En el 2020, el sector exhibición tocó fondo con la pandemia, producto de la crisis y de la perpetuación del modelo del confinamiento por parte del oficialismo.
Varios países en el mundo evolucionaron rápido, dejando atrás el sistema del siete más siete.
Venezuela, por el contrario, insiste en mantener el régimen de la cuarentena, afectando a los gremios productivos del país, como el de la proyección y estreno de películas, cayendo en una de sus cifras más bajas en la historia de la taquilla nacional.
Recientemente participamos en una charla, un Space de Twitter, para sembrar conciencia sobre el problema, elaborar un diagnóstico y proponer soluciones, con un grupo de expertos en la materia.
Abdel Guerere, presidente de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas, abrió la mesa de reflexión y discusión, al compartir las cifras preocupantes del 2021, según las cuales los cines criollos han vendido “152 mil tickets hasta mayo, a razón de 37 mil entradas mensuales”, cuando en el 2019 se ingresaban un millón de boletos en el mismo lapso, es decir, durante 31 días hábiles.
Según sus estimaciones, la cifra puede redondearse actualmente en 200 mil entradas, el número más bajo del milenio, donde llegamos a promediar 30 millones de tickets vendidos en un buen año del siglo XXI.
Para contextualizar el dato, solo “Azul y no tan Rosa” recaudó 650 mil espectadores entre el 2012 y el 2013.
“El Peor hombre del Mundo”, del colega Édgar Rocca, contabilizó los 150 mil boletos que han conseguido todos los lanzamientos juntos del 2021.
Ojo y apenas comparamos con las piezas hechas en casa.
Cualquiera de “Pixar” o Marvel lograba acumular 150 mil boletos en dos semanas o menos.
Arnaldo Espinoza convocó el foro por redes sociales, sumando la interacción de cerca de más de 100 personas en el transcurso de la sesión, despertando la sensibilidad de diversos miembros de la plataforma audiovisual.
El periodista, ganador del Premio SIP, hizo la introducción correspondiente, hablando de los factores que influyen en la depresión actual: la inflación galopante, la dolarización de la gasolina, la irregularidad en el suministro de servicios básicos como la electricidad y el agua(por decir lo mínimo), el retroceso de la vida nocturna a consecuencia de la inseguridad, y naturalmente el cambio en los hábitos de consumo, a raíz del establecimiento global del streaming, cuyo andamiaje recibió una inyección de esteroides en el tiempo del coronavirus.
La penetración de Netflix, Amazon y Disney Plus en la región, ha acelerado una de las transformaciones dramáticas en la tecnología de generación de contenidos, pasando del reinado ambivalente de las pantallas grandes al dominio del pago por suscripción o de una propia cinta de estreno, al alcance de un click.
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Por ende, teniendo el filme a la disposición inmediata, los demandantes lo piensan dos veces antes de regresar al espacio temido de lo público, inspirador de infecciones y contagios, de un estado de paranoia, mitad real, mitad subjetivo.
La gente prefiere quedarse en su reducto del “home movie”, esperando por el cese definitivo de la pandemia y la instalación de un plan coherente de vacunación.
Al respecto, coincidimos con Luis Bond en la necesidad de recuperar la costumbre de ir al cine, en condiciones de bioseguridad, distanciamiento social y un 30 por ciento de la capacidad de las butacas.
De hecho, el amigo del Círculo de Críticos de Caracas es un embajador positivo y un defensor del sector de la exhibición, asistiendo recurrentemente a las funciones habilitadas desde el regreso de las salas en semana flexible.
Juntos pero no revueltos, disfrutamos de la nueva experiencia, considerándola viable y ejemplar en su forma de contener al Covid 19, desplegando un dispositivo de control con señalamiento adecuado, personal del limpieza, geles antibacteriales, asientos separados, exigencia en el uso de mascarillas y un protocolo orientado por guías de las diferentes empresas.
En lo personal, he recorrido los principales multiplex de la gran Caracas, certificando la coherencia y consistencia de la iniciativa.
Para afirmarlo en pocas palabras, ir al cine es hoy más seguro que viajar en Metro, autobús, que comer en un restaurante, tomar un vuelo, viajar, ir a la playa o esperar en una cola.
La buena noticia es que, con la profesora Malena Ferrer, le he tomado el pulso al desarrollo del semestre, en cuanto a su proceso de apertura de salas, viendo que empezamos solos como unos primeros arriesgados aventureros en un espacio que se presiente riesgoso, como un par de astronautas o de científicos sociales enfundados en escafandras, tipo “Arrival”, que luego observan felices la llegada de compañeros de ruta, de viejos conocidos y de nuevos adeptos, conforme evoluciona la accidentada vacunación en Venezuela.
Capaz es una burbuja, un presentimiento o un simple presagio, pero notamos un ascenso, un fenómeno que va de menos a más, reportando una venturosa resurrección que incentivaron los llenazos de “Cruella” y “El Conjuro 3”, el cierre de la trilogía de los expedientes Warren que ella y yo gozamos en una sala a tope con distanciamiento social, saliendo no solo ilesos, como siempre, sino complacidos de experimentar el terror como en el pasado, con sonido envolvente, una perfecta definición de imagen y una historia empática que no te suelta, gracias al oficio de dos actores enormes.
Después de todo, el foro concluyó con optimismo, amén de una serie de predicciones, consejos, recomendaciones y llamados a la acción.
Auguramos que el estreno de “Rápidos y Furiosos 9”, “Black Widow” y “Space Jam 2” terminarán de animar a los espectadores que todavía se muestran cautos, a la hora de comprar un boleto para ir al cine.
La franquicia de Toreto promete ser un punto de inflexión en Venezuela, habida cuenta del éxito de la saga. De igual modo ocurrirá con el estreno de la nueva película de la casa Marvel.
Importante seguir presionando para que se instaure un plan de vacunación democrático e incluyente, sin filtros, listas, sectarismos y carnets de partidos.
Estimo que así como logramos abrir las salas en Enero, demostrando que es un entretenimiento seguro e indispensable de incluir en las semanas de flexibilización económica, nuestro objetivo ahora debe ser instar a que las salas abran todas las semanas, así como lo hacen los restaurantes.
Con la mitad de las salas abiertas del país, el sector de la exhibición ha dado una de las batallas más dignas de la historia del cine contemporáneo, cual vinotinto defendida por el portero Wuilker Faríñez.
Naturalmente no podemos dejarlos solos.
Yo continuaré brindándoles apoyo, porque soy agradecido por haberme nutrido culturalmente con la dieta anual de los cines venezolanos.
Soy consecuencia de un sistema.
En las salas crecí con un sueño de crítico y cineasta. En el Tolón estrené mi primera película “Jacinto Covit” en el 2014.
Antes y después, son incontables las experiencias que viví en una sala de cine.
Por tanto, invito a que seamos resilientes y solidarios, a que volvamos al cine de forma consciente, como una manera de honrar y respaldar a un sector clave de la economía naranja independiente.
El cine, como dice Abdel Guerere, en pantalla grande es mejor, por todo lo que te brinda a cambio.
Sergio Monsalve. Director Editorial de Globomiami.