Más de 160 migrantes fueron dejados en la estación del trolley Iris, en San Diego, por el gobierno federal durante el fin de semana.
Los migrantes bajaron de al menos tres autobuses de gran tamaño y otras camionetas del gobierno y buscaban sus maletas entre los grandes camiones. En sus manos se veían los documentos que les dio el gobierno federal, la única evidencia de su situación legal en el país, reseña el diario San Diego Tribune.
Las personas provenían de Asia, Medio Oriente, Sudamérica y diferentes partes del mundo.
Muchos de ellos mencionaron que su primera cita ante un juez en Estados Unidos seria dentro de tres años, por lo que ahora debían descifrar como sostenerse de aquí a que su caso sea resuelto.
Las llegadas masivas al condado comenzaron el miércoles. Los migrantes desbordaron a las organizaciones no lucrativas que se afanaban por proporcionarles recursos básicos como alimentos y ropa, así como refugio en habitaciones de hotel y con familias de acogida.
El Jewish Family Service, que gestiona el sistema de albergues de la Red de Respuesta Rápida de San Diego, anunció el jueves pasado que estaba al límite de su capacidad y que “limitará las llegadas solo a los solicitantes de asilo más vulnerables liberados por el DHS”, como familias, personas con problemas médicos, mujeres embarazadas, personas LGBTQ+ y adultos mayores.
Organizaciones como el Dollar Lunch Club de la Universidad de California en San Diego y el Immigrant Defenders Law Center se encontraban el jueves en el centro de tránsito de Otay Mesa en previsión de la llegada de los migrantes. Se esperaba la llegada del mayor número de migrantes, unas 100 personas, pero a última hora de la tarde apenas habían llegado unas docenas.