sábado, noviembre 23, 2024
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El vaciamiento de La Casona

Hoy les proponemos un viaje al pasado y al presente de La Casona, antigua residencia presidencial ahora convertida en una fachada misteriosa, que develaremos en el siguiente recorrido, para ustedes.

Pero primero un poco de historia de la mano de tres comunicadores sociales, quienes investigaron en su silencio actual, en su sospechoso hermetismo, en su curioso devenir.

El vaciamiento de La Casona

La Casona era originalmente una hacienda de caña de azúcar llamada La Pastora y data de la época colonial para el momento en que el Estado la adquirió (Raúl Leoni: 1964) le pertenecía a Elisa Elvira Ruíz Miranda de Brandt y aún para esa época la Carlota no estaba urbanizada. Después de ser adquirida fue restaurada y ampliada por el arquitecto Andrés Enrique Betancourt pasando de la casa original a una gran mansión y se buscó principalmente un equilibrio entre la naturaleza y la edificación en sí además de preservar el estilo colonial, manteniendo las columnas originales, los patios, las rejas ornamentales y fuentes.

Florantonia Singer.

Cuando acaba de cumplir 50 años de su estreno como residencia oficial —el 19 de marzo de 1966 izan la bandera los recién mudados Leoni—, no se sabe si el patrimonio artístico, valiosas obras de autores venezolanos tales como Arturo Michelena, Armando Reverón, Tito Salas, Pedro Centeno Vallenilla, Emilio Boggio, Héctor Poleo y Alfredo López Méndez, entre otros, así como los bienes materiales que contiene, que pertenecen al estado venezolano, se mantienen a buen resguardo. No se tienen noticias sobre si se cuida con esmero el mobiliario, si en el maravilloso jardín borbotea la fuente, si sombrea la pérgola, si siguen en pie los ébanos y el majestuoso araguaney, si mantiene su belleza el celebérrimo orquidiario.

Faitha Nahmens.

En mi libro “La Hora Loca” escribí que tenía una deuda pendiente con el cuadro “Diana Cazadora” de Arturo Michelena (1896). Hoy saldé esa deuda. Este fin de semana La Casona, casa presidencial por decreto de Rómulo Betancourt volvió a abrirse al público (como siempre ha debido ser), ahora como una casa cultural. Dejando todas mis diferencias con el gobierno a un lado, me fui a ver el cuadro que llevaba más de 30 años sin ver.
El recorrido guiado es gratis. Los guías del Ministerio de Cultura recién se estrenan y aún no han absorbido la maravillosa colección de arte que comenzó Menca de Leoni en esa casa. Pero Diana Cazadora reina en su salón y por fin nos reencontramos. Igual de majestuosa como cuando la vi en un paseo escolar y decidí que ese era el cuadro más imponente de mi país.

Toto Aguerrevere.

En la Universidad y en casa, me enseñaron a respetar el trabajo de mis colegas. Por eso quise comenzar con una atribución de tres fuentes, tal como lo sugiere y propone la teoría del periodismo, para fundamentar un trabajo de reportaje.

Igual no se preocupen, que el mío no será una fría y despersonalizada tarea para pasar la materia.

Saben que me interesa mezclar formatos, samplear, probar cosas,  hibridar, pasar de la primera a la tercera persona, sin anestesia.

Sin embargo, consideraba importante reconocer el aporte de tres escritores que me precedieron.

Ocurre que muchas veces se consiguen notas y reseñas, que tienen un ánimo desubicado de mesianismo, como creyendo descubrir algo nuevo, el agua tibia, el Salto Ángel o algo así. Es parte de los equívocos selfies del milenio, pensar que antes de nosotros no hubo nada.

En tal sentido, el chavismo guarda correspondencia con semejante impostura de creerse fundadores del país, inventores de la política, de la belleza, de la estética, de todo. Ellos, supuestamente, saben de todo. Pero su arrogancia, su superioridad moral, solo esconde la nada, el vacío discursivo, el deja vu, el reciclaje, la copia como farsa que evoluciona en tragedia.

Así es el presente de La Casona, que visité en días recientes en una típica semana flexible “random”.   

El vaciamiento de La Casona

Como Florantonia, Faitha y Toto, me acerqué con el interés de articular una identidad rota, de armar un rompecabezas de la memoria, de responderme a la pregunta que nos apremia: ¿siguen bien las obras de arte de La Casona?

¿Sigue bien La Casona después de ser usada como salón de fiestas de las hijas de Chávez?

La respuesta dibuja un cuadro abstracto y enigmático, menos figurativo y diáfano que Diana La Cazadora, tras ser ultrajada como backing de una sesión de fotos “seudoeróticas”, en una clásica movida del sacrilegio revolucionario.

Al respecto del ultraje de Diana, Toto compartió una famosa reflexión en su blog.

Dentro de La Casona fantasmal, empiezo la búsqueda de Diana, porque uno empieza por la Mona Lisa del Louvre, por las Meninas del Prado, por el calendario azteca del Antropológico, por la colección de Picasso del MACCSI, por El Miranda en la Carraca de la GAN.

Los venezolanos somos así, nos gusta ir directo al grano, al pico más alto, y después descender.

Capaz ahí radica nuestro melodrama de Sísifo, de subir la piedra a la cúspide, una y otra vez, viviendo del eterno retorno de una emoción electrizante que se evapora por el agotamiento natural de la rueda.

De ahí que volvamos a los pasos que nos extasiaron, semanalmente.

Vamos el sábado a la playa, el domingo a la montaña, tomamos el viernes como si no hubiese mañana, montamos la parrilla el sábado, salimos a reencontrarnos con el restaurante que nos encanta.

