Se cumple otro año del Caracazo, una fecha que fue romantizada y justificada por la izquierda, como un acto de confiscación popular, llevándonos por un peor rumbo de anarquía y resentimiento, hasta llegar al 2021, donde la dictadura siente que la fecha es su origen. Día de luto.
Hay teorías sobre el origen del Caracazo, que lo atribuyen a diversos factores, entre ellos la conspiración de los partidos socialistas que esperaban el momento para agitar las aguas y darle un zarpazo a la democracia.
Con el tiempo de la revolución, los saqueos fueron la norma. El saldo del Caracazo es lamentable, a la distancia. No generó un cambio real, no produjo mayores beneficios sociales y colectivos. En realidad, el 27 F solo le sirvió de coartada a una secta militar para dar un golpe cruento y tomar el control del país a través de las armas.
Después del Caracazo vino el infausto Dakazo y otras réplicas que indujo el chavismo, para apuntalar su narrativa marxista de lucha de clases. Un sector fue manipulado en la guerra entre venezolanos, haciéndoles creer que estaba bien robar y violar la propiedad privada.
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El colmo es el que Caracazo se armó, como complot moral, sobre la base de la subida del precio del combustible. Después los rojos dolarizaron la gasolina, sacaron los militares a la calle y no pasó nada. Cero sacudón, porque los que lo crearon ya habían usurpado el poder.
El Caracazo inspiró, paradójicamente, una película de Chalbaud que le costó una millonada al país en extras, efectos especiales y tramas gratuitas de telenovela. La cinta se estrenó y el público la castigó con su indiferencia, siendo una de las muchas bancarrotas del cine chavista.
En el Caracazo hubo un pésimo manejo mediático de la crisis, una incapacidad de contener los saqueos, una ola de represión y mucha impunidad. Los gestores de aquello aprendieron la lección y ahora planifican los saqueos, ante la vista gorda de las autoridades.
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Por Sergio Monsalve, Director Editorial de Globomiami.