La pandemia de coronavirus en Brasil se ha estabilizado desde hace una semana en una meseta alta, de algo más de 2.500 muertes diarias, tras varios meses de incrementos vertiginosos en las curvas de fallecidos y contagios.
“Los números aparentemente se han estabilizado, pero a un nivel muy preocupante, con un número de muertes aún altísimo”, dijo a la AFP Mauro Sánchez, epidemiólogo de la Universidad de Brasilia (UnB).
Brasil, el segundo país más golpeado en números absolutos por el coronavirus, con cerca de 385.000 muertos, ha registrado una media de 2.580 muertes diarias en los últimos siete días. Esa cifra se ha mantenido por debajo de 3.000 desde el 15 de abril.
El promedio se redujo este jueves, con 2.027 decesos en 24 horas, al día siguiente de un feriado nacional. En esos casos, los informes enviados por varios estados al ministerio suelen sufrir retrasos.
El promedio semanal de contagios diarios, que superó los 75.000 a finales de marzo, ha caído por debajo de los 65.000.
El número de muertes y contagios empezó a aumentar exponencialmente en enero, debido sobre todo a la circulación de la variante amazónica del virus, la P1, considerada más contagiosa. A principios de abril, hubo días con más de 4.000 muertos.
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Mauro Sánchez advierte del riesgo de que la curva vuelva a subir tras las aglomeraciones de Semana Santa, cuyos efectos no se sentirán hasta dentro de algunas semanas.
“Si ha habido muchas reuniones durante estas vacaciones, esta estabilidad solo podrá ser temporal”, afirma.
Pero este especialista teme sobre todo que Brasil haya entrado una vez más en una meseta interminable, como el año pasado, cuando el país tuvo un promedio de más de 1.000 muertes diarias de junio a agosto.
“Con la segunda ola, las curvas comenzaron a subir [en noviembre], la subida se hizo muy abrupta a partir de enero y llegamos a este nivel muy alto. No podemos trivializar estas cifras y decir que un día con 2.500 muertos es algo bueno”, afirmó.
Desde hace varias semanas, las medidas restrictivas comenzaron a levantarse en muchos estados, entre ellos São Paulo y Río de Janeiro.
“Una pequeña flexibilización, aunque no haga diferencia, como la apertura de bares durante dos horas hasta dos horas más, manda un mensaje a la población. La gente termina relajándose y aumentando su exposición al virus”, concluye Sánchez.
El presidente Jair Bolsonaro, que ha minimizado repetidamente la pandemia, es blanco de críticas por su gestión de la crisis sanitaria.
Una Comisión de Investigación (CPI) comenzará a investigar la próxima semana las presuntas “omisiones” de su gobierno.
Brasil ya tiene la peor tasa de mortalidad en América y el hemisferio sur, con 181 muertes por covid-19 por cada 100.000 habitantes, por delante de Estados Unidos (172).