Los productores de champán franceses han recibido con alivio el acuerdo comercial logrado in extremis entre la Unión Europea y el Reino Unido, su gran cliente desde hace años.
“¡Un enorme alivio!”, reitera Jean-Marie Barrillère, presidente de la Union de Maisons (bodegas) de Champagne (UMC), quien resume: “es el final feliz de una historia demasiado larga”.
Una reacción proporcional a los temores suscitados por la posibilidad de un “no acuerdo”: “¿Se da cuenta? Si no hubiera acuerdo, los ingleses se convertirían en extranjeros, y Gran Bretaña en un mercado tan lejano como los de África o Asia“, titubeaba a mediados de diciembre. Sus pesadillas recientes estuvieron además alimentadas por “nuevos aranceles, trámites aduaneros, burocracia compleja y logísticas enmarañadas”.
Su inquietud era aún más intensa en tanto el mercado británico continúa siendo el primero en volumen para el champán, con entre 25 y 30 millones de botellas por año.
Además, los meses previos al brexit fueron favorables para las ventas en este sector. “Los ingleses, tanto particulares como importadores, continuaron aprovisionándose. Seguimos expidiendo, resume el presidente de la UMC, quien calcula en “el 10% del mercado anual” las existencias al 31 de diciembre.
En consecuencia, James Bond no se quedará sin su champán oficial para la celebración de su próxima película, cuyo estreno, postergado dos veces a causa del covid-19, está programado para la primavera (boreal) de 2021.
“Concretamos una exportación anticipada, de entre uno y dos meses de stock, para superar el aspecto logístico”, confirma Charles-Armand de Belenet, director general de Bollinger.
“El tradicional apretón de manos entre Cubby Broccoli, productor de James Bond, y Christian Bizot de Bollinger data de 1979”, recuerda el director de “la más pequeña de las grandes bodegas de champán”, como les gusta autoproclamarla.
El mercado se mantiene bien
Frente a la elegante sede de Bollinger en Aÿ-Champagne (noreste de Francia), donde destaca una brillante “Royal Warrant” (concesión real que acredita su condición de proveedor de la Corte) que data de épocas de la reina Victoria, Charles-Armand de Belenet nunca dejó de exhibir una confianza que destacó en el escenario de Champagne.
“¡Sin catastrofismos!”, defendía con clarividencia cuando los rumores de un “no acuerdo” abrumaban la moral de la industria.
“Los ingleses tienen una gran resiliencia. Esperábamos cierto roce en la confianza. Pero el mercado se mantiene bien. Es más resistente que el francés”, afirma.
Bollinger alcanza al año en Gran Bretaña hasta un tercio de su facturación, o sea, 1,5 millones de euros (1,84 millones de dólares) sobre un total de 4,5 millones de euros en 2019. Su producción ronda los tres millones de botellas anuales.
No obstante, en las empresas más pequeñas, la posibilidad de un “no acuerdo” provocaba un sudor frío.
Por ejemplo, con una producción anual de unas 800.000 botellas, de las cuales el 20% habitualmente viajan al otro lado del canal de La Mancha, la bodega Joseph Perrier, en Châlons-en-Champagne, no disponía de los mismos medios para enfrentar un mercado que de golpe se habría vuelto demasiado lejano.
“En tanto Pyme, no estamos preparados para gestionar todos los trámites y papeleos aduaneros de un mercado lejano”, explicaba antes del acuerdo Benjamin Fourmon, director general de esta bodega, también durante mucho tiempo proveedor oficial de la Familia Real, hasta el punto de siempre haber sido considerado “un socio oficioso”, quien no dudó en evocar una “catástrofe” en caso de “no deal”.
“Han pasado ya tres siglos desde que los vinos de Champagne han conquistado el corazón de los ingleses. Seguiremos siendo cautelosos, pero los vínculos que unen a Champagne y el Reino Unido nos permiten mantener confianza”, concluye Maxime Toubart, presidente del Sindicato general de viñadores de champán. Pero “nos mantendremos atentos, puesto que de todas maneras Gran Bretaña abandona la Unión Europea y el mercado único”, apostilla.
Fuente: AFP