sábado, noviembre 23, 2024
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Loki: una falla en la Matrix

Alerta de spoiler.

“Loki” ha cerrado por la baja, con un episodio parlante, redundante y oficinesco que es todo lo que critica desde el primer minuto: la hegemonía del poder burocrático por encima de la creatividad del libre albedrío.
Tamaña “falla” en la “Matrix” no es un hecho aislado, sino la confirmación de un error recurrente en la cuarta fase de las series de Marvel, que es cerrar con un resumen machacante y pedagógico lo que ya estaba claro como el agua.
En “Wanda Vision” echaron todo a perder con una pelea gruesa entre las dos villanas, mientras los caballeros Vision buscaban encontrar una forma de sindéresis forzada en la firma de un armisticio.
De tal modo, se subraya la obvia diferencia que separa la inteligencia emocional, mal canalizada, de las brujas, frente al raciocinio de los caballeros en disputa.
Las cosas no mejorarían con el desenlace de “Falcon y el Soldado de Invierno”, cuando la corrección política implantó la pésima idea de concluir con la arenga de un demagogo en campaña, un héroe del “black lives matter” que asumía el disfraz y el escudo de “Capitán América”, para soltar el mismo sermón de la colina, innecesario, con que terminaba “Pantera Negra”.
Se derrumbaba el rediseño conceptual de un cambio de identidad y de género, con un recurso de manual, de telenovela plagada de monólogos y discursos literales que desconfían del valor de la imagen, que priorizan la banalidad de una palabra populista antes que la sugerencia expresiva del lenguaje del cine, que es el idioma universal de la abstracción y la ambigüedad.
Por tanto, los guardianes del tiempo de Marvel han vuelto a destruir con los pies lo que edificaron durante cinco episodios espléndidos de Loki, a través de una sexta entrega monocorde y condescendiente.
Puedo darle la derecha a la propuesta en su inicio misterioso, en su suspenso al momento de entrar al castillo de “El que permanece”, suerte de Thanos del algoritmo, después del dominio del titán loco.

Loki: una falla en la Matrix

Al villano lo circunscriben dentro de la órbita de la inclusividad, con el actor de “Lovecratf Country”, que empieza arriba con su aire de millenial arrogante, de titiritero de una súper aplicación que controla al mundo como Facebook, Amazon y la misma Disney Plus.

Loki: una falla en la Matrix
Kang el conquistador, según el Disney Black Live Matter.

Pero el exceso de cháchara, de “sentadera” inútil como en las mesitas de Venezuela, dilapida el esfuerzo logrado hasta el momento, por la revuelta y la insurrección digital de los “Lokis”, cuyos episodios anteriores resultan una cuesta difícil de remontar y superar, por parte del pobre epílogo de la franquicia, donde se reanuda el bucle de la TVA, con un nuevo guardián del tiempo, como si nada hubiese ocurrido.
A Marvel siempre le costó matar a su gallina de los huevos de oro, posponiendo especulativamente los remates de sus historias.
El efecto del multiverso viene siendo, entonces, un artilugio narrativo del que se aprovechan los guionistas, para justificar regresos y continuaciones, como en “Rápidos y Furiosos”, que satisfagan a los fanáticos con un servicio que paradójicamente los ancla a la “Matrix”, cuando se pretende despertar su conciencia con llamados a boicotear a la máquina de lavado cerebral.
Dicha contradicción y traición, también sucedía en el instante decisivo de la propia fantasía de la trilogía “Matrix”, al empotrar el relato en el despacho del arquitecto que le despejaba sus planes a un Neo que escuchaba con cara de alumno incómodo, ante la cita del profesor a su escena con silla de escritorio.

Loki: una falla en la Matrix

De igual modo, “El que permanece” cuenta su versión a los salvadores de la odisea intergaláctica, enterrando la acción en el momento justo, donde esperamos movimiento o un mínimo juego de oraciones, a la altura de los “Lokis”.
Me imaginaba, que al menos, la cosa terminaría con otro guiño irónico al “Mago de Oz”, recordando que al final del arcoíris de la existencia y de la búsqueda de la verdad o de ti mismo, solo hay la decepción del descubrimiento de la nada, de una fachada, de una pantalla insostenible que maneja un ser gris, detrás de las bambalinas.
No en balde, “Loki” se hizo grande en nuestros corazones, al reposicionar las investigaciones metafísicas de Platón y Calderón de la Barca en “La vida es sueño”, tras la declaración de la famosa teoría del simulacro que instaló Phillip K. Dick en una rueda de prensa, que anticipaba la tesis y la lectura de Loki, afirmando que vivimos en una ilusión, como fantasmas y robots orgánicos, en el seno de una operación cibernética controlada fuera de nuestro planeta.

