La demanda de vinos argentinos en el mercado internacional y en el doméstico llevó a un vigoroso aumento de las ventas en lo que va del año, unos meses marcados por la pandemia, una buena noticia para este sector cuya rentabilidad retrocede desde hace cinco años.
Factores climáticos y decisiones políticas ayudaron a sortear los desafíos de la pandemia y lograr mayores despachos.
En Mendoza, corazón de la producción y de la atesorada uva Malbec, el covid-19 llegó en marzo, cuando gran parte de la vendimia estaba terminada porque las temperaturas más elevadas de este año adelantaron la cosecha.
La industria quedó exceptuada de las restricciones sanitarias para frenar los contagios que suman más de 900 000 desde marzo, con más de 24 000 muertes en este país de 44 millones de habitantes.
Entre enero y septiembre, el sector registró un aumento de la exportación de 40,57 % respecto a igual periodo de 2019 y en septiembre un récord de despachos fraccionados, con más de 20 millones de litros, informó el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
Pero la copa sigue medio vacía. La baja del precio del vino, los hábitos de los consumidores que migran hacia etiquetas más baratas y la crisis económica argentina perjudican la rentabilidad del sector que lleva cinco años de caída.
Brindar mientras se pueda
“La pandemia nos trajo muchas sorpresas”, confesó Gustavo López, gerente de Fecovita, que agrupa a 29 cooperativas vitivinícolas con más de 5000 productores.
Con restaurantes y hoteles cerrados por la pandemia y la economía en recesión desde 2018, que el consumo interno de vino aumente más de un 10 % en el primer semestre merece un brindis.
“Al principio del confinamiento obligatorio el consumidor cambió sus hábitos, tenía una disponibilidad de dinero que no gastaba en otras cosas como combustible o salidas y, por suerte para el vino, se tradujo en mayor consumo”, explicó López.
La venta al mercado interno encontró una vía directa en las góndolas de los supermercados, almacenes y kioscos, aunque con botellas de menor valor promedio.
“Claramente es la pandemia, la cuarentena, lo que permitió que hubiera mayor consumo de vino en Argentina”, remarcó, aunque considera que, superada la pandemia, la demanda bajará.
También crecieron las exportaciones, aunque sobre todo de vino a granel.
Los vinos embotellados aumentaron su volumen de exportación en 2,4 % en 12 meses contados a junio, pero en ese lapso los precios en dólares cayeron un 11,4 %, lo que mermó 8% la facturación, según Bodegas de Argentina, la cámara del sector.
La caída de facturación afecta más a los pequeños productores con menor capacidad de compensar con volumen la reducción de precios.
“Los aumentos en exportación están vinculados a nuestra coyuntura cambiaria, hoy somos realmente baratos”, explicó Alejandro Vigil, ingeniero agrónomo y productor de Mendoza.
La moneda argentina cotizó el viernes a 82,72 pesos por dólar, pero en el mercado negro tocó un récord de 167 pesos.
“Hoy podemos exportar, lo cual no sugiere que a futuro tengamos la misma situación. Los mercados son volátiles y se manejan por precios”, remarcó Vigil.
A principios de octubre el gobierno llevó del 3% al 7% los reintegros de aranceles a las exportaciones de vino fraccionado, a granel, espumantes y mosto. También amplió beneficios con el objetivo de lograr que la exportación de vino embotellado pase de 700 millones a 1000 millones al año.
Sin turismo extranjero
En el Valle de Uco, el corredor de las bodegas es un circuito de degustación que aporta el 9 % de los ingresos del sector.
Pero con fronteras cerradas y bajo restricciones de circulación, las bodegas sólo reciben turismo local.
En medio de un paisaje de montañas y rodeados de viñedos, ofrecen degustaciones al aire libre o envían botellas a domicilio y venden cata virtual.
“En Mendoza, el enoturismo, la enograstronomía, estaba pensado para una cantidad de público que llegaba semanalmente del exterior, entonces tenemos una sobredimensión que no la podemos cubrir con el turismo interno mendocino, pero bueno, estamos funcionando”, indicó Vigil.
La industria no escapa a la evolución de la pandemia y del contexto económico.
Desde hace unas semanas los focos de contagio se trasladaron de Buenos Aires y su periferia al resto de las provincias, entre ellas Mendoza.
Al término del primer semestre Argentina alcanzó su mayor desocupación en 15 años (13 %), la pobreza se situó en 40,9 % y la caída de la economía fue proyectada en 9,9 % según el Fondo Monetario Internacional.
Fuente: AFP