viernes, septiembre 20, 2024
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Sequía en Irak mata cultivos y animales

Obligados a desplazarse e incluso a vender sus tierras, agricultores y ganaderos de Irak, uno de los países más amenazados por el cambio climático, inician un nuevo verano de sequía en el que ven morir animales al tiempo que “emergen” edificios en el campo.

En un país que ya es medio desértico, los pantanos mesopotámicos -el Jardín del Edén de la Biblia- eran un refugio donde los búfalos podían escapar de los más de 50ºC en verano.
Más al sur, en el río Chatt al Arab, única abertura de Irak sobre el mar, los navegantes disfrutaban de los palmerales.

Hoy, con los ríos secos, el agua salada regresa peligrosamente a la tierra debido a las presas turcas e iraníes, aguas arriba, y a los residuos y otras aguas residuales de Irak, aguas abajo.

“Todo lo que se planta muere, las palmeras, la alfalfa, que normalmente soporta el agua salada, también muere”, lamenta Rafiq Taoufiq, agricultor en Basora (sur).

Si bien en los últimos años el agua salada dejó estériles miles de hectáreas y envió a 100.000 iraquíes al hospital en el verano boreal de 2018, esta temporada es diferente.
“Por primera vez, ya a partir de abril y al comienzo de la temporada agrícola el agua salada regresó a la tierra”, explica Alaa al Badran, ingeniero agrónomo de esta provincia petrolera.

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Dos grados más en Irak

Esta precocidad, junto con las altas temperaturas, es un duro golpe para el sector agrícola, que representa 5% del PIB y 20% de los puestos de trabajo en Irak, pero solo cubre la mitad de las necesidades alimentarias del país, que recibe importaciones mucho más baratas.

En total, según el presidente Barham Saleh, “siete millones de iraquíes” -de 40 millones- “ya se han visto afectados por la sequía y los riesgos de desplazamiento que conlleva”.
En Chibaiych y en los pantanos de Irak, conocidos desde la antigüedad por su legendaria exhuberancia, Ali Jaseb tiene que recorrer grandes distancias para que sus búfalos sigan produciendo leche, el único ingreso de su familia.

“Cada dos o tres meses hay que desplazarse para encontrar agua”, cuenta a la AFP. “Porque si los búfalos beben agua salada, se envenenan, dejan de producir leche e incluso mueren”.

La sequía de los pantanos y otros ríos es cada vez más rápida en un país devastado por las guerras y que carece de las infraestructuras necesaria para contrarrestar un clima cada vez más severo.

Según la ONU, solo 3,5% de las tierras agrícolas están equipadas con sistemas de riego.
“Las proyecciones climáticas para Irak prevén un aumento de cerca de dos grados y una disminución de la pluviometría del 9% en 2050”, advirtió el presidente Saleh en un reciente grito de alarma.

En el este del país, Abderrazzaq Qader, de 45 años, no ha visto lluvia “en cuatro años” en sus 38 hectáreas de cereales en Khanaqin, cerca de la frontera con Irán.

A lo largo de las sequías, observó cómo los agricultores de los alrededores abandonaban los campos para convertirse en albañiles u otros trabajos manuales.

En total, “69% de las tierras agrícolas están amenazadas de desertificación, es decir, de quedar impropias para el cultivo”, asegura a la AFP Sarmad Kamel, responsable del Plan de la Dirección de Bosques y de Lucha contra la Desertificación.

Los promotores, por su parte, apuestan por otra cifra ya que, según las proyecciones, la población de Irak debería duplicarse a 80 millones en 2050.

“Por un lado, hay cada vez más demanda de viviendas, mientras que, por otro, el cultivo de la tierra ya no aporta ningún ingreso”, dice a la AFP el economista Ahmed Saddam.

En lugar de seguir trabajando en una profesión agotadora y con pocos ingresos, muchos han vendido sus tierras en Basora, donde un terreno puede valer “entre 25.000 y 70.000 euros”, entre 30.000 y 80.000 dólares, aproximadamente.

Fuente: AFP

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