La sección de créditos se ilustra con una música magnética y una edición que reinventa el montaje de los documentales de Errol Morris.

Luego el filósofo Jean Baudrillard extendería aquellas preocupaciones en sus libros “Simulacro y Simulación”, “La Transparencia del Mal”, “La Guerra del Golfo no ha tenido lugar” y “Pantalla total”.
Finalmente, “Matrix” haría la edición “for dummies” de la teoría del simulacro, revitalizando el género de la película de artes marciales, aplicándole una batería de efectos nunca antes vistos, que curiosamente nos hundirían en otra “Matrix” de Hollywood que nos mantuvo cautivos en una fórmula por las próximas décadas del siglo XXI.
Recientemente, el documental “A Glitch in The Matrix” ha puesto las cosas en orden, plasmando las luces y sombras de la teoría del simulacro, a partir de los testimonios de sus seguidores y de sus víctimas, algunos de ellos que devinieron en victimarios, como copycats que se creyeron demasiado aquella idea de Phillip K Dick, soñando que la pesadilla de “Matrix” era cierta y que, por ende, la destrucción humana era la única salida.

Loki: una falla en la Matrix

Nunca faltará un alienadito que toma la ley por su propia mano, basándose en los mensajes subliminales de un filme de culto.
En cualquier caso, “Loki” llegó para explotar la sensación de sospecha ante una realidad que se antoja construida y diseñada como aplicación maldita, por unos guardianes de la galaxia que encarnan a los “Grandes Hermanos” de “1984” y su derivación satírica en “Brazil”, obra maestra que late en cada fotograma de “Loki”, alrededor de unos sets que evocan a la arquitectura gris y propagandística de los ministerios de la posverdad soviet.

Loki: una falla en la Matrix


A Loki quieren hipernomarlizarlo unos funcionarios en un estado policial, que reprime el libre albedrío, bajo un sistema de narrativas y virtualidades cognitivas, en pos de la instauración del pensamiento único.
Una pesadilla de la que sale y entra Loki, descabezando a sus carceleros tecnológicos.
Por ende, el protagonista derroca y desenmascara una metáfora del “social media” en el que coexistimos como ratitas en una rueda de laboratorio, como prisioneros del decorado de la apariencia y del loop apocalíptico.
Se da un hermoso arco de transformación con Loki, que pasa de ser un déspota de la mentira y del Deep fake, a erigirse en salvador, en un Neo que consigue a su Trinity, para sacarnos de la Matrix y devolvernos al desierto de lo real, con todo y su caos, que parece preferible al orden del “Big tech”, que quita y pone presidentes, que programa elecciones que abolen la voluntad de los votantes.
El humor nos redime en la anarquía tragicómica del encuentro de los Lokis, sumando la participación de los viejos y los nuevos, de los mutantes y de los caimanes que nos guiñan el ojo, como Baby Yoda, anunciándonos que todo es parte de un juego, que no hay que tomarse en serio.

Loki: una falla en la Matrix

La aventura de “Loki” es la mar de divertida, cuando recurre a la comedia física de un clown, cuando se acerca al tono vintage de los cómics, cuando la parodia vence a los articuladores de mensajes solemnes en un ejercicio de retórica acartonada.
Por eso, el capítulo seis debe verse como un triunfo de la burocracia, de la Matrix, sobre las variantes de la disrupción artística y humana.
De repente, no nos quieren llamar a engaños, diciéndonos que después del amago del despertar, solo queda regresar al punto de origen, que es un laberinto de archivos e informes de big data, de caos paralelos como países en conflicto, bajo el puño de un dictador.
Esperamos por la segunda temporada, confiando en que la “Matrix” de Loki corrija sus fallas.

Sergio Monsalve. Director Editorial de Globomiami.

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