El régimen le declaró la guerra al Koki, después de permitirle tomar por asalto a Caracas y al país, acabando con la ficción de la Venezuela vitrina de los influencers, de los bodegones, de los negociadores, de los chupasangres electoreros, de los populistas de la farándula, quienes habían decretado ya un año de júbilo por la supuesta reactivación económica de la ex partia, a consecuencia de la inyección de dólares sucios por las campañas de los partidos.
A todos ellos, les ha explotado en la cara la bomba mediática, el escándalo, la realidad más real de la Cota 905, convertida en zona de paz, pranato, estado islámico y refugio de la banda del Vampi, por consentimiento del régimen socialista, para ejercer el control social de la población, como en Cuba, Irán y Corea del Norte.
Es decir, chantajeando a la gente con la distribución de la comida mediante el CLAP, purgando a los disidentes, impidiendo el acceso de la oposición, enfriando a las víctimas de los secuestros con el fin de garantizar la rentabilidad financiera del proyecto de conquista chavista de los barrios, sin olvidar la lucrativa industria de la venta de drogas.
¿Por qué el desgobierno le ha soltado la mano a su más firme aliado, alias el Koki, en la Cota 905?
Si somos astutos y sabemos leer la prensa roja al revés de sus titulares, hallaremos la respuesta: Maduro busca explotar la crisis a su favor, de cara a las votaciones de noviembre, al ahora sí desplegar las FAES en el sector, tomar la gallera de la Cota 905 y proceder a quemarla, tras la “intervención de la fuerza pública”.
El manual del tirano dice que fabriques una guerra y te busques a un chivo expiatorio. Así empezó la toma de la Cota 905 y terminó el reinado del Koki en Caracas. Pero todo es una distracción.
Según los medios oficialistas, el operativo ha sido un éxito que devolverá la tranquilidad y la calma al “pueblo”.
Anoche Zurda Konducta volvió al aire, en una emisión incómoda y trasnochada, donde Carvajalino hablaba como siempre con una superioridad moral insólita, al igual que Ricardo González, cada vez más aburguesado y acartonado en sus formas, vestido con una camisa manga larga que lo hacía lucir como un chamo de PJ o VP, en una típica estrategia de propaganda, diseñada para ganarse el “corazón” de la clase media en positivo. Un caballo de troya, en pocas palabras.
Ellos se sienten los héroes de una película de acción, made in La Villa del Cine, siguiendo los pasos de la serie “Caminos de Libertad” y sus argumentos infantiles de tira cómica, de buenos y malos, de blanco y negro, de panfleto de la Universidad Bolivariana.
Cuál derecha si fueron ustedes mismos los que le dieron cancha al Koki!
Paradójicamente, la superproducción del evento de los 200 años del Bicentenario de la Batalla de Carabobo, como punta de lanza del marketing electoral, ha concluido con el “Amaneció de Golpe” dirigido por el Koki, desde su plataforma apertrechada en tiempos de dictadura, cuando se le permitió nacer, ascender, establecerse y erigirse en el Patrón del mal de la zona, en el ciudadano ideal del “populismo del siglo XXI”.
No se les olvide que el Koki, como los chicos de Zurda Konducta, pertenecen a la misma generación de hombres nuevos que empoderó el comunismo, para humillarnos, para amedrentarnos, para acosarnos, para reprimirnos, para echarnos por la frontera, imponiendo la ley del más fuerte por encima de los valores democráticos y las órdenes del mérito.
Por decir algo, la tiranía premió a los chamos de Zurda Konducta, con un late night en el canal ocho, no por sus títulos o por sus tesis publicadas, no por sus dotes y carismas, no por su ingenio innato, sino sencillamente por profesar una lealtad ciega de robots orgánicos programados y funcionales a los intereses del poder.
Así le robaron el sentido de denuncia a la profesión, para adherirla y moldearla a los gustos de la nomenclatura.
Del mismo modo, el Koki tuvo su luna de miel con los cuadrantes y ministros, con los administradores de la renta, con los publicistas y asesores del PSUV, en el montaje de un estado fallido paralelo, cuya fundación equivale a la creación de un experimento, de un apéndice de los colectivos del terror y de la reserva.
Necesitaban de una fuerza de choque e inventaron a un clásico “Frankenstein”, a un monstruo de mil cabezas y máscaras, como el Joker de una cárcel a cielo abierto.
Pero como la narrativa es cíclica y previsible, el Prometeo Antimoderno se les escapó de las manos, se les volvió en su contra, los cacheteó delante de la visita de las momias de la comunidad internacional, debido a los conflictos y las contradicciones internas sin remedio.
Era cuestión de horas, de minutos, para que estallara la fantasía, para que el mito de la franca recuperación que legitima comicios en condiciones ideales, volara por los aires al ritmo de un “valle de balas”.
Otra vez, los hechos han dejado en ridículo a medio mundo de venecozuela, a los que creen que hay que seguir ganando espacios, aunque te los secuestre el hampa de facto, a las beatas de la corrección política, que tampoco entienden del asunto pero que avanzan en su escritura automática de lugares comunes, de babiecadas, de perugrolladas inofensivas de “doño” del Cafetal.
Puedo recomendar una extensa bibliografía que explica que nada menos eficiente que combatir al terror con llamados al buenismo progresista, con tuitazos de indignación.
Es lógico que hay que drenar, y la libertad expresión existe para cada que uno diga y piense lo que quiera.
Lo que sí está mal es que la narrativa la domine una intelectualidad que parece más preparada para alimentar el morbo del sensacionalismo efímero y desconectado, que para meditar y publicar un ensayo trabajado con ideas propias.
Entonces, es la hora de los expertos en combatir la propaganda terrorista, en diseñar las estrategias comunicacionales y las tácticas de guerra convenientes, que logren desactivar a las fuentes de origen de la delincuencia organizada.
Despejando escenarios, pongamos que al Koki lo cazan y lo exhiben como trofeo de guerra, a efecto de impulsar la imagen del régimen que causó el problema.
De inmediato, otros Kokis y sus mutaciones continuarán ejerciendo el control social y político del país.
De nada valdrá, entonces, hacer un ejercicio de mea culpa por redes, un show en cadena nacional, un simulacro de cese de hostilidades y de tregua, para que regresemos a la mentira y la hipocresía del consumo histérico, del consumo consolador de chucherías en dólares.
Las causas de fondo permanecen inalteradas, esperando que se vayan los observadores internacionales, para actuar con impunidad.
Pero tampoco les hace falta contar demasiados días, ya planifican el reparto del botín del país a la sombra de cada gobernación, de cada alcaldía.
El deterioro es profundo, irreversible como el cáncer.
Todavía estamos lejos de encontrar la cura.
La verdad, requerimos ayuda y no de aquella que resulta estéril.
Ustedes me entienden.
En una futura entrega, les prometo hablar de la construcción mediática del Koki, en el país que consume narcoseries, franquicias y películas como “Soy un Delincuente” y “Azotes de barrio en Petare”.
La glorificación del malandro, romantizándolo como estrella de cine, ha sido también parte del problema.
Sergio Monsalve. Director Editorial de Globomiami.