Las relaciones comerciales entre Turquía y Francia siguen complicadas luego que el presidente Recep Tayyip Erdogan solicitara a sus ciudadanos boicotear los productos franceses.

El enfrentamiento entre la nación gala y los musulmanes persiste por desacuerdos entre el islam y la libertad de expresión.

La lista que Erdogan planteó sabotear menciona a los aviones y las marcas de vehículos franceses más vendidas en Turquía, como Citröen, Renault y Peugeot.

La máxima autoridad turca acató el llamado de varios países árabes de condenar el plan “antiislámico” que promueve el presidente francés, Emmanuel Macron, al endurecer las medias contra el extremismo islámico tras la decapitación de un profesor que le mostró a sus estudiantes una caricatura de Mahoma.

Ante esa decisión, Erdogan pidió no “comprar productos con etiqueta francesa”, una sugerencia que siguen sin titubeos, generando pérdidas millonarias en importaciones.

Al año, el comercio entre Turquía y Francia moviliza uno 14 000 millones de dólares: cada uno le vende al otro unos 7000 millones de dólares.

La importancia de Francia para Turquía es que figura como el décimo proveedor, suministrando aviones, productos de hierro y acero, así como carros con sus repuestos.

En el caso de Turquía, los franceses son los séptimos compradores de ropa y accesorios, pero además de camiones, maquinarias y dispositivos eléctricos.

Ismaïl Mounir, predicador y maestro musulmán desde París, aseguró a medios internacionales que “estamos aumentando las tensiones cuando a los musulmanes nos interesaría intentar desactivar esta crisis y también a los franceses en general”.

La incertidumbre económica entre ambas naciones también tuvo un impacto negativo en el mercado cambiario, pues la lira cayó a mínimos históricos frente al dólar y el euro.