Crédito de Foto Manuel Sardá.
Alí González es un artista fundamental de la Venezuela de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI a quien estimaba y respetaba tanto por su obra como por su personalidad. Fuimos excelentes amigos desde hace más de 20 años y no lo conocí hasta que expuso en la primera colectiva de artistas jóvenes en D’Museo en 1996. Y en D’Museo realizó un par de individuales y es habitual participante en colectivas. Digo es porque Alí sigue vivo por su obra.
Él murió físicamente ayer en la tarde luego de una penosa enfermedad. Más allá de la tristeza por el amigo ido, pese a que con frecuencia discutíamos, creo que valoraba como yo nuestra amistad.
Hace más de una década murió su padre y me llamó para que lo acompañara en la funeraria, lo cual hice y estando solos allí, me dijo que yo le daba ánimo.
Era de extracción muy humilde y estaba residenciado en el 23 de Enero donde laboraba como chofer en una camionetica por puesto de su propiedad, y pese a ese pesado trabajo, era también un artista tenaz, estudioso y dedicado a su creación artística y periódicamente venía con una nueva invención.
Era todo un personaje, áspero como buen andino de los sectores populares, además decía la verdad de frente, pero era un hombre recto, espartano, estudioso, leal y un hombre retraído y silencioso, pero amable y cordial.
Era excepcionalmente dedicado a la creación y con frecuencia me visitaba para conversar y hablar de su trabajo.
Antier lo llamé para saludarlo pues estaba indispuesto por una crisis de salud que resultó terminal. Sentía verdadero amor por el Arte al cual se dedicó con tesón. Nunca fue hombre festivo, ni sociable, y solo Dios sabe lo difícil que es para que un joven pobre dedicarse a ser artista y sea exitoso y trabaje y pueda crear bien.
No creo ser vanidoso al decir que me precio de conocer como pocos a los artistas de Venezuela, desde mis largas conversaciones con López Méndez o Antonio Alcántara, maestros de la escuela de Caracas, de los cuales me siento casi su heredero en anécdotas e historias, hasta la generación actual, pasando por gente como Soto, mi entrañable Carlos Cruz Diez, o Alirio Palacios o Alirio Rodríguez, u Oswaldo Vigas, o mi compadre Pedro Barreto y la mayoría de esa generación, o de Édgar Sánchez, o mis hermanos Carlos Zerpa, Pedro León Zapata, Miguel Von Dangel o Nelson Garrido. Y nunca como ahora ha sido tan dura la sobrevivencia de nuestros artistas en nuestro país.
Tampoco ha existido una generación que haya vivido y trabajado con tantos tropiezos, dificultades y limitaciones como la presente, a la cual pertenece Alí.
Puede que muchos, incluso los más brillantes, no sean conocidos por el gran público por este secuestro de la felicidad y de las oportunidades y del poder hacer de nuestros artistas porque el régimen chavista hizo y hace una política de tierra arrasada en materia de Arte y de Cultura.
Donde están nuestros museos ?, dónde están las grandes colecciones?, la respetabilidad y reconocimiento de los premios nacionales?
Dónde están los grandes Salones de Arte? o las grandes retrospectivas de los maestros, o la competencia saludable entre los museos y las salas expositivas?
Todo fue destruido, pero todo está de pie en el alma de nuestros artistas y la actual generación de los artistas jóvenes que luchan por el derecho a crear.
Hay maravillosos creadores jóvenes en medio de la más espantosa miseria y pérdida de oportunidades. Que Dios los proteja y les de oportunidades a todos.