La austeridad se trata de la reducción del gasto público y aumento de impuestos, siendo un concepto muy asociado al aspecto económico de una nación, pero también en lo personal, es posible vivir bajo estos parámetros, implementando algunas estrategias que permitan minimizar los gastos y vivir con lo necesario.
Los Estados en su mayoría incrementan el nivel de recaudación pública y minimizan el gasto para tener el menor déficit posible.
Hoy en día, el mundo está sumergido en una recesión económica sin precedente como consecuencia de la pandemia de coronavirus, que ha llevado a las grandes potencias y aquellas en vías de desarrollo a tomar medidas para apaciguar las consecuencias del coronavirus en los sectores productivos de la población.
Dentro de los aspectos positivos de una economía con austeridad está la mejora de las cuentas nacionales y el alejamiento de una posible quiebra. Pero además, en países con una cultura de recaudación, el nivel de déficit se minimiza y hasta puede aparecer un superávit público.
Respecto a lo negativo de la austeridad, es que no siempre da oportunos resultados, pues son medidas duramente criticadas, al tener consecuencias sobre áreas como la educación, salud e infraestructura, disminuyendo el bienestar de la población.
Por eso, ante la implementación de planes de austeridad es necesario evaluar el impacto hacia la población, pilar fundamental de una nación.