El Barcelona lo volvió a hacer. La grandeza sale a relucir en noches como la de un miércoles 3 de marzo que perdurará para siempre en la memoria con un 3-0 ante Sevilla en semifinal de Copa del Rey.
Este equipo tiene amor propio y un orgullo del que pueden sentirse muy satisfechos todos sus aficionados. En un Camp Nou vacío, con una crisis institucional sin parangón. Da igual. Nada frenó al equipo de Ronald Koeman. El holandés sacó su pizarra y dibujó el partido perfecto.
Con épica, como tienen que ser las remontadas, pero con justicia. Ciento veinte minutos de puro fútbol, de puro Barcelona. Con este equipo, hasta el fin del mundo.Inmejorable puesta en escena del Barça. Sin volverse loco, pero imprimiendo un ritmo vertiginoso. Y eso que Lopetegui planteó una presión adelantada que solo le duró cinco minutos, informa Diario Sport.
Ronald Koeman repitió el mismo once del Sánchez Pizjuán, tres centrales, Dest y Alba como carrileros, y un inmenso Pedri recuperado a tiempo. El Barça solo tardó cinco minutos en superar líneas y cuando lo consiguió, emergió la figura de Ousmane Dembélé, indiscutible protagonista en el arranque del partido gracias a su capacidad para venirse al centro y desmarcarse. En la primera acción no pudo controlar bien, y en la segunda, su chut fue alto. Pero el Barça ya había conseguido intimidar a un Sevilla que reculó.
Lee también: Acuña ya lució su velocidad
El físico empezó a pasar factura y del Barça pletórico, inmaculado, se pasó a un equipo igualmente muy dominador, pero más estático en sus acciones. Posesiones trabajadas para arrancar la segunda mitad ante un Sevilla que se sintió algo más cómodo.
Sobre el final Piqué salva al Barcelona
El partido llegaba a su fin… no podía ser. Este Barça no merecía quedarse sin premio. Y entonces llegó. En el mismo fondo donde Sergi Roberto le marcó aquel gol orgásmico al PSG. Ahí, en el gol norte, sin público pero con todos los culés cruzando los dedos en sus casas. Griezmann se redimió con un centro delicioso y Piqué cabeceó con el alma. Golazo y la locura. A la prórroga.
Media hora para marcar con uno más y no ir a la lotería de los penaltis. No esperó demasiado el Barça ante un Sevilla muy tocado. Asistencia ‘marca de la casa’ de Jordi Alba y cabezazo de Braithwaite con suspenso. ¡Sí, del gran danés!