En los campos de soja de Brasil, las cosechadoras a toda marcha completan una colecta anual que promete ser excepcional gracias al aumento de las superficies sembradas, al clima favorable y a una mayor productividad.
La cosecha del mayor productor y exportador mundial de oleaginosas debe aumentar un 8,6% este año respecto a la del año pasado, que ya fue récord, alcanzando las 135,5 millones de toneladas, de acuerdo con la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab).
La superficie plantada con soja en Brasil aumentó 4,1%, llegando a 38,5 millones de hectáreas.
Esta expansión ha sido posible principalmente gracias “al uso creciente de pastizales degradados”, que ya no sirven para la ganadería, explicó a la AFP Daniel Furlan Amaral, economista de la Asociación Brasileña de Industrias de Aceites Vegetales (Abiove).
Además, “en la frontera con Uruguay, muchos productores de arroz que después de cada cosecha no plantaban nada durante dos años, ahora están rotando los cultivos con la soja”, dijo Décio Teixeira, presidente de la Asociación brasileña de los productores de soja (Aprosoja) del estado de Rio Grande do Sul, uno de los principales proveedores nacionales de oleaginosas.
Esto es posible gracias a variedades “más resistentes a cierto grado de humedad”, detalló.
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Mayor productividad en Brasil
Los cultivos solían concentrarse en el sur de Brasil, pero desde fines de la década de 1970 se extendieron al centro-oeste , especialmente en la sabana del Cerrado. Según un estudio de la empresa Agrosatélite, encargado por Abiove, la superficie ocupada por oleoginosas en este bioma se duplicó entre 2001 y 2019, alcanzando 18,2 millones de hectáreas.
La Amazonía, más protegida por el código forestal, pasó de 1,1 millones de hectáreas en 2007 a 5 millones en 2018.
La cosecha de soja brasileña aumentará su rendimiento en un 4,3% frente a la cosecha anterior y alcanzar un promedio de 3.523 kg por hectárea.
Los primeros pronósticos no eran prometedores, debido a una sequía en varias regiones que obligó a retrasar la siembra, pero las condiciones climáticas se equilibraron durante el ciclo vegetativo y acabaron por favorecer el cultivo.
Las ganancias de productividad pueden explicarse en especial por “el uso creciente de tecnologías en las plantaciones”, subrayó Luiz Fernando Gutierrez, analista de Safras e Mercado.
De ese modo, la entrega de fertilizantes “aumentó 10% en 2020”, subraya el consultor técnico de la Confederación Nacional Agrícola (CNA), Fábio Carneiro.
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Desafíos logísticos
La soja transgénica ocupa ahora casi todas las áreas asignadas al cultivo de esta oleaginosa. Algunas variedades tienen una productividad que supera los 5.000 kg por hectárea y “están cada vez más presentes en el campo”, señala Carneiro.
También sostiene que el alto desempeño de la producción brasileña se explica por el desarrollo del sistema de siembra directa, “que consiste en no arar la tierra” entre cosechas y utilizar paja como cubierta vegetal para “reducir la erosión de la labranza y evitar la pérdida de nutrientes”.
El consultor también destaca el auge de la agricultura de precisión gracias a aplicaciones que permiten, por ejemplo, identificar las zonas con más malezas y aplicar herbicidas según las necesidades específicas.
La producción de soja está rodeada de polémica por la deforestación que avanza para ganar tierras productivas y el uso intensivo de agrotóxicos que implica este cultivo genéticamente modificado.
Este año, el sector sojero se beneficiará además del repunte de los precios en el mercado nacional e internacional, impulsados por la explosión de la demanda, especialmente en China, principal destino de la soja brasileña.
Pero el presidente de Aprosoja en el estado de Goiás (centro-oeste), Adriano Barzotto, preconiza la cautela debido a los desafíos planteados por la pandemia de covid-19 y a la volatilidad del real brasileño frente al dólar.
“Los precios de los fertilizantes, el combustible y los equipos han aumentado también y nuestra actividad se encareció. Es mejor no dejarse llevar por la euforia ni endeudarse, porque los precios de los cereales y las oleaginosas fluctúan mucho”, advierte.
Además, para vender su cosecha, Brasil tiene que enfrentar desafíos logísticos importantes, especialmente de almacenamiento y de transporte en carreteras en mal estado o sin asfalto.
Fuente: AFP