sábado, noviembre 23, 2024
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El hediondo Che Guevara

Mi padre tenía unos rasgos que lo definían, el primero era que tenía una inteligencia excepcional y con su pragmatismo todo lo sabía reducir a las opciones posibles, por ejemplo, siendo un hombre de derecha decía que en política todo el mundo tenía la razón y trataba a todos por igual siendo excepcionalmente sencillo.

Un amigo lo definió acertadamente como un adeco sin conciencia de clase por no ser un adeco sociológico, pero le decía a cualquiera un disparate sin cuidar las formas y para no extenderme basta contar que luego que se retiró del Seguro Social se fue a trabajar en un pueblo del interior y en la mañana cobraba las consultas y en la tarde no lo hacía, y todo en el mismo consultorio.

Si había un rasgo dominante era su buen humor y su optimismo, pues en eso era idéntico a Zorba el Griego como le decían algunos que lo conocían. Imagínense un tipo con acento oriental como el de José Guerra y cuya voz retumbaba por lo alta. Eso lo hacía ver a la gente que no lo conocía como un hombre intimidante. En 1956 o 1955 el Ché Guevara vivía en Caracas y para ganarse una chamba trabajó como visitador médico en el laboratorio Merck.

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Sharp & Dohme y como todos sus colegas visitaba a clínicas y consultorios promocionando sus productos. Fue visitador médico por unos meses y se le reconocía por su desaseo personal, por lo cual la gente rehuía su compañía por la hediondez, hasta que mi padre lo sacó a empellones del consultorio por su mal olor, que en sus memorias escritas posteriormente se jacta de su desaseo. Aquello no pasó de ser otro evento gracioso más de las vainas sui géneris de mi padre, hasta que un día le muestran ya triunfante la revolución cubana una foto del ché.

Se quedó viéndola y dice con ese vozarrón que se gastaba: Carajo, pero este es el argentino hediondo que le prohibí pisar mi consultorio si no se bañaba, y soltó la carcajada, porque pese a su inteligencia tenía un gran sentido del humor.

Escribo esto, primero, porque la ONU acaba de decretar este año como el año del Ché para beneplácito de los ñangaras del planeta y como una contribución al conocimiento de ese ícono de la revolución socialista sin distorsionar la verdad ni inventar cuentos de un hombre que es parte de nuestra Historia continental para bien o para mal, porque todos sabemos que fue valiente, esforzado, decidido, cruel, fanático y ahora también….. hediondo.

He leído sus Memorias en la Sierra Maestra y su vida en Cuba y también las narraciones de sus compañeros en la aventura boliviana. Lo de ser hediondo aparece además en sus memorias y en un libro titulado El Ché Sierra Adentro.

Por Nicomedes Febres Luces

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