sábado, noviembre 23, 2024
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17M: Otro eslabón heroico en el proceso de liberación de Cuba

Los procesos de liberación nunca se caracterizan por un acontecimiento único. Suelen estar compuestos por una larga serie de acciones, a menudo aparentemente inconexas, pero unidas entre sí con una precisión no planificada. Este activismo multidimensional ha proporcionado la libertad a muchas naciones. A veces, estos acontecimientos se construyen a lo largo de muchos años de sacrificio, sangre y trabajo, por diferentes personas que abarcan muchas generaciones. Ese ha sido el caso de Cuba. El domingo 17 de marzo, día de San Patricio, misionero británico del siglo V que llegó a ser obispo de Irlanda y llevó el cristianismo a la Isla Esmeralda, los cubanos salieron masivamente y con espontaneidad a las calles a protestar. En numerosas localidades, sobre todo, aunque no exclusivamente, de la parte oriental de la isla, el pueblo de Cuba ha vuelto a reclamar libertad, el fin del comunismo, y ha elevado sus quejas por las condiciones de pobreza abyectas de los no vinculados políticamente (la mayoría de la población).

La grave escasez de alimentos y electricidad suscitó expresiones de indignación entre los miles de manifestantes. Se difundieron informes, vídeos y testimonios de manifestaciones públicas de descontento en Bayamo, Granma, Holguín, El Cobre, Santa Marta, Los Mangos, Caimanera, Matanzas, Ciego de Ávila, así como en Santiago, la segunda ciudad más grande de Cuba. Los gritos populares de “tenemos hambre” y “corriente y comida” fueron constantes a lo largo de las manifestaciones, al igual que “Patria y Vida”, el himno de batalla de las protestas nacionales épicas del 11 de julio de 2021 (11J). Igualmente presente estaba la evidente culpabilidad de todo, algo que los manifestantes recordaron al mundo. Se trata de una dictadura comunista de sesenta y cinco años.

En los regímenes totalitarios, como el que sigue en el poder en Cuba, lo económico, lo social y lo político están fusionados sólidamente. No hay forma de compartimentar sus partes de forma creíble. Como era de esperar, el modelo cubano de dominación total no es una excepción. Este hecho se convierte en un irritante adicional para la sociedad cubana cuando su liderazgo está haciendo la transición de su paradigma dictatorial a un sistema socialista cleptocrático, como el putinismo. El pueblo de Cuba es plenamente consciente de que el esquema de “privatización” castrocomunista es fraudulento por naturaleza y diseño. El montaje de las micro, pequeñas y medianas empresas (“mypimes”), por ejemplo, son un invento para engañar al gobierno de Estados Unidos y legitimar el robo y la corrupción entre la nomenclatura que no participa en las operaciones más grandes, como GAESA y las otras megaempresas manejadas por militares.

Los cubanos de a pie son plenamente conscientes de que las penurias económicas inducidas por el régimen no se reparten por igual. El igualitarismo marxista cubano es estricto al respecto. La miseria socialista es para el pueblo y el capitalismo concesionario patrocinado por el Estado es para los gobernantes dictatoriales, sus familias y sus cómplices económicos. Este fenómeno contrastado, que agudiza las divisiones sociales, no hará, sino empeorar a medida que la oligarquía comunista desvíe más riqueza nacional.

El 17M ha estado precedido de estallidos populares, tanto constantes como en toda la isla. Aunque no todos son de la magnitud numérica del 11J o del 17M, reflejan, no obstante, el hecho indiscutible de que el comunismo cubano se encuentra en un grave estado de descomposición. Su capacidad de domesticación se está agotando. Ni siquiera la probada y tradicional estratagema del éxodo urdida por el régimen castrista parece estar surtiendo su efecto pacificador. Todos estos son signos evidentes de que el libro de la liberación de Cuba del comunismo está escribiendo sus últimos capítulos (o páginas).

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