El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, relevó a la cúpula de las Fuerzas Armadas, un día después de destituir al titular de Defensa en el marco de una amplia reforma ministerial decidida bajo críticas por su caótica gestión de la pandemia de coronavirus.
La sustitución del general Edson Pujol (Ejército), del almirante Ilqes Barbosa (Marina) y del brigadier Antonio Carlos Bermudes (Aeronáutica) fue decidida en una reunión en Brasilia “con la presencia del ministro de Defensa, Braga Netto, y el exministro, Fernando Azevedo e Silva”, anunció la cartera en un comunicado.
El Ministerio de la Defensa no informó de los motivos de la decisión, sin precedentes en la historia de Brasil, ni el nombre de los nuevos jefes.
Los analistas estiman que el relevo está relacionado con el descontento de los tres comandantes con la destitución al frente de la cartera del general Fernando Azevedo e Silva, reticente a los intentos de Bolsonaro de politizar las Fuerzas Armadas.
El ya exministro dijo al anunciar su salida que durante su gestión logró preservar “las Fuerzas Armadas como instituciones de Estado”.
Uno de los que serán reemplazados, el general Pujol, dijo en noviembre que los militares “no quieren ser parte de la política” ni que “la política entre en los cuarteles”.
Bolsonaro necesita a “personas extremadamente leales”
Bolsonaro colocó desde su llegada al poder en enero de 2019 a militares en puestos clave del gabinete y de escalones inferiores del gobierno.
En las manifestaciones de sus partidarios suelen aparecer pancartas que reclaman un golpe militar bajo su liderazgo, para zanjar sus conflictos con el Congreso y con la corte suprema.
La actual crisis económica y sanitaria lo obligó, sin embargo, a aliarse con partidos conservadores tradicionales (llamados el ‘Centrao’, o gran centro), con la mirada puesta en su posible reelección en 2022.
“Los cambios responden a una doble lógica: primero porque [Bolsonaro] necesita dar espacio al ‘centrao’ y segundo porque se está preparando para la crisis política que podría venir y quiere estar rodeado de personas extremadamente leales, sobre todo en las Fuerzas Armadas”, valoró a la AFP el analista Oliver Stuenkel.
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El cambio simultáneo en la cúpula de las FFAA levantó preocupaciones.
“Como si no bastara la pandemia y el difícil momento económico, hay inquietud entre los jefes militares. Espero que las FFAA se mantengan fieles a la Constitución, un mandamiento que vale para todos los ciudadanos”, tuiteó el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).
El vicepresidente Hamilton Mourao, un general del Ejército, descartó cualquier riesgo de ruptura institucional.
“Puedes poner a quien quieras, no hay ruptura institucional. Las Fuerzas Armadas van a estar con la legalidad, siempre”, dijo en declaraciones al portal G1.
“Cambios en el tablero”
Los cambios en Defensa son parte de la reforma lanzada el lunes por Bolsonaro, que la semana pasada ya nombró al cuarto ministro de Salud en menos de un año, el cardiólogo Marcelo Queiroga, en lugar del general Eduardo Pazuello.
El Ministro de las Comunicaciones, Fabio Faria, afirmó a CNN Brasil que se trata de un “nuevo momento” del gobierno y que Bolsonaro “resolvió mover algunas piezas del tablero”, como “todos los gobiernos” a mitad de mandato.
Bolsonaro enfrenta una presión creciente por parte de sus aliados en el Congreso, que piden cambios de rumbo en medio de su cuestionada gestión de una pandemia que ya dejó a más 317.000 personas fallecidas en el país, con un récord de 3.780 apenas en las últimas 24 horas.
Además, el mandatario pierde popularidad, a medida que las condiciones económicas se agravan, la vacunación avanza más lentamente de lo esperado y con los hospitales al borde del colapso.
De los seis cambios ministeriales anunciados el lunes, otro de los principales fue el del canciller Ernesto Araújo, acusado de haber perjudicado la compra de vacunas contra la covid-19 por sus altercados con China y de su alineamiento con Washington durante la gestión del expresidente Donald Trump.
Será reemplazado por Carlos Alberto Franco França, un diplomático de formación de 56 años, que tendría un perfil menos ideológico.
AFP