le transfirió 15.000 rublos (unos 200 dólares).
Tres semanas más tarde, Serguéi, que prefiere permanecer en el anonimato, pudo recuperar en el portal de internet de la administración rusa su certificado de dos inyecciones recibidas de la vacuna Sputnik V.
Aunque la eficacia de la inyección emblemática de Moscú fue confirmada desde su temprana aprobación en agosto pasado, muchos rusos se niegan a recibirla.
Seis meses después del lanzamiento de la campaña, solo 14% de la población está inmunizada. “En esta etapa, la vacuna es experimental y hay muchos efectos secundarios”, cree Serguéi, que le mostró a la AFP una captura de pantalla de su certificado. “No voy a morir porque el gobierno quiere que me vacune”, explica.
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Este posicionamiento, muy difundido, y la notoria corrupción en las administraciones condujo a la emergencia de un mercado negro en línea, donde decenas de vendedores ofrecen pruebas falsas de vacunación. Si bien algunos clientes se quejaron de estafas, otros confirmaron que todo había funcionado.
Y la demanda no hace más que aumentar desde que la capital rusa decretó el 16 de junio la obligación de inmunizar a todos los empleados del sector de los servicios.
Moscú sufre de un importante brote epidémico debido a la variante Delta, más contagiosa. Además, solo 1,5 de los aproximadamente 12 millones de habitantes recibieron las dos dosis de la inyección.
Rápidamente, otras regiones rusas anunciaron también obligaciones de vacunación para diversas categorías profesionales. Y a partir del 28 de junio, los moscovitas deberán disponer de un pase sanitario para poder ir al restaurante.
Vacunar el fregadero
Estas medidas tienen un efecto, según las autoridades municipales, que afirman que 60.000 personas se inscriben cada día para ser vacunados.
Un vendedor de falsos certificados, contactado en línea, confió a la AFP recibir actualmente entre 20 y 30 solicitudes diarias. “Me piden incluso +vacunar+ a empresas enteras”, explica, precisando que solo se pueden facilitar cinco pruebas falsas de vacunación al día.
A partir de 2.000 rublos (27,5 dólares) se puede obtener un documento falso en papel. Pero para el verdadero sésamo, el documento digital introducido en las bases de datos de la administración, los precios son hasta 15 veces más altos.
Estas prácticas no sorprenden a Pavel Brand, director de una cadena de clínicas en Moscú, que señala que es aún más fácil obtener pruebas de una vacuna sin recibir la inyección. “La gente simplemente va a la clínica y le da dinero a la enfermera” para que vacíe el frasco en lugar de inyectar el producto, explica.
El método es conocido como “vacunar el fregadero”, añade. Según él, desde hace mucho tiempo, en el contexto del auge del movimiento antivacunas en general, muchos rusos escapan de esta manera al calendario de vacunación de sus hijos.
El fenómeno se ve amplificado actualmente por la desconfianza del propio cuerpo médico. Según una encuesta del centro Levada, 31% de los médicos no confían en la Sputnik V.
La policía moscovita ya inició una veintena de investigaciones penales sobre la venta de certificados falsos y anunció el martes tres detenciones.
El departamento de Salud de la capital prometió despedir a los funcionarios implicados.