domingo, noviembre 24, 2024
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Simulacro electoral desde el país de los zombies

Venezuela asistirá a dos consultas impopulares en diciembre. Es un decir. “No asistirá”, es más preciso como frase.

Cualquiera sea el caso, hoy desglosaremos la farsa de la primera elección, la de la dictadura. Después haremos lo propio con la de Juan Guaidó, para justificar su gobierno interino y prolongar su mandato desde enero.

Ambos rituales del caos están vinculados. De ahí que convenga detenerse en su naturaleza irregular.

Fíjense que algo tiene que ver con el contexto norteamericano del 2020, cuando se desconocen los resultados y se sospecha de la comisión de una estafa.

Por supuesto, las diferencias son abismales.

En Caracas, el régimen ha convocado a una elección parlamentaria a través de todos sus medios oficiales. Los pocos periódicos que circulan en la capital, específicamente tres, solo reflejan la impostura de la tiranía.

Según Últimas Noticias, un clon rojo del Granma, “el sistema electoral” pasó el examen en un segundo simulacro que organizó el poder electoral, para medir su impacto demográfico en cada región. Así controlan la respuesta de su rebaño, anticipando sus tendencias irreversibles. Parte de la farsa descarada.

El fulano simulacro se efectuó el 15 de diciembre, con un dispositivo mínimo de bioseguridad, ante la evidente abstención e indiferencia de la población.

Pasamos por varios centros y apenas vimos a una menguada participación de “adultos mayores”, como le llaman en el chavismo.

La propaganda de Últimas Noticias ni siquiera puede ocultar o disfrazar la realidad amañada y arcaica del proceso.

En primera plana figura la imagen triste de un pobre anciano con muletas y mascarilla, recibiendo un chorrito de gel en las manos.

Del lado izquierdo, un uniformado de verde vigila al octogenario. 

La foto revela, sin querer queriendo, los principales vicios de la operación: la interferencia militar del plan república(siempre listo para reprimir y desalentar cualquier foco de protesta), el escaso cumplimiento con un protocolo básico de protección contra el Covid 19 y la falta de un pueblo que respalde el show, con la intención de brindarle un mínimo de legitimidad.

Ya no les importa cuidar las formas. De hecho, la poca observación internacional manifiesta preocupación porque, en el ensayo, usaron a los abuelos de carne de cañón, de bulto, de coartada moral del experimento fallido.

Les da igual sacar a los jubilados de sus casas, extorsionándolos con el chantaje de las bolsas CLAP, para llevarlos rumbo al matadero del 6 de diciembre, donde los veteranos serán presa fácil del contagio de la epidemia.

En un país serio, se les permitiría enviar el voto por correo o contarlos, echando mano de la tecnología.

Por ende, la tiranía prefiere poner en riesgo al grupo etario que más ha sufrido en la cuarentena, debido a las incidencias catastróficas del virus chino.

El ejercicio de cinismo, de la prensa colaboracionista criolla, se cierra con los llamados a votar que hace El Universal, otrora medio serio ahora manipulado por testaferros, en nombre de las “expectativas y propuestas de los candidatos y partidos”.

Les comento que por la carencia de papel y por su racionamiento clientelar, El Universal se ha reducido en páginas y circulación, apenas publicándose los domingos como un semanario.

Lo compro con desdén y una profunda incomodidad, pues debo tomarle pulso al presente distópico de las fake news bolivarianas.

Si ustedes en Estados Unidos resienten la decadencia de los grandes medios, nosotros en Venezuela extrañamos la posibilidad de contrastar información, de recibir diversas interpretaciones y lecturas de los acontecimientos.

El castrocomunismo nos dejó en una situación comprometida para quienes deseamos conocer el fondo y la verdad de las cosas.

Por la mordaza del estado acosador, los reporteros se ven obligados a mentir y escribir nimiedades con un tono condescendiente, tímido, inofensivo.
Romper el cerco de la censura significa una amenaza de peligro y hasta de desaparición, por  no hablar de persecución, tortura y violación de derechos humanos.

Por defecto, El Universal imprime solo las noticias confirmadas que le gustan a Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, los jefes de campaña del polo patriótico que aspira a convertir al Congreso en una réplica de la asamblea constituyente, avalada por el megafraude electoral del seis de diciembre.

En las páginas interiores del pasquín, figuran dos retratos de un par de personajes cuyo semblante bien podría ilustrar un reportaje de la crónica policial, sobre una mafia sindical en modo Cosa Nostra conoce al tren de Aragua.

Por un lado, el infausto Luis Parra, de la mesita de la oposición, aparece en traje, levantando el brazo con euforia. Afirma que “dignificar el salario es principal tarea del nuevo parlamento”.

Del lado derecho, varias columnas destacan inmerecidamente a Bernabé Gutiérrez, el traidor que expropió las siglas de AD con la anuencia de los tribunales de Maduro.

El impresentable demagogo de acción democrática asevera que la tolda blanca reconstruirá al país, después de 20 años de latrocinio y corrupción.  

Un señor que se robó las insignias de una marca semidestruida, es el rostro que te invita a votar por el cambio, desde una tribuna ruinosa y tramposa.

Como el 20 de mayo del 2018, cubriré el próximo horror electoral, para ustedes. El spoiler es que gane quien gane, nosotros siempre perderemos.

Guárdense ese día, no hay necesidad de exponerse y arriesgarse. Es un simulacro eterno, y poco más. Algo previsible e inútil. Luego vendrá la consulta del gobierno interino, cuyo armado prometo analizar en su debido momento.

Independientemente del resultado, enero del 2021 pinta para un escenario de escalamiento del conflicto.

Ahí el cuadro se le pondrá chiquito a Maduro y cualquier situación inesperada puede ocurrir. Más en Venezuela. Les digo que tengan paciencia.

Todavía hay cartas por jugar y movimientos que diseñar, más allá de las burocráticas, nulas y envilecidas consultas. 

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