Perseguido por las controversias desde la aprobación en diciembre de su vacuna anticovid, el laboratorio británico AstraZeneca tuvo que defenderse de los temores sobre la seguridad de su fármaco desarrollado junto a la Universidad de Oxford.
Varios países de Europa y Asia han suspendido en los últimos días el uso de esta vacuna como medida de precaución ante la creciente inquietud sobre la aparición de coágulos de sangre en personas vacunadas.
Sin embargo, las autoridades sanitarias de todo el mundo insisten en que no se ha establecido ninguna relación entre dichos trombos y la inyección y que esta puede seguir administrándose mientras se investigan los casos.
Esto no impidió que los mercados castigaran las acciones del gigante farmacéutico que el viernes por la tarde caía un 1,11% en la bolsa de Londres, a 6,9 peniques por acción, tras haber perdido un 5% interanual en un mercado al alza de 4,5%.
Así, tras haber afirmado la víspera que “la seguridad de la vacuna se ha estudiado ampliamente en los ensayos clínicos de fase III y los datos revisados por expertos confirman que la inyección ha sido generalmente bien tolerada”, el viernes el grupo emitió un comunicado más contundente.
“Un análisis de nuestros datos correspondientes a más de 10 millones de casos ha mostrado que no hay pruebas de un riesgo agravado de embolia pulmonar o trombosis venosa profunda en ningún grupo de edad, género, lote o en ningún país en particular”, afirmó.
“De hecho, el número identificado de este tipo de sucesos es significativamente menor en los vacunados de lo que cabría esperar entre la población general”, agregó.
Vacuna económica mella la confianza
Más barata, fácil de almacenar y administrar que sus principales competidoras, la inyección británica es el pilar de la masiva campaña de vacunación realizada en el Reino Unido –donde más de 23 millones de personas ya recibieron una primera dosis– y se exporta a muchos otros países.
Pero naciones europeas como España, Francia y Alemania pusieron inicialmente en duda su eficacia en personas mayores de 65 años por los escasos datos relativos a este grupo en los ensayos clínicos
Sin embargo un estudio realizado por las autoridades sanitarias inglesas a partir de su campaña de inmunización demostró una protección de entre el 60% y el 73% contra las formas sintomáticas de la enfermedad en personas mayores de 70 años con una sola dosis.
Y más del 80% contra las hospitalizaciones, con una protección ligeramente superior a la de Pfizer/BioNTech.
Esa polémica coincidió con un conflicto entre el laboratorio y la Comisión Europea por el retraso en las entregas de las dosis pedidas por la Unión Europea (UE) debido, según AstraZeneca, a una caída del rendimiento en sus fábricas en el continente.
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Las controversias parecen estar haciendo mella en la confianza en Europa, donde hay actualmente millones de vacunas de AstraZeneca sin usar, para consternación de expertos que alertan de un retraso innecesario en las campañas de vacunación.
“Cuando ocurre algo negativo después de haberse vacunado, es bastante natural preguntarse si la vacuna fue la causa”, afirma Adam Finn, profesor de pediatría de la Universidad de Bristol, en el suroeste de Inglaterra.
Pero en cualquier campaña de inoculación masiva, “se van a producir enfermedades inesperadas e inusuales en el periodo posterior a la vacunación por casualidad”, afirma.
Para Jon Gibbins, director del instituto de investigación cardiovascular y metabólica de la Universidad de Reading, los trombos “se producen por diversas razones” y “afectan a una o dos personas de cada 1.000”, más que las pocas decenas de casos registrados entre varios millones de personas vacunadas.