Hoy abro hilo sobre lo que encontré en la Galería de Arte Nacional durante los días de flexibilización. Sería mejor decir, sobre lo que no encontré: gente, una curaduría razonable y atractiva, cuidado por las formas y respeto por la conservación del patrimonio cultural.
La entrada es un pasillo largo y desolado, al que uno llega después de atravesar por una zona peligrosa y afectada por los malos olores. Específicamente el ingreso huele a baño de carretera. Luego es un corredor vacío donde se amontonan esculturas de una manera arbitraria.
Desde su fundación, la arquitectura de la nueva Galería de Arte Nacional es un disparate de la revolución por sus dificultades de acceso y su falta de seguridad u orientación para garantizar el acceso a sus instalaciones que se emplazan al lado de un terreno baldío, quedando fuera de contexto.
Por tema político, han incluido una escultura de la “Negra Hipólita” en la única exposición que hay disponible, con el propósito de jalarle mecate a las autoridades y a los creadores de la misión correspondiente, dedicada a la nodriza de Bolívar.
La muestra es pura propaganda.
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“Historias cruzadas” se llama la arbitraria e inconsistente exhibición que montaron, con evidente flojera intelectual, los encargados del museo, para complacer a los burócratas rojos del estado.
Parece una feria de artesanía del Hotel Alba en lugar de una expo seria de la GAN.
Por último, las tallas se instalan, a modo de guardias de seguridad, para cortar el acceso y cerrar el recorrido de la muestra, en la única sala abierta del Museo que es apenas parte de la entrada de la GAN.
Afuera hay vigilantes sin experiencia que desconocen del oficio.
No hay guías que puedan informar con propiedad al público, solo personas que cumplen un plantón con cara de funcionarios o rostro de miembros del algún consejo comunal.
De nuevo, así no vale la pena que abran los museos. Todo deja mucho que desear y afirma la crisis del sector.
Por Sergio Monsalve, Director Editorial de Globomiami