Yaara Chaimovich visitó el monte Merón en Israel con sus hijos para enseñarles “la belleza” de este lugar sagrado. Horas después se convirtió en el escenario de una tragedia que dejó al menos 45 muertos.
“Es como Woodstock”, dijo, comparando la festividad de Lag Baomer con el festival de rock de Estados Unidos. “Alguien hace una oración, y todo el mundo responde”.
Pero la peregrinación se transformó rápidamente en una pesadilla, después de que miles de participantes se hacinaran cerca de la tumba de Rabí Shimon Bar Yojai, en el monte Merón, en el norte de Israel.
Chaimovich, de 44 años, dijo que, después de acabar de ver una ceremonia del fuego hacia medianoche con dos de sus hijas, intentó salir de la zona entre la multitud.
“Todo estaba abarrotado”, dijo a la AFP.
Mientras iba empujando a su hija Rivka, de cinco años, para que fuera avanzando, hordas se dirigían en dirección contraria, según esta mujer. Entre tanta gente, perdió de vista a su otra hija, Leah, de 11 años.
“Fue muy estresante”, recuerda.
Llevó a Rivka cerca del lugar donde la familia tenía previsto dormir y su marido regresó al lugar santo para buscar a Leah. La encontró con el brazo amoratado en el punto de emergencia.
Muchos otros no corrieron la misma suerte.
En la madrugada del viernes, adultos y niños quedaron atrapados en una rampa de salida de la instalación y muchos fueron aplastados. Al menos 45 personas murieron en lo que los servicios de emergencia han calificado como la peor catástrofe civil en la historia de Israel.
En las horas que siguieron a la tragedia, parejas y familias deambulaban por el lugar, sin apenas creerse lo que acababan de vivir.
Ritual de las hogueras en Israel
Moshe Shapiro, de 19 años, buscaba un lugar donde poder instalar su tienda para pasar la noche.
Este residente de Jerusalén ha hecho esta peregrinación en los últimos 10 años.
“Mi padre me traía aquí”, dice. “Me enamoré del lugar”. Shapiro cree que el lugar tiene poderes milagrosos.
El año pasado, “recé por un trabajo y un mes después encontré un buen empleo”, explica para justificar sus creencias.
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Miles de personas se encontraban en el lugar cuando él llegó, una hora antes de medianoche, precisa.
Los testigos israelíes cuentan que la estampida empezó cuando la gente salió del lugar tras ver el ritual del encendido de las hogueras.
“Mucha gente se fue del mismo lugar”, recuerda Shapiro, quien logró salir ileso porque tomó otra salida.
El viernes por la tarde, Shapiro caminaba por los alrededores de la sagrada sepultura. En el suelo se veían botellas de agua, restos de comida, llaves perdidas y libros de oraciones.
300 personas en lugar de 50
En el hospital Rambam, en Haifa, Gil Alon habla desde la cama donde se recupera.
“Había un pasaje muy estrecho y unas escaleras”, dice este hombre de 47 años.
“Toda la zona tenía que contener a unas 50 personas (pero) cuando yo estuve ahí, al menos había 300”, señala Alon en un video difundido por el hospital.
Este hombre explica que fue de los primeros en caer por la escalera.
“La mitad inferior de mi cuerpo estaba atrapada. Éramos tres” estirados unos encima de otros, recuerda. “Los tres hemos sobrevivido porque estuvimos vigilando que cada uno pudiera respirar”.
Antes del sabbat, el día de descanso semanal, las familias se apresuraban a identificar a sus allegados en el centro nacional forense de Tel Aviv.
Yael Freund, de 58 años, fue al centro para dar apoyo a las familias, tras una noche “muy difícil” en el monte Merón.
“La gente se estaba desmayando”, dice a la AFP. “Estaba claro que algo así iba a pasar”.
“Quería preguntar a la policía: ‘¿por qué no detuvieron a la gente para que dejaran de ir?’ Y recé a Dios para pedirle: ‘haz que no haya ninguna tragedia”.