sábado, noviembre 23, 2024
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Apuntes para la vieja publicidad

Mi amigo Antonio Olivieri es el autor del libro La Historia de la Publicidad en Venezuela, un libro monumental que recomiendo comprar y leer y narra como en el siglo XIX en nuestro país algunas personas utilizaban a la prensa para comunicarse y dejarse mensajes, así por ejemplo: Pedro Pérez le informa a José Díaz que busque la encomienda de unas espuelas en el botiquín de Ramón Suarez en la esquina de Castán, o Luis Sánchez a José Yánez que por favor le pague los dos pesos que le prestó y se los deje en la pulpería de Cosme Brito en la esquina de Desamparados.

Apuntes para la vieja publicidad

De verdad que esos avisos son de una belleza y de una ingenuidad exquisitas. Eran periódicos deliciosos donde se avisaba qué barco de vela llegaba, quién arribaba y quién partía de La Guaira. Cuántos muerto hubo en el mes y dónde habían sido los entierros antes de ser concentrados en el Cementerio General del Sur desde los tiempos de Guzmán Blanco, pues antes cada parroquia tenía su propio cementerio al lado de la iglesia parroquial.

Luego en la prensa se anunciaban los productos que recibían los comerciantes y fueron las primeras formas de publicidad en Venezuela. Después vinieron avisos comerciales en la prensa con marcas de algunos alimentos importados como quesos, galletas y aceite de oliva, o de casas importadoras.

O en avisos en papel para los interiores de los comercios como este de Brandy Marie Brizzard que debió ser después de 1905 por la forma de la bandera, producto de la modificación que le impuso Cipriano Castro y se mantuvo hacia 1924 cuando se cambió las estrellas a la forma abierta actual. A los tiranos les encanta cambiar los símbolos.

Otro aviso que ha sobrevivido es uno de Cerveza Bolívar, una cervecería fundada en 1919 en Ciudad Bolívar, y que me la regaló mi hermano en el afecto Alberto Asprino. Otros avisos publicitarios pueden apreciarlos en las fotos de los interiores de las taguaras de Juan José Benzo en la última década del siglo XIX y quizás el fotógrafo más importante de Caracas en el siglo XIX. Ambos avisos están presidiendo el comedor de mi casa junto a obras de arte de jóvenes artistas referidas a la comida. Las más corrientes formas de publicidad eran los volantes invitando al cine y a los comercios como farmacias y tiendas que promocionaban sus productos mediante su repartición en las calles de las ciudades.

También los cines y teatros colocaban grandes afiches de papel en las paredes de la ciudad cuando iban a presentar alguna película o un espectáculo teatral u operístico en los tres o cuatro locales de la ciudad, pero desafortunadamente de estos no tenemos un ejemplar y estamos buscándolo como palito de romero para completar el material que podrá ser mostrado cuando salgamos de esta tragedia actual.

Pero leyendo ayer las memorias del doctor J. T. Jiménez Arraiz miembro de la generación del 28 nos cuenta en el capítulo de Tipos Populares la existencia de una suerte de heraldo o pregonero llamado Juan Alamon, un hombrón que además de vender maní tostado para los enamorados, pregonaba por las calles del norte de Caracas, desde La Pastora hasta Catia las virtudes de la botica de Velásquez.

La otra forma de publicidad eran las linternas mágicas que mostraban avisos comerciales en imágenes fijas en las pantallas de los cines antes de comenzar la película y eran proyectadas con luz de un mechero impregnado de kerosén. De esas he mostrado varias. Con más frecuencia se usaban en pueblos pequeños para hacer publicidad.

Por último una suerte de escenificación de las películas como una instalación antes de la entrada al cine, que alguna vez he mostrado.

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