El lunes amanecemos agotados, con ratón moral. Y repetimos el ciclo, cual yonqui en pos de una droga potente.

Tipo necio, tipo niño en Disney, corro en búsqueda de Diana y no la encuentro.

¿Dónde está ella, qué fue de Reverón, de los cuartos amueblados, de los despachos, de las salas de recepción, de la sala del Consejo de Ministros, incluso de la habitación que dejaron dizque intacta de Hugo Rafael? 

Ni rastros en mi trayecto. Cero. Apenas pude tomar fotos de una hermosa fuente, que reposa en frente de un estar, de un living ubicado en un pasillo.  

El vaciamiento de La Casona

Al margen de teorías conspirativas, los venezolanos merecemos saber qué pasa con el patrimonio de La Casona, lo mismo que con el del Museo de Arte Contemporáneo, cada vez más cerrado y cercado por el escándalo, dadas las últimas denuncias por robos a su colección.

Da para pensar y no en positivo.

Por lo demás, no entiendo la conexión con Aquiles Nazoa, con Aquiles, que así lo llamamos en la casa, pues lo consideramos una inspiración, un autor que nos acompañó en lecturas y anécdotas.

El vaciamiento de La Casona

Aquiles es de todos, un genio de la poesía y del humor.

Mi papá fue amigo de su hermano Aníbal, Claudio es un tipazo, y Sumito Estévez se encuentra dentro de la descendencia directa de Don Aquiles.

Con todo respeto por ellos, no me cuadra el homenaje de Aquiles en la Casona.  Discúlpenme, pero lo siento oportunista y forzado por parte del desgobierno. Más cuando el régimen impone la imagen de un Aquiles inexistente, de un hombre inofensivo y funcional a la propaganda cutre del socialismo del siglo XXI.

Los hermanos Nazoa no perdonarían esta manipulación, dedicándole desde artículos de opinión hasta parodias.

Lastimosamente, se utiliza, se instrumenta el perfil unificador de Aquiles, tal como explotan el nombre de Reverón, para desconocer el trabajo de Sofía Ímber, como si Sofía hubiese opacado a Don Armando y la dictadura obraría en la labor de reivindicarlo para el pueblo.

Las operaciones psicológicas de apropiación y ocultamiento, crean tales confusiones mentales, tales falsos dilemas, deformando a las generaciones de relevo.

El vaciamiento de La Casona

En verdad, una cosa es la Casona y otra muy distinta es Aquiles. Ambas son pilares de nuestra identidad. No hay que ponerlas a competir en una curaduría express, que surge de la cabeza caliente de algún profe resentido que asesora al chavismo en materia de cultura. Un producto de la arbitrariedad, del así es que se gobierna, que una tarde decide por nosotros que el día del rock nacional es el 31 de diciembre, a fin de congraciarse con los cuatro gatos que escuchan a Paul Gillman.

Impedido mi acceso y de muchos que visitan La Casona, a los lugares de su acervo histórico, me tocó conformarme con tomar fotos del piso “Gambito de Dama” del recinto.

El vaciamiento de La Casona

Guiño a los juegos de tronos, uno de los mensajes subliminales que esconde la arquitectura de la construcción.

El ajedrez nos recuerda que hay un Rey, vigilado por peones, y que nada lo salva de sufrir un jaque mate, en una dinámica democrática de perfecta alternancia en el poder.

Fue el pacto secreto de La Casona, hasta que llegaron los chavistas, la intentaron tomar por la fuerza el cuatro de febrero, luego la usurparon, y finalmente la transformaron en un cascarón vacío, censurando y borrando sus huellas.

Este desvanecimiento tiene por fin desubicar a los jóvenes, impedirles comprender su contexto, privarles de la posibilidad de sacar sus propias conclusiones.

Porque la lección es evidente y obvia.

Si alguien pudo acumular tanta belleza por décadas, sin traumas, algo bueno debe de tener.

Por tal motivo, la tiranía esconde y bloquea el acceso a la información de nuestra cuarta república, le teme y la escamotea en consecuencia.

La demagogia decretó la liquidación de La Casona, como elefante blanco, fingiendo un deslinde con el boato y la opulencia, cuando les encanta un derroche de riqueza innecesario, un lujo efímero y acartonado.

No sean hipócritas.

Yo que soy un átomo en el planeta, me complací de caminar por los jardines, por registrar una postal de la Capilla, por observar la majestad de un árbol de mangos, por disfrutar de caminar sobre las huellas que imprimieron nuestros antepasados, entendiéndolos como hombres y mujeres, producto de su tiempo y sus circunstancias.

El vaciamiento de La Casona

Unos niños pintan al fondo y ojalá que sean artistas y no enchufados del futuro. Unas señoras estiran el cuerpo en una sesión de taichí. Espero que reciban sus vacunas a tiempo.

Unos muchachos hacen la chamba de atendernos con educación, a pesar de recibir un salario que no les sirve para nada.

De fondo el Ávila nos mira, como siempre, componiendo un lienzo como de Cabré.

Yo me meto en el medio, fundiéndome con un entorno que se ha extinguido como el país Endgame de una distopía de Avengers.

El vaciamiento de La Casona

El brazo de un Thanos ejecutó la orden presidencial de esfumar y eclipsar el patrimonio cultural de La Casona.

Nos tendremos que reunir como los Vengadores, para demandar por su inmediata restauración.

Abran ya los cuartos y salones de La Casona!     

Sergio Monsalve. Director Editorial de Globomiami.